La trama del falso abogado de Sunchales, acusado de estafar a clientes por más de 54 millones de pesos, empezó a desmoronarse por una situación tan absurda como alarmante.

Un abogado advirtió que su firma estaba siendo usada en escritos falsos por el estafador, que se hacía pasar por letrado, y descubrió una maniobra que derivó en una estafa millonaria. Tenía apenas 13 materias aprobadas de Derecho
La trama del falso abogado de Sunchales, acusado de estafar a clientes por más de 54 millones de pesos, empezó a desmoronarse por una situación tan absurda como alarmante.
“Esto es algo increíble, digno de película”, resumió el abogado Juan Manuel Chiapero, quien descubrió que alguien estaba usando su identidad profesional para fabricar documentos judiciales apócrifos.
Todo se inició en un caso de derecho de familia, vinculado a un cuidado personal. Chiapero había enviado una carta documento y, al recibir la respuesta, observó que quien decía patrocinar a la contraparte era un profesional que no conocía.
“Sunchales es una ciudad chica… pensé que era un colega nuevo”, relató.
La alerta definitiva llegó días después, cuando un colega ingresó a su estudio con una pregunta inquietante: “¿Vos firmaste esto?”.
Se trataba de una demanda supuestamente firmada por Chiapero, acompañada por un código QR. “El sistema judicial de Santa Fe no funciona así. Los escritos se presentan con firma digital, no con QR. Ahí supe que eso no era mío”, explicó en el programa De 10 por LT10.
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El engaño se agravó aún más cuando otro abogado mostró el mismo escrito falso y un decreto atribuido a una jueza de Familia de Rafaela, con logos oficiales y nuevamente con QR. “Ahí la situación ya era gravísima”, afirmó.
Chiapero presentó la documentación ante el juzgado de Familia, que dio intervención al Ministerio Público de la Acusación (MPA).
Mientras la causa avanzaba, comenzaron a aparecer las víctimas. Una mujer relató que había confiado su causa familiar al supuesto abogado, quien la tranquilizaba con papeles, trámites y promesas: “Ya está todo hecho”, le decía.
Cuando ella fue al juzgado de Rafaela descubrió la verdad: el expediente no existía.
Las sospechas se confirmaron cuando la jueza informó que el imputado no tenía matrícula en Rafaela, Santa Fe ni Rosario.
Tampoco existían los trabajos que el acusado decía haber realizado en estudios jurídicos y empresas.
La investigación reveló que Juan Andrés Zurvera había aprobado solo 13 materias de Derecho, nunca se recibió y aun así montó durante más de tres años un estudio jurídico en Sunchales.
Aunque Chiapero no fue víctima económica directa, sí sufrió la usurpación de su identidad profesional y la falsificación de su firma. “Yo no fui víctima pecuniaria, pero sí por la usurpación de mi firma”, aclaró. Según la causa, en las cuentas del imputado se detectaron movimientos por alrededor de 50 millones de pesos, producto de los cobros a clientes engañados.
El abogado estimó que el ejercicio ilegal se concentró a lo largo de este año, y explicó que muchas causas nunca existieron: “No hay nada iniciado. Era todo mentira. El ardid era sacarle dinero a la gente”.
Las maniobras incluyeron falsos trámites por tenencia de menores, cuotas alimentarias y asignaciones, todos inexistentes en el sistema judicial.
“Hay gente que no quiere hablar. Más allá del daño económico, están muy dolidos, porque confiaron”, concluyó.
El MPA determinó que Zurvera defraudó a sus clientes por más de 54 millones de pesos. Solo entre enero y noviembre de 2025 recibió 18 millones.
Durante los allanamientos, la Policía Federal halló sellos apócrifos con matrícula falsa ocultos en un ladrillo, documentación con firmas digitales falsas de jueces, y celulares, laptop y archivos.
El fiscal Guillermo Loyola imputó al acusado por estafas reiteradas, falsificación de documentos y usurpación de título. El juez Javier Bottero ordenó la prisión preventiva sin plazo.
Una de las víctimas fue su madre, Liliana Gorgo, expresidenta del club Unión de Sunchales, quien creía que su hijo era abogado.
El daño, coincidieron las víctimas, supera lo económico: “La plata la necesitamos, pero lo peor fue la estafa emocional”.



Por Hernán Cabrera
