Arnold Schwarzenegger siguió de alguna manera el conocido guión de un político que deja su cargo: escribió un libro de memorias, dio algunos discursos. Pero en realidad, la mayoría de los gobernadores no hacen tres películas al año en las que apilan con regularidad decenas de bajas. "No me pueden poner para nada en la misma categoría. Yo estoy en una categoría completamente aparte", dice ahora Schwarzenegger. "Nadie tiene la combinación de éxito en el deporte, en el negocio del espectáculo y luego en la política. Es punto y aparte", aseguró.
Schwarzenegger, que tiene algo de Donald Trump en su jactancia, ciertamente está en una categoría aparte. Ha sido una presencia monolítica y muy imitada en la cultura pop por más de tres décadas: un macho nacido en Austria que llegó a Estados Unidos para inflarnos, para defendernos de extraterrestres y gobernar el más populoso de los estados.
Cuatro años después de terminar sus funciones como gobernador de California, su reavivada carrera cinematográfica ha tomado forma y es más que el último suspiro que algunos esperaban. Schwarzenegger ha lanzado una total resurrección de la carrera que dejó aparcada hace siete años, cuando no estaba exactamente en la cima. "Uno no puede simplemente retomar las cosas donde las dejó. Hay que trabajar para ascender porque los estudios de Hollywood dicen: «No sé si la gente en realidad va a responder. Tiene siete años más y bla bla bla». Entonces yo dije «OK, trabajemos hasta llegar ahí otra vez»", contó en una entrevista reciente.
En su última película, "Maggie" —que se estrena el próximo viernes en Estados Unidos tras haber debutado en el Festival de Cine de Tribeca— Schwarzenegger ofrece su actuación más dramática hasta la fecha, como un padre cuya hija adolescente (Abigail Breslin) ha contraído una enfermedad que la convertirá en zombi en cuestión de semanas.
La ópera prima de Henry Hobson, que pese a su trasfondo apocalíptico es en realidad un drama sobre paternidad y muerte, es radicalmente más pequeña que el usual vehículo de Schwarzenegger. Aunque por momentos es como ver un tanque de guerra en un camino para bicicletas, Schwarzenegger se defiende razonablemente bien como un avejentado patriarca del medio oeste estadounidense. Y él dice que pasar a hacer una película independiente de 6 millones de dólares, tras protagonizar las más grandes producciones de la "maquinaria" del cine, fue un cambio de ritmo bienvenido. No hubo tiempo de ensayo para desarrollar su personaje. "Me gustan las repeticiones", dijo con una sonrisa.
Hablar con Schwarzenegger no es tan surrealista como uno esperaría. Vestido con camisa y jeans, parece un candidato presidencial en una campaña sencilla. En una suite del Waldorf Astoria de Nueva York, una asistente está sentada cerca con una laptop, mientras un guardia de seguridad permanece parado junto a la puerta.
El séquito es un poco como el de un político, aun cuando la elegibilidad de Schwarzenegger recibió un golpe quizás irrecuperable en el 2011, cuando se reveló que 14 años antes había tenido un hijo con una empleada doméstica, Mildred Baena. María Shriver, su esposa durante 25 años, lo dejó. Schwarzenegger dedicó un capítulo de sus memorias a lo que llamó una "situación desastrosa" y habló sobre el escándalo en el popular programa de televisión "60 Minutes". "Ese también soy yo", dice ahora. "No podés salir y usar a la gente sólo con tus cosas buenas y tratar de venderles películas, y tener cierta cantidad de seguidores y no tomarlos en cuenta cuando caés", reconoció.
Su nuevo ascenso en la gran pantalla ha sido lento, pero está tomando impulso. El 1º de julio regresará en su más famoso papel, en "Terminator: Génesis", la quinta película de la serie. La entrega previa, "Terminator: La salvación", fue la única sin Schwarzenegger y no tuvo buena respuesta. Con su astro de regreso, "Génesis" es una de las películas más esperadas del año.
Luces y sombras. Desde que dejó de ser gobernador, Schwarzenegger apareció con Sylvester Stallone en tres películas de "Los indestructibles" y también protagonizaron juntos "Escape imposible" en 2013. Aunque esas películas de acción estilo años 80 han tenido un buen desempeño en la taquilla, los esfuerzos de Schwarzenegger en solitario han flaqueado. "El último desafío", de 2013, recaudó apenas 12 millones de dólares en EEUU, y el año pasado "Sabotaje" no recuperó ni un tercio de su presupuesto de 35 millones de dólares en Norteamérica.
Ahora el actor espera aparecer en las secuelas de las exitosas "Gemelos" y "Conan, el bárbaro". "Estoy subiendo la cuesta, aún no he llegado. Sigue siendo un trabajo en elaboración. Siempre es más divertido subir la montaña que estar sentado en la cima", afirmó la estrella de acción.
A sus 67 años, Schwarzenegger todavía se pavonea. La semana pasada, en la convención CinemaCon de Las Vegas, presentó un adelanto de "Terminator: Génesis" y le prometió al público un gran éxito en la taquilla. Será la prueba más grande para el actor desde que dejó la política.