Una escuela de waterpolo abrió sus puertas este enero para los chicos del barrio Parque Casas. Se trata de un deporte que lo aprende y practica la clase media y media alta, pero hoy, en el club Sparta de la zona norte de Rosario, el camino se abre para todos. La cuota tiene un valor simbólico y los profesores impulsaron este proyecto ad honórem porque “hay que creer y seguir insistiendo con las construcciones colectivas”. Hoy, hay más de 30 chicas y chicos que ya son alumnos de esta escuelita; la que no solo significa formación en el deporte, sino un refugio de amor y solidaridad.
Cuando los chicos del barrio se enteraron de la escuela de waterpolo fueron corriendo hasta el club Sparta, ubicado en Maciel 1235, para anotarse. No sabían bien de qué se trataba el deporte, pero las ganas de aprender fueron más fuertes. En Parque Casas juegan al fútbol, y ahora también, al waterpolo. Durante las prácticas, los profesores dan indicaciones desde el borde de la pileta y los chicos sumergidos en el agua, las siguen atentos y con dedicación, pero además se ríen porque están contentos. Son felices.
El proyecto que lleva el nombre “Waterpolo en Sparta” fue idea de Fernando de los Santos, exjugador de la Selección de waterpolo de Argentina y presidente de la Vecinal Parque Casas, ubicada en diagonal al club. “Es un barrio con muchas necesidades donde las instituciones de barrio, como lo son el club y la vecinal, funcionan como un refugio. Es fundamental que haya cada vez más actividades culturales y deportivas que alejen a los pibes de la calle. Por eso, en noviembre del año pasado le presentamos esta iniciativa a la nueva comisión directiva de Sparta”, indicó de los Santos.
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Sparta es un club de barrio que en 2023 fue recuperado por vecinos que estaban cansados de la situación en la que se encontraba la institución, donde un grupo de personas le sacaba provecho económico. Con un gran esfuerzo, se llevó adelante un proceso de normalización. Los vecinos conformaron una comisión directiva con socios nuevos y recién ahora el club empezó a funcionar como corresponde. La recuperación de los clubes de barrio es una tarea titánica a la se enfrentan los rosarinos de distintos puntos de la ciudad.
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En este marco, la nueva comisión directiva, reveló: “Desde que comenzamos a trabajar conseguimos la personería jurídica, ponernos al día con los papeles fue fundamental. Con mucho trabajo organizamos eventos para recaudar fondos y logramos concretar varias obras, como la colocación de un nuevo portón de ingreso o arreglar el techo del salón que se había caído. Se están poniendo en valor muchos sectores de la institución”.
La actividad se practica los lunes de 17 a 19 y los jueves de 19 a 20.30 y está destinada a chicos de entre 9 y 15 años porque “es importante que sepan nadar”. Para participar es necesario que sean socios del club y el valor de la cuota es de 1000 pesos. Si bien la cuota tiene un valor simbólico y es accesible, con la crisis económica que atraviesa a cada sector de la sociedad, a los papás se les hace difícil pagarla. “Estos deportes necesitan más apoyo del Estado porque son a pulmón y primordiales en la formación de infancias y adolescencias”, manifestó el coordinador de la escuelita.
El proyecto implica un enorme sacrificio, pero los resultados son reconfortantes. Al principio, abrir la escuela fue una odisea desde el plano económico ya que todos los insumos que se necesitan para practicar el deporte tienen un costo elevado por ser importados. Difícil pero no imposible: armaron ellos mismos los arcos y con esfuerzo compraron las pelotas, ahora faltan los gorros que en el waterpolo son como la "camiseta".
Hace poco visitó una de las prácticas Enrique “el Gato” Piedfort, entrenador de la selección nacional durante muchos años y una leyenda del waterpolo. El Gato, como le dicen los que lo conocen, apareció en Sparta para charlar con los chicos y ver la práctica. Además, les donó algunos gorros, aunque desde la escuelita expresaron necesitar más porque son muchos los chicos que participan.
“Soy exjugador de waterpolo de Gimnasia y Esgrima de Rosario, pero en el club, además de formarme como jugador, me forme como persona. La solidaridad, interactuar con los demás, la ayuda mutua, fueron características indispensables para lo que soy como persona hoy en día”, contó Tomás Sukerman, uno de los profesores que forma parte del proyecto.
Los pibes de Sparta dan brazadas cuidadosas porque en el waterpolo hay que proteger la pelota, pero cada tanto gritan “goool” y festejan salpicándose con agua. Aprenden y se divierten con un deporte que desconocían. Quienes participan de “Waterpolo en Sparta” coincidieron en la importancia de que se realice un trabajo articulado entre los clubes de barrio, el Estado y los socios. “Hoy tiene que haber un compromiso mayor por todo lo que se vive en Rosario, los chicos no pueden estar más en la calle. Es lo que necesitamos en los barrios”, explicaron.
También confesaron que los chicos aprenden rápido y no faltan a ninguna práctica porque en el barrio entendieron que para ser parte del equipo hay que ser buen amigo y trabajar desde la construcción. También que el waterpolo lleva dedicación porque se necesita saber nadar y desarrollar distintas técnicas que facilitan la destreza acuática. El club y los profesores se las arreglan como pueden con un trabajo de hormiga incansable, pero faltan recursos económicos. Aquellos que quieran ayudar mediante donaciones a que cada vez más chicos conozcan qué es y qué significa el waterpolo pueden comunicarse al 341-336-6182.