Ahora se abre un período de tiempo, que todavía no está claro cuánto se extenderá, en el que cohabitarán los históricos con los nuevos integrantes. Después de momentos de tensión extrema, como la reunión a la que Pullaro convocó a los cortesanos un domingo a las 7 de la mañana o las protestas en los tribunales motorizadas por magistrados y el sindicato de los empleados judiciales, sobrevino un período de distensión.
Aunque en la Casa Gris pretenden culminar el proceso de renovación, en el entorno más próximo al gobernador reconocen dos gestos del máximo tribunal. Uno es el fallo en el caso Nocelli, un expediente en el que el propio Pullaro incluso llegó a considerar el indulto. El otro, que el entonces presidente de la Corte Suprema, Rafael Gutiérrez, se haya trasladado a Rosario para participar de la junta de seguridad que se organizó tras el asesinato de Andrés Pillín Bracamonte, jefe de la barra de Central. Como parte de esa desescalada entre poderes, el gobierno agilizó el trámite de ingresos y ascensos, que estaban empantanados en medio del conflicto.
En la mesa chica de Unidos sostienen que no habrá nuevos embates. “Estamos todos enfocados en el 13 de abril. Los objetivos del gobierno son la seguridad en Rosario, que arranquen las clases el 24 y las obras”, plantea uno de los principales dirigentes de la alianza.
Lo cierto es que la coalición que nuclea a radicales, socialistas, macristas, el javkinismo y otras fuerzas galvanizó el frente interno y operó de vuelta sobre la fragmentación opositora, sobre todo del peronismo, para aprobar los tres pliegos con amplia mayoría.
Amalia Granata y un juego al límite
En medio de ese consenso extendido y que tuvo al exgobernador Omar Perotti como garante y contraparte del acuerdo, Amalia Granata buscó aparecer como una figura disruptiva.
En el oficialismo lamentaron que el presidente del radicalismo, un viejo zorro de la política santafesina pero acostumbrado a las discusiones de caballeros del Senado, mordiera la carnada de la mediática.
“Ella hizo un discurso malo, de un tema que no maneja. Sacamos una votación contundente, era goleada, y se crea una noticia negativa”, dice una de las principales espadas legislativas de la coalición.
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Como sucedió con la reforma previsional, Granata intensa compensar con escándalo su debilidad parlamentaria al frente de un bloque que, otra vez, se resquebraja, su falta de expertise técnica y su desventaja en la disputa con La Libertad Avanza por el voto de la derecha.
Con sus ataques personales y golpes por debajo del cinturón, la estrategia de la expanelista importa una dinámica de grieta recargada no habitual en la provincia. Es un estilo agresivo que puede fidelizar un núcleo propio de votantes pero que no suele permear en electorados más amplios. Carolina Losada transitó ese andarivel en la Paso de Unidos en 2023 y se encontró con un callejón sin salida.
Los chispazos en el recinto de Diputados y las escaramuzas virtuales muestran las dificultades para trasladar del laboratorio a la realidad la estrategia de no confrontación y que la marcha de la gestión marque el pulso de la campaña. Como dijo alguna vez Alfio Coco Basile: “Yo a mis equipos los paro bien en la cancha. El problema es que cuando empieza el partido, los jugadores se mueven”.
Electorados en disputa
Roque Cantoia, director de la consultora Doxa Data, distingue cuatro zonas del electorado. La primera, mayoritaria, la integran quienes aprueban tanto el gobierno de Pullaro como el de Milei (45,2%). En la segunda se ubican los adherentes del socialismo y el viejo Frente Progresista: los que aprueban la gestión provincial pero que reprueban la nacional (16,6%). En la tercera está el núcleo duro libertario (12,3%), los que le suben el pulgar a la Casa Rosada y se lo bajan a la Casa Gris. En el cuarto cuadrante está el voto peronista (25,9%) que rechaza ambas administraciones.
La atención puesta en Unidos, Granata y LLA —que por ahora se enfoca más en la redes que en una campaña clásica— le permite moverse fuera del radar a Marcelo Lewandowski y Juan Monteverde.
El senador nacional y el concejal por Rosario compiten por quién es el peronista más votado. Sin Omar Perotti en cancha, un interrogante es hacia dónde se inclina el reutemismo social, votantes conservadores del interior que pueden no sentirse atraídos en primera instancia por opciones más asociadas al progresismo.
Aunque las elecciones son difíciles de predecir y los electores son cada vez más volátiles, en el laboratorio de Unidos creen que el oficialismo puede moverse en el rango de los 35 y 40 puntos, el peronismo entre los 25 y los 30, LLA entre 15 y 20, y Granata entre 5 y 10.
“La gran incógnita es cuánto bajamos nosotros y se llevan los libertarios”, dice un armador del oficialismo.
Unidos tratará de evitar los errores no forzados, pero hay factores que escapan a su control: que ocurra un hecho policial de impacto, que Milei intervenga en la campaña santafesina o que aparezca turbulencia en el frente económico.
El criptogate de Milei
En este sentido, el escándalo que desató el presidente con la promoción de la criptomoneda Libra es una tormenta autogenerada.
En una situación inédita pero natural en una era de presidentes outsiders, plataformas digitales y promesas de plata fácil, el presidente infló una burbuja especulativa de cortísimo plazo que dejó un tendal de damnificados.
La movida desconcertó al aparato comunicacional del gobierno, que osciló durante horas entre la teoría del hackeo y la caza de brujas para averiguar quién había embarcado a Milei a ser el frontman de lo que a todas luces parecía una estafa piramidal.
En el primer intento de control de daños, ya en la madrugada del sábado, mostró a un Milei que intentó despegarse de la maniobra, a pesar de que en noviembre se reunió con el CEO de la compañía, la pantalla para recaudar fondos se llamaba Viva La Libertad Project y su difusión fue clave para darle credibilidad al activo tóxico.
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El ascenso y caída de Libra pega en el mundo cripto de la misma manera que si Mauricio Macri hubiera salido a patear señoras en Recoleta o si Cristina Kirchner se hubiera parado a escupir gente en el centro de La Matanza. Es un golpe a su núcleo duro, pero también a sus credenciales: ¿desde qué lugar va a criticar a los “econochantas” alguien que promociona un esquema ponzi?
Se verá a partir de este lunes si el criptogate repercute en los mercados, pero la pax financiera es una de los fundamentos de la baja de la inflación, que a su vez es el principal capital político de Milei.
Para la oposición, es la oportunidad para salir de la posición defensiva ante un oficialismo que pese a estar en hiperminoría en el Congreso con la media sanción de Ficha Limpia y la suspensión de las Paso se acerca a rediseñar el juego electoral.
Pese a que el juicio político aparece como un recurso tentador —o el único— para ofrendar al 44% que se para en rechazo total a Milei, el trámite del impeachment puede convenirle al presidente más que una catarata de pedidos de informes.
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En un contexto en que el escudo popular sigue firme —por la baja de la inflación, las expectativas y la adhesión a su agenda— el gobierno puede victimizarse ante la opinión pública y reforzar el clivaje casta-anticasta que lo llevó a la Casa Rosada y le sigue rindiendo en el poder.