No es habitual el arte textil en Rosario, sólo a quienes les interesa están atentos a las muestras. Una de las exponentes de ese arte milenario, María Blanco, expondrá varias de sus obras en la galería "Subsuelo" de Balcarce 238. La muestra se inaugura este sábado a las 19 y la curadora fue Analía Solomonoff, una artista multifacética en el ámbito que propuso una mirada extraña para una muestra diferente.
Solomonoff estudió Comunicación Visual en la Scuola de Arti Ornamentali en Roma, Comunicación Gráfica en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (Enap) y la maestría en Estudios Curatoriales en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México, y vivió varios años fuera de Rosario. Fue subdirectora, de 2009 a 2012, de la Sala de Arte Público Siqueiros, en Ciudad de México, y ya en Argentina fue directora del "Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez". Durante esa gestión, obtuvo el Premio Ibermuseos de Educación en 2019 y el Premio Konex 2022 en Artes Visuales. También fue curadora de las exposiciones Livres d'artistes, l'invention d'un género 1960-1980 (Libros de artistas, la invención de un género 1960-1980) y en abril de 2015 fue invitada a curar el espacio Atlas México en La Casa Encendida (Madrid), entre otras actividades.
La muestra se titula "Analfabeta" y para Solomonoff es "un camino vertiginoso y provocador, el código ya no funciona y es imposible no advertir que María está buscando el colapso y al mismo tiempo una transformación. No es necesario acelerar el tiempo, anticiparse, empujar y compulsar. Simplemente, procura desaprender mas no olvidar, ir hacia un nuevo límite pero sujetarse firme: la tela, hilos, los objetos con memoria. Y las paredes de la galería son plataformas de lanzamiento que se desvanecen y una fuerza centrípeta convoca sus bordados".
maria blanco
Foto: Héctor Rio / La Capital
Artista "de casualidad"
María Blanco, la artista, comenzó su carrera "de grande y de casualidad. Fui a acompañar a una amiga a la facultad y mi hija me anotó en Bellas Artes. Ahí tuve como docente a Claudia del Río y comencé a bordar. Cuando inserto la aguja en la tela no sólo es una custión técnica, para mí es anímica. Por cada puntada sos otra y cuando veo un trabajo que hice hace algún tiempo, por cómo está hecho me doy cuenta cómo era mi ánimo en ese momento. Por eso mirar, jugar en comunidad, es lo único que nos va a diferenciar. Nos tenemos que arropar".
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Una de las obras que se presenta es un tapiz de 4 metros por 3 que cobija y muestra a Rosario, y se titula "No Fecha". Consiste en una tela sedosa en la que está bordada la ciudad, con su río marrón, su cielo celeste y sus historias graciosas, trágicas, amorosas. La obra se expuso en la "Microferia de Arte" que se hizo en julio en el CEC y causó sorpresas. “La gente se ve reflejada ahí. Están los clubes, las plazas, los barrios centrales y periféricos. Hay bicicletas, aviones, rosarinos", contó Blanco.
Los que vieron la obra en la exposición se paraban frente al tapiz y se generaba una situación artística de interpelación: la gente frente a la tela señalaba un punto determinado y recordaba su paso por el lugar. Su escuela, el primer novio, un chiste sobre una calle o un hecho trágico.
Blanco generó, a lo largo de los últimos años, dos proyectos en conjunto con otras artistas: un taller de bordado en la cárcel de mujeres y una ronda de bordado en distintos barrios de Rosario. Cree que "en los barrios se nota que la salida ante situaciones sociales es en conjunto. El bordado muestra y los que bordan en los barrios luego de hacer la obra las quieren mostrar. Hay personas que necesitan sentir que el otro los valora. El bordado es además de arte, sanación. En las rondas se habla mucho y esa charla después se aprecia en las obras, que son a menudo pequeñas”.
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Uno de los tapices que se exhibirá en Subsuelo.
Foto: Sebastián Suárez Meccia / La Capital
El concepto de mirar, para el crítico y escritor John Berger, es sencillo: "Mirar todo lo que sobresale del perfil. El contorno, la categoría, el nombre de lo que es". La identidad de un objeto, para Berger, o el color o la forma, es lo que revela la visibilidad y es una forma de crecimiento. Eso es lo que aborda Blanco, una tridimensionalidad que puede tocarse con la mirada.
Solomonoff, en la argumentación de la curaduría, expresó: "La narrativa se desvanece. Tenemos que declararnos analfabetas y dejarnos sorprender por las nuevas historias. María Blanco nos permite ser testigos, nos convoca para acompañarla en la acumulación de un vestigio que aparece, el rito de sus nuevas palabras. La materialidad como única posibilidad y después renacer".
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Para Blanco los tiempos del bordado son otros tiempos, un tiempo del mirar pero no de ocio creativo. "El tiempo que me llevó cada obra es un tiempo que no puede dimensionarse, no es lo mismo mirar que ver y en el arte textil hay un movimiento. Sale de la pared y no se sabe cuál es el frente y el atrás, pero eso en una pintura está bien definido. En el textil todo se relaciona y excede lo doméstico. En «No Fecha» el río es protagonista, la gente que ocupa espacios, los camalotes que no se ven. Rosario me apasiona, su olor, su aire. Y eso quise bordar".
Solomonoff arriesgó: "Analfabeta no es una despiadada declaración, es una entrega donde ella no zozobra, pero tampoco sentencia. Vamos, entreguen sus sentidos, déjense llevar, acompáñenme a consumar este acto sensible, preciso, político. Podemos desdibujar una palabra, construir una ficción que nos lleve a cualquier lugar, uno irreconocible. O resistirnos con toda lucidez, aceptar inmutables que la analfabeta es al mismo tiempo una forastera, no la conocemos, que habla un extraño lenguaje. No escribe, acumula, confunde. María desdibuja su identidad primaria para reivindicar que frente a frente, mirándola fijamente, nos está entregando otro camino”.