“Dos facturas”, “1500 en criollitos” y “Menú del día” son algunas de las solicitudes que pueden aparecer en el papel. Terminada la transacción, el personal de la panadería le deja el pedido en su bolsita, el perro lo toma con su boca y lo lleva de regreso al hogar, sin comerse ni una miga. En redes sociales, esta adorable secuencia se hizo muy viral: el video de Otto "comprando", compartido por Nicolás (@nicolaseguia) un vecino del barrio, alcanzó las dos millones y medio de visualizaciones.
Hace un año que Hipolito “Polo” Reynoso, un ingeniero agrónomo de 70 años, y Otto, su labrador de color negro, se mudaron al barrio Cerro de las Rosas en Córdoba Capital. Desde ese momento, están perfeccionando esta técnica de adiestramiento. Además de la panadería, Polo también envía a su perro a un restaurante a dos cuadras de su casa a buscar el menú del día. Allí lo manda con una heladerita de telgopor, para conservar el calor de los alimentos.
Alejandro, el dueño de la panedería Cafe Molino, donde Otto hace su estelar aparición cada día, recuerda la sorpresa que se llevó al "venderle a un perro" por primera vez. "Hace un año, cuando llegó al barrio, Hipólito se presentó en el local y me avisó que su hijo era quien le hacía las compras, que iba a venir con una bolsa, un pedido en un papel y plata en efectivo todos los días. Yo ahí pensé: '¿Para qué me cuenta esto'?". Claro, el "hijo" era Otto, su labrador de 10 años.
"El perro viene todos los días, con la plata, la bolsa y el papelito", afirma el comerciante y agrega, sobre las primeras veces que el can fue hacer los mandados: "Al principio, le hizo el caminito un par de veces, la bolsa siempre es la misma, y siempre me busca a mi". Relata la transacción: "Yo agarro la plata, le preparo el pedido, lo peso, pongo todo en la bolsa y vuelve para su casa".
Cómo enseñarle a un perro a hacer los mandados
La inteligencia y el desempeño de Otto conquistaron a miles de corazones en las redes sociales. En conversación con La Capital, Reynoso, dueño del perro, explica cómo logró que su mascota le resuelva las compras.
“No es nada del otro mundo”, comienza Hipólito Reynoso, en diálogo con este diario, sobre las habilidades de su mascota para hacer los mandados. “Lo que pasa es que el perro tiene 10 años, y en ese tiempo estuve solamente uno o dos días sin él, el resto he estado permanentemente con él, de mañana, tarde y noche”, continúa, y suma: “Voy de vacaciones y lo llevo, voy al cine y me espera en la puerta, en el auto. El secreto es que estoy siempre con él y que tengo un feeling muy, muy especial con los perros”.
“Es todo cuestión de que el perro entienda quién es el que manda, todos los perros buscan un líder, y en este caso soy yo el líder de los perros”, agrega Polo, y señala, sobre la raza de Otto: “Los labradores son muy inteligentes, cuando tienen ganas de satisfacer hay cosas que hacen solos y esto hay que incentivarlo, nunca pegándole, sino con una caricia o con comida, al principio”.
Con esta constancia, Reynoso comenzó a enseñarle distintas comandas, como que le alcance desde las chancletas hasta herramientas de trabajo o que le vaya a hacer las compras. Polo, quien también se hace llamar el “encantador de perros”, asegura que estas habilidades no se explican por la “intuición”, sino por la “inteligencia” de los canes.
Además, Hipólito respeta cuidadosamente algunos pasos en esta técnica de adiestramiento. “En principio, trato que sea todo igual para no confundirlo, por ejemplo, lo mando a comprar siempre con la misma bolsa”, dice, y ejemplifica: “Ahora le estoy enseñando a ir a un restaurante a dos cuadras de mi casa, y ahí lo mando con una heladerita de telgopor. Entonces sabe que la bolsita es para la panadería y que el telgopor es para el restaurante”.
“Más adelante, ya va a entender todo así que no hay problema en cambiarlo”, asegura el dueño de Otto. “El perro te entiende todo, le ordeno 50 cosas y el perro te entiende”, continúa, y suma: “Sin embargo yo le entiendo dos o tres ladridos diferentes”.
Polo, el “encantador de perros”
En conversación con La Capital, Hipólito Reynoso recuerda todos los perros que pasaron por su vida. “Siempre estuve con uno o dos perros pegados, desde jardín de infantes, me iba a la escuela con un perro en bicicleta”, rememora, y asegura: “Cuando me convocaron al conflicto con Chile en el 78, me lleve a mi perro de ese entonces, un ovejero alemán, a la frontera de Río Gallegos, ¡y fue muy útil para todo el batallón!”.
Además, según cuenta, durante su carrera como ingeniero, en la que se dedicó a la construcción de invernáculos, sus perros siempre lo acompañaron al trabajo, y lo “ayudaron”: “Cuando estaba trabajando y me faltaba, por ejemplo, una tenaza, yo me tenía que bajarme de la escalera, bajarme el arnés, todo un trámite, pero Otto me la alcanzaba en treinta segundos”.
Las imágenes de Otto haciendo los mandados no es la primera secuencia viral de los perros de Hipólito Reynoso, quien se hace llamar “el encantador de perros”. En 2021, se volvió tendencia un video en el que Reynoso alimenta a sus 13 canes al mismo tiempo, pero antes de permitirles comer, los hace rezar un particular Padre Nuestro y hasta les da un sermón sobre cómo deben comportarse.
En ese momento, Polo vivía en una estancia en Roque Pérez, provincia de Buenos Aires, acompañado por sus 13 perros. Cada día, antes de darles de comer a sus mascotas, el amo repetía una singular ceremonia: distribuía la comida en un círculo, con todos los canes alrededor, y antes de darles la orden de comer, agradecía a Dios por el alimento y les daba un pequeño discurso sobre cómo deben comportarse.
En el video viral, se puede ver a una jauría de más de una docena de perros. Hay de todo: labradores, un ovejero alemán, golden retrievers y perritos sin pedigrí, los “junta pulga”, como los describe el propio Polo, el encantador.
Una vez que Reynoso reparte el alimento, algunas veces tiene que decirles “sentado” a los canes más rebeldes. “No me robes más ni una porque te vas. Te vi robándome”, le dice a otro. Además, durante su particular rezo, Polo le pide a sus perros que “no caigan en la tentación de ladrar de noche, irse afuera del alambrado y comer de la mesa”.
Recién cuando escuchan el “Amén”, la palabra clave, que da por terminado el rezo de Polo, los 13 perros se abalanzan sobre la comida.