Tras el cierre del límite de Hungría con Serbia, la policía húngara utilizó ayer gases lacrimógenos y cañones de agua contra cientos de refugiados que rompían una puerta en la frontera, mientras la mayor parte de los migrantes cambió su ruta e intentó hacerse camino a Europa occidental vía Croacia. Por momentos los refugiados lograron avanzar a la parte húngara, aunque luego la policía los hizo retroceder nuevamente al lado serbio, reportaron medios húngaros. Al menos 20 policías resultaron heridos de levedad. También entre los refugiados hubo lesionados. Poco antes, los refugiados habían lanzado piedras y trozos de madera desde el lado serbio de la frontera contra la policía húngara, gritando "abran, abran". La situación se distendió por la noche, cuando por iniciativa de las autoridades serbias los inmigrantes fueron buscados por colectivos y llevados a campos de acogida.
Un mes de cierre. El ministro del Interior húngaro, Sandor Pinter, dispuso el cierre de los dos pasos fronterizos en inmediaciones de Roszke por 30 días. Los incidentes se produjeron en el paso fronterizo en una antigua carretera nacional que conduce de Serbia a Hungría. Pero el cierre también afecta al paso cercano en la autopista que une a Belgrado con Budapest. El ministro del Exterior húngaro, Peter Szijjarto, exigió la intervención de la policía serbia. En una conversación telefónica con su homólogo serbio Ivica Dacic le pidió que las autoridades serbias intervinieran "de inmediato" en el escenario del conflicto.
Desde Belgrado hubo fuertes críticas. "Protesto en los más duros términos porque se arrojó gas lacrimógeno a través de la línea fronteriza", dijo el ministro serbio de Asuntos Sociales Aleksandar Vulin.
Mientras tanto, las naciones de la UE Croacia y Eslovenia se preparaban para el paso de miles de refugiados que huyen de las zonas en crisis en Cercano Oriente. "Pueden pasar y nos preparamos para esa posibilidad", dijo el premier croata, Zoran Milanovic. En caso necesario, se establecerá en acuerdo con Eslovenia un corredor en dirección a Austria, dijo el ministro del Interior croata Ranko Ostojic. Mientras tanto, la pasada noche apenas llegaron nuevos refugiados a Hungría y a Austria, que también introdujo nuevos controles en su frontera.
En la madrugada del martes entró en vigor en Hungría una nueva ley que considera delito el cruce ilegal de la frontera que puede penarse con la cárcel o la expulsión. En base a esa nueva normativa la policía inició investigaciones contra 35 refugiados en la ciudad fronteriza de Szeged por dañar la valla al cruzarla. Si así fuera podrían ser condenados a entre tres y cinco años.
Austria se prepara para afrontar el cambio en la ruta migratoria aplicando controles en su frontera sur con Eslovenia. Alemania, Eslovaquia y Holanda también pusieron en marcha nuevos controles fronterizos. En Holanda se preparan campos provisionales de refugiados para recibir a varios miles de inmigrantes. Asimismo Francia también está dispuesta a reimplantar controles fronterizos en sus fronteras en función del desarrollo de la crisis de refugiados en Europa.
El sirio al que le metieron una traba será entrenador de fútbol
Después de que su imagen diera la vuelta al mundo al caer al suelo con su hijo en brazos, por la zancadilla de una periodista húngara, el duro viaje a Europa del sirio Osama Abdul Mohsen tendrá un final feliz: ayer comenzó en Madrid una nueva vida como entrenador de fútbol. Su historia, publicada en los medios, llamó la atención del director de una escuela de entrenadores del deporte rey en España, quien le ofreció la oportunidad de incorporarse a su plantilla en la capital española.
El fútbol ya había marcado sus vidas. Osama llegó a entrenar a un equipo de primera división en su país. Uno de sus hijos quería convertirse en el "Messi" sirio. Pero la guerra irrumpió en sus planes y la familia, lejos ya de los campos de juego y el banquillo, se vio obligada a poner rumbo hacia el exilio. "A raíz del artículo, surgió la idea de ayudarlo. Fue todo muy rápido. Como teníamos el obstáculo del idioma, un alumno de la escuela que habla árabe se ofreció a colaborar", explicó ayer el responsable del centro de formación de entrenadores, Miguel Angel Galán, precandidato a la presidencia de la Real Federación Española de Fútbol.
En Getafe, localidad madrileña donde se ubica la escuela Cenafe, esperan a Osama y a su familia con los brazos abiertos. Ya tienen una vivienda a su disposición y, si todo sale según lo previsto, el sirio se incorporará pronto a su puesto como entrenador. "Están muy contentos, felices y emocionados. Pasaron de estar en lo peor, en Hungría, corriendo, a tener la oportunidad de su vida: una nueva vida, un nuevo trabajo, una nueva casa", explicó ayer Mohamed Labrouzi, el alumno de la escuela de entrenadores que acompaña a Osama y sus hijos en su viaje a Madrid.
La historia de este sirio se hizo pública después de ser protagonista involuntario de una imagen que escandalizó a Europa en el marco de la crisis de refugiados: la de una camarógrafa húngara, Petra Laszlo, agrediendo a los desplazados cuando trataban de escapar e la policía. "La zancadilla de la periodista fue inquietante y dura... Mi sensación fue de sorpresa. Y después dolor cuando vi el miedo en la cara de mi hijo, que lloró durante dos horas. Estaba aterrado", relató el refugiado poco después del percance, ya en Alemania.
El ex entrenador sirio, de 51 años, puso rumbo a Europa con toda su familia. Pero tras una primera escala en Turquía, donde dejó a su esposa y dos de sus hijos, siguió rumbo hacia Munich junto al pequeño Zaid, de 7 años. Allí se reencontró con otro de sus vástagos, de 18. Ahora, su máxima preocupación es reunirse también con su esposa y sus otros dos hijos, que todavía están en Turquía. La escuela de Getafe, Cenafe, hará todo lo posible para que la familia esté unida cuanto antes, según aseguró ayer su director. "Intentaremos conseguirles papeles. De momento, lo más importante lo tienen: vivienda, manutención, ropa, alimentos y trabajo", aseguró. Pero a pesar de la ilusión del nuevo destino, las imágenes grises de la huida desesperada de Osama tardarán en borrarse de su retina. "El viaje fue agotador y muy estresante. Muy difícil y peligroso. Mi hijo y yo pudimos morir durante el viaje a Europa", lamentó.