Un departamento en la costa atlántica fuera de temporada, en plenos años noventa. Dos hermanas se encuentran después de muchos años para oficiar un ritual: arrojar las cenizas de su padre al mar. Mientras esperan a una madre que nunca llega, afloran viejos conflictos y heridas. De esto se trata “La sal”, la obra dirigida por Luciana Di Pietro y protagonizada por Vanina Frustagli y Macarena Goicoechea, que inaugura la compañía teatral Mentira. Se estrena este 2 noviembre, a las 21, y tendrá funciones todos los sábados del mes a la misma hora en el Teatro de La Manzana (San Juan 1950).
La sal del título no es sólo la que llega del paisaje marítimo que rodea a los personajes, sino esa que hace arder lo que duele. Las hermanas Conga (Frustagli) y Suplicio (Goicoechea), distanciadas hace tiempo y en un departamento de la costa bonaerense, habitan el duelo de la pérdida reciente mientras reconstruyen la historia de una familia aspiracional que nunca llegó a eso que aspiraba. Entre los fragmentos, aparecen frustraciones, traumas y también risas, en un registro que se mueve entre lo grotesco y el absurdo.
La obra partió de un texto que escribió la actriz Vanina Frustagli junto al comediante Tincho Zaragoza. “Es resultado de un seminario de dramaturgia que hizo Vanina con Romina Mazzadi en pandemia. A mí me gusta que haya nacido en ese contexto porque de alguna manera se aferra bastante a lo familiar y a lo conocido, en un momento de derrumbe de los grandes relatos y las verdades absolutas de la humanidad”, contó en diálogo con La Capital Luciana Di Pietro, directora de “La sal” y actriz.
En ese sentido, la propuesta es fruto de una época: aquella de introspección obligada por el confinamiento, donde no quedó otra que mirar para adentro y hurgar en las oscuridades. El encierro evocó otros encierros posibles e indeseables, como encontrarse con una hermana lejana en un entorno hostil y con un objetivo poco feliz.
A principios de año, Frustagli le hizo llegar el texto a la directora y comenzaron a darle forma al proyecto. “Me pareció interesante que ella lo pensaba como un texto disparador o estructurante, pero no terminado. Entonces, estaba permeable para ir tocándolo y eso fue lo que pasó durante el proceso de ensayo hasta llegar hasta acá. El texto final es muy participativo de alguna manera”, apuntó Di Pietro.
Según detalló Luciana, uno de los mayores desafíos al momento de montar la obra fue que pudiera “contener todos los registros y contradicciones” que proponía el material. “Es una comedia dramática. Oscila mucho entre el absurdo y el grotesco, que es el registro que nos gusta trabajar a nosotras desde lo actoral, pero a su vez aborda algunas temática muy sensibles como el abuso sexual o la muerte. Esas cuestiones las tratamos con mucho respeto porque entendemos que son fibras sensibles que de alguna manera tenemos todes, con las que es imposible no identificarse. En ese marco, hay cosas de las que definitivamente no nos podemos reír”, compartió la directora.
En el centro del relato, está el duelo de un padre, un personaje que sólo aparece en las evocaciones y reconstrucciones de las protagonistas. “Me parecía que trabajar la ausencia de ese padre, o la presencia de los restos del padre, también implicaba trabajar su vida y las consecuencias de las acciones que fue realizando. A través de los cuerpos de las actrices, aparece una fuerza contenida que está vinculada con la vida de su padre, pero en la que también podemos ver a esa madre que nunca llega, al vecino, y relatos de la infancia en esa casa de la costa donde se reencuentran y donde vacacionaban de chicas”, detalló Di Pietro.
Un retrato de época
Otro elemento clave de “La sal” es un posicionamiento espacio-temporal: la década de los noventa, y la costa atlántica sin turistas, dos significantes de una decadencia, un derrumbe lento y brutal. “El lugar nos da mucho, porque ellas están en ese clima inhóspito que es la costa bonaerense fuera de temporada, y que además es un signo de época y un símbolo de la clase media argentina. Es casi poder verse ahí en esa secuencia. Aunque ellas no salen del departamento, construyen un extra escena, ese entorno”, ilustró Luciana.
Por otra parte, las referencias a ese clima de fin de siglo en Argentina “tienen, lamentablemente, muchas reminiscencias con el presente”. La crisis social y económica permea en distintos sectores y la disputa de sentidos atraviesa los vínculos y las subjetividades. “Esa es un poco la metáfora: la clase media argentina venida a menos y la decadencia de época. Y también está la cuestión aspiracional, porque esta es una familia aspiracional que intenta reconstruir sus pedazos a lo largo de su historia y que nunca llegó a hacerlo, como tampoco nunca llega la madre”, apuntó la directora.
La primera función de “La sal” el próximo sábado será un debut por partida doble. Además del estreno de la obra, también será la presentación en sociedad de la compañía teatral Mentira, formada por siete artistas de la ciudad con recorridos compartidos y formaciones similares.
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“Somos un grupo que nos conocimos en Espacio Bravo, en seminarios de entrenamiento actoral de Romina Azzadi. Empezamos a compartir un interés por cierta estética, cierto lenguaje y ciertos registros. También veníamos con mucha hambre de teatro en la post pandemia. Todo el universo cultural venía muy parado, con muchas complicaciones para trabajar. Así que empezamos a producir un montón”, historizó Di Pietro, sobre los comienzos de la compañía.
“Encontramos en les otres la posibilidad de conformar grupalidad, y eso es muy importante en el teatro porque no se hace solo ni sola. Después de varios años de trabajo y también de construir una amistad y una confianza, decidimos lanzar la compañía”, agregó.
Finalmente, la directora habló sobre la complejidad y la convicción de estrenar obra y compañía en un contexto difícil para los trabajadores de la cultura en todo el país, con retroceso de políticas de financiamiento y apoyo que afectan sobre todo al sector independiente, haciéndolo “más independiente que nunca”.
“Hay recortes presupuestarios como en casi todas las áreas y eso hace que no lleguen subsidios o lleguen muy tarde. Además, genera que la gente empiece a priorizar otras cosas al momento de gastar. Ese estallido post pandemia que tuvo cosas lindas en cuanto lo espectatorial se reduce en esta gran crisis. Pero eso mismo hace que tengamos que producir más y creo que hay una responsabilidad política en el teatro de seguir generando espacios de encuentro, y que cada vez que tengamos la oportunidad, podamos decir algunas cosas, denunciar y hablar. Sabemos que todo arte es político y para nosotres eso es una premisa”, cerró Luciana.