Un muerto en una de las puertas de ingreso a un estadio de fútbol es un suceso socialmente conmocionante. Y si es la puerta 6 del Coloso del Parque, la historia es aún más fuerte. A metros de ese ingreso, el 7 de junio de 2016 fue ejecutado a balazos, minutos después de haber sido ungido como jefe de la barra brava leprosa, Matías “Cuatrerito” Franchetti. Por esa misma puerta salió del club la noche del 27 de junio de 2016 Maximiliano “Cabezón” La Rocca, también nombrado jefe de la barra, minutos antes de que lo ejecutaran en Pellegrini al 5300. La puerta 6 no es solo el ingreso al club y a la zona de los parrilleros donde se juntan familias y también barras, sino que parece haberse convertido en un buzón de mensajes.
Es lo que se desprende de lo ocurrido el pasado miércoles, cuando a las 22.50 Lorenzo Altamirano fue bajado a empujones de un Renault Sandero robado y asesinado con tres disparos frente a la puerta 6 y a las cámaras de videovigilancia del club Newell´Old Boys. Los sicarios dejaron un mensaje escrito con sangre y otro en un papel con birome. Casi en simultáneo, un viejo patrullero estacionado frente a la subcomisaría 26ª de Villa Gobernador Gálvez recibió siete tiros, y sobre el capó una nota de advertencia similar a la dejada en el cuerpo de Altamirano.
La investigación del homicidio del ex jefe de la barra de Newell’s Nelson “Chivo” Saravia, ocurrido en su casa y frente a su familia el 23 de octubre de 2021, significó una radiografía de aquellos que manejan el paravalanchas leproso. El crimen marcó la caída, en mayo de 2022, del entonces jefe de la barra: Guillermo “Chupa” Sosa, acusado de instigar la ejecución de Saravia, mandamás de la tribuna entre agosto de 2013 y septiembre de 2016. Había sucedido a Diego “Panadero” Ochoa tras su detención y la posterior condena como instigador de los asesinatos de Roberto “Pimpi” Caminos, en marzo de 2010; y de Maximiliano Quemadito” Rodríguez, ocurrido en febrero de 2012.
El número 1, y los demás
Cuando Sosa fue imputado, los fiscales de la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos Matías Edery y Luis Schiappa Pietra expusieron la conformación de la jefatura de la barra leprosa en el marco de una asociación ilícita. En esa estructura figuraba como número 1 Ariel Máximo “Guille” Cantero. A partir de esa definición, los límites entre el mundo narcodelictivo y la barra se hicieron difusos. Por debajo del jefe de la banda de Los Monos, quien cumple condenas por más de 82 años, se abren cuatro células que aportan su gente.
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Para los fiscales, estas facciones son “autónomas y operan independientemente, todas ellas colaborando con un fin común: el dominio territorial para el beneficio económico”. Esas células están encabezadas por Leandro “Pollo” Vinardi, Pablo Nicolás Camino, Damián “Toro” Escobar y Marcos Jeremías “Pato” Mac Caddon, todos presos. En ese esquema, Chupa Sosa cumplía órdenes de Vinardi. Fuentes consultadas contaron que la caída de Chupa también significó que Vinardi quedara relegado y que Toro Escobar pasara a ser el gerente principal de los intereses de Los Monos en la barra, colocando a su gente en espacios preponderantes del paravalanchas.
Desde el asesinato de “Pimpi” Caminos otros cuatro jefes de la barra corriendo la misma suerte: “Cuatrerito” Franchetti y “Cabezón” La Rocca, ambos en 2016; Ariel “Tuby” Segovia en 2018 y “Chivo” Saravia en 2021. Además, otros líderes transitorios del paravalanchas están detenidos: Diego “Panadero” Ochoa, Alexis Caminos, Emiliano “Jija” Avejera, Marcelo Héctor “Pipi” Arriola, Aldo “Gatito” Sosa y el citado “Chupa” Sosa.
“Levantado”
Nada fue casualidad en el crimen del pasado miércoles, cometido frente a unos pocos socios y parte de la barra, que comían en la zona de parrilleros del club. El ataque fue demencial. Los primeros pasos de la investigación indican que Altamirano fue levantado en la calle para ser ejecutado como parte de un mensaje. El recorrido del Sandero en el que lo llevaron hacia la muerte fue captado por al menos tres cámaras en las inmediaciones del estadio. Una vez que Altamirano fue ejecutado, el auto se perdió en la noche y apareció incendiado en el barrio Carlos Casado. El jueves, en tanto, los parrilleros permanecieron cerrados por tareas de acondicionamiento de las cámaras que existen en esa área.
Entre las ropas de Altamirano se halló una advertencia dirigida a Escobar, Vinardi y Gerardo Gómez. Los dos primeros son parte del riñón de Guille Cantero. “Dejen de sacar chicos del club para tirar tiros en Rosario”, decía la nota, que da a entender que la barra es una especie de usina de sicarios. En paralelo, un patrullero de la subcomisaría 26ª de Villa Gobernador Gálvez, recibió siete impactos de bala y sobre el capó dejaron un cartel dirigido a Vinardi y Nicolás “Pupito” Avalle. Escobar, Vinardi y Avalle están mencionados en varias investigaciones, algunas de ellas en el fuero federal, como personas que tienen línea directa con Guille Cantero. Sus nombres ya habían sido parte de carteles con advertencias en verdaderas operaciones de prensa tumberas en el pasado reciente.
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En busca de pistas
“Desconozco qué buscaban quienes tiraron el cuerpo, pero el hecho tiene las características de ser un mensaje. Entiendo que los únicos que están en condiciones de saberlo son el emisor y el destinatario de ese mensaje”, explicó el fiscal Ademar Bianchini, a cargo de investigar el crimen de Altamirano. “Algunos de los nombres que figuran en esos carteles pertenecen a personas que integran o habrían integrado la barra de Newell’s. No me atrevo a decir que haya una interna entre barras o un problema puntual. Es muy pronto para afirmarlo, es materia de investigación”, remarcó.
La pregunta que surge es: ¿El crimen de Altamirano es parte de una interna en Los Monos, en la barra de Newell’s, o ya no hay una línea que diferencie a unos y otros? En principio, la policía y la Justicia no se animan a esgrimir respuestas. En la calle se presume que el mensaje que incluyó el asesinato de Altamirano, una persona ajena a los hechos que se mencionan, comenzó el jueves 27 de enero, poco después de la 1 de la mañana. A esa hora salió de las instalaciones del club, tras compartir un asado en la zona de los parrilleros, Walter Matías M., de 37 años, quien se subió a su Audi A5 blanco. Circuló 20 cuadras hasta que en Ovidio Lagos y Jorge Cura una moto tipo Honda Tornado con dos personas se le puso a la par y el acompañante comenzó a disparar. El auto recibió al menos nueve impactos y el conductor fue alcanzado por dos proyectiles en la región tóraco abdominal y fue asistido en el Hospital de Emergencias.
“Esto es una continuidad. No es un vuelto por otro ataque”, indicó una fuente consultada.