“Nico Camino dejá de matar gente inocente”. La nota con esa leyenda fue hallada a metros del cadáver de un hombre acribillado a balazos la madrugada de ayer en barrio Tío Rolo. Anoche al cierre de esta edición la víctima no había sido identificada pero el mensaje escrito no permitía descartar su vínculo con la trama de internas entre narcos que tributaban a Los Monos entre quienes está su supuesto destinatario: Pablo Nicolás Camino, condenado por dos homicidios y sindicado como líder de una violenta banda con epicentro en el sudoeste rosarino.
Sin embargo, hasta no saber la identidad del hombre asesinado en una secuencia de tres crímenes en seis horas, todos en zona sudoeste, gran parte de la historia seguirá enmarcada entre teorías e hipótesis.
Mojón
El crimen de Lorenzo “Jimi” Altamirano, el pasado 1º de febrero frente al estadio de Newell’s Old Boys, puso otro mojón más allá de los límites de la violencia urbana en Rosario. La principal hipótesis, según la cual el músico y malabarista de 28 años fue raptado “al voleo” en la calle para ser asesinado con la intención de enviar un mensaje mafioso de alto impacto, pone a cualquier rosarino a merced de los humores de quienes ordenan esos ataques desde las cárceles.
Pero más allá de esa perversa innovación en una ciudad donde las “víctimas de rebote” ya son una parte importante de los homicidios, el mensaje hallado entre las ropas del artista callejero orientó las pesquisas hacia la barra leprosa cuyo liderazgo en las sombras le atribuyen a Ariel “Guille” Cantero mediante células que gestionan negocios basados en la venta de droga en territorio.
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El crimen de Jimi reactualizó la situación de una estructura que, para los investigadores, funcionaba mediante cuatro células “autónomas e independientes” que tributaban a un líder común. Esas células están lideradas por Leandro “Pollo” Vinardi, Damián “Toro” Escobar, Marcos “Pato” Mac Caddon y Camino. Según los pesquisas cada uno de ellos regentea gavillas en territorios específicos donde se hacen fuertes imponiendo la violencia para controlar delitos de todo tipo. En ese marco aportan a la conducción de la barra desde las cárceles.
Se presume entre los investigadores que la autonomía de esas células pudo haber mutado en enfrentamientos entre sus líderes. Sin embargo, mientras los mensajes tengan destinatarios más claros que los móviles de los ataques, en Rosario nunca puede dejar de desconfiarse de determinados “documentos” teniendo en cuenta que ya hubo una banda que plantó cartelitos en escenas de crímenes pretendiendo incriminar a otra para desviar investigaciones.
Tampoco dejan de llamar la atención las “objeciones éticas” que plantean los emisores al “firmar” sus crímenes: “dejen de matar inocentes”, “dejen de mandar a los pibes (presuntamente menores) a tirar tiros” y otros escritos en ese sentido.
Otro más
Pasada la 1 de ayer vecinos de Vicente Medina y Camino Nuevo a Soldini llamaron al 911 para advertir de la aparición de un cadáver tras una serie de disparos. Los policías hallaron a un hombre muerto sin identificación entre sus prendas y al menos siete heridas de arma de fuego en axila, rostro, brazo derecho, cuello y espalda. Si bien no ubicaron a testigos, incautaron cinco vainas servidas. Y a unos metros del cuerpo una nota que decía “Nico Camino dejá de matar gente inocente”.
Entre las primeras medidas que ordenó el fiscal de Homicidios Ademar Bianchini dispuso la autopsia y pericias de identificación. Pero más allá de esos datos indispensables para orientar la pesquisa, algunos investigadores repararon en las broncas en las que podría estar involucrado Camino como destinatario del mensaje.
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Mientras cumplía condena por homicidio en Coronda, Camino fue uno de los cuatro presos que en abril de 2018 mataron a Rubén “Tubi” Segovia, alguna vez también líder de la barra leprosa. Y desde 2021 comenzó a sumar imputaciones por manejar desde la cárcel una gavilla polirrubro que supo sembrar el terror en los barrios Godoy, Villa Nueva, Bajo Cullen y otros del sudoeste de la ciudad. Las acusaciones siguieron el año pasado cuando su novia, Melisa N., fue imputada del doble crimen de dos hermanas en Cabín 9 por una presunta deuda de droga. Luego la pareja fue imputada por amenazas y una balacera contra una oficina del Servicio Penitenciario.
En ese contexto, y más allá de la interna de segundos jefes de Los Monos, un investigador reparó en otra bronca de Camino, en este caso con Emanuel “Tato” L. Cuando cayó en noviembre de 2021 en Tablada, este joven estaba sindicado como organizador y recaudador de la banda de extorsionadores y tiratiros que lideraba Camino desde la cárcel. Entre los elementos que le secuestraron al ser detenido había tres entradas de protocolo para un partido entre Newell’s y Central Córdoba de Santiago del Estero.
Al parecer en los últimos días Tato y Nico, ambos presos, estuvieron mandándose mensajes violentos.