El final rosa de "Buenos chicos", la última serie de Pol-ka
La ficción, que promedió 6 puntos en televisión pero logró éxito en YouTube, se despidió de una manera previsible donde todas y todos fueron felices y comieron perdices
5 de marzo 2024 · 10:21hs
El último capítulo de "Buenos chicos", emitido este lunes a las 23.15 en la televisión abierta, dejó un mensaje equívoco y, por lo menos, cuestionable en torno a la delincuencia juvenil. Es imposible no asociar la tira producida por El Trece y que fue la última producción de Pol-ka con los "Buenos chicos" de Villa Gesell que asesinaron a Federico Báez Sosa a la salida de un boliche, caso que tuvo alto impacto mediático. Eran ocho chicos buenos de buena familia, rugbiers que, supuestamente, solo querían divertirse (tanto como los de la tira de TV), pero cometieron un asesinato y cinco de ellos recibieron condena perpetua y solo a tres, partícipes necesarios, les dieron 15 años de prisión.
Sin embargo, en "Buenos chicos", que promedió 6 puntos de rating a lo largo de 122 episodios pero se convirtió en éxito en YouTube y redes sociales, todo termina de un modo diferente. Los jóvenes usaron armas de fuego, robaron, se cargaron un par de muertos, se quedaron con dinero que no era propio, invadieron viviendas privadas, trabajaron al servicio de un villano temible que finalmente mató un integrante de la banda que, para eximir culpas, también perdió la vida (ay, guionistas), y a la hora de las condenas todo fue bastante liviano: diez años para todos menos para Bruna, que tuvo seis. En medio de la sesión, Camila, embarazada, se desmaya ante lo ojos inquietos de El Chino, líder de la banda y futuro papá. Y los gritos de Viviana (Romina Gaetani), que insulta a la policía por corrupta.
A los chicos buenos se les reducirá la pena, quizá por buena conducta, vaya uno a saber, y saldrán de la cárcel, de manera escalonada, casi sin modificaciones, estéticas ni emocionales. Pasaron por la cárcel como si hubiesen ido de vacaciones a Mar del Plata y les hubieran tocado diez días de lluvia.
Y lo peor fue cómo se resolvió el día después. Camila y el Chino forman una familia con Antonia. Eme, la chica trans, termina en pareja "para toda la vida" con aquel chico de la calle que era el único distinto del grupo. Zeta, el hijo del juez y la fiscal, retoma su vida y hasta recupera a Mora, el amor de su vida, quien a la vez deja a su pareja (con la que convivía) el mismo día que lo ve salir de la cárcel. Ah, eso sí, su papá abandónico, Lorenzo, el juez corrupto (Luis Machín), quedó postrado en silla de ruedas por un ACV. El Dogo, el otro jefe de la banda, se queda con Angie. Y , como si fuera poco, el policía (Juan Palomino) le pide matrimonio a la fiscal (Gabriela Toscano) y la ahora gran abuela y ex alcóholica se reencuentra con su ex, también ex alcohólico (Luciano Cáceres), quien vuelve de Italia, se peleó con su novia porque "se hizo swinger" (ay, guionistas) y la viene a buscar. Todo esto mientras su ex mujer (Brenda Gandini), psicóloga, asiste a las mamás de chicos presos, con lo que a partir de ese trabajo humanitario encontró "su lugar en el mundo".
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Para rematarla, los "buenos chicos" van a buscar el dinero donde lo habían enterrado diez años atrás, se reparten en partes iguales el botín, unos 20 mil dólares cada uno, y siguen con sus vidas, no sin antes amagar con que podrían volver a las pistas para recuperar la adrenalina perdida haciendo lo que tan bien sabían hacer. Pero no, deciden que deben volver a una vida normal (¿qué sería normal para ellos?). Y que es tiempo de cambiar para un futuro mejor.
Demasiado poco creíble, demasiado final rosa y con un mensaje dudoso y altamente cuestionable. Parecería que, después de todo, se puede salir a robar y matar, total después salís de prisión, te enamorás de nuevo, hacés una familia, y encima te quedás con la platita sucia que guardaste bajo tierra. Pol-ka, que fue una embanderada de la ficción argentina desde 1995 cuando arrancó con "Poliladron", merecía un mejor final para su encumbrada historia en la pantalla chica.