Tener un presidente que no sólo expresó su profunda admiración por Jair Bolsonaro, sino que lo invitó, con toda una comitiva, a su asunción presidencial, convirtiendo ese acto en toda una provocación diplomática hacia la novena economía del mundo, tendría que poner, por lo menos, una alerta en cualquier diagnóstico. Hay algo del gesto autoritario de su par brasileño que lo seduce, del mismo modo que lo fascina esa democracia en vías de transformarse en autoritarismo que es la república de Bukele, o ese gesto de machito alfa que pregona Elon Musk, el tipo que festejó en un tweet el golpe de estado en Bolivia. Las señales están. El rol de Victoria Villarruel no hace más que exacerbar ese apasionamiento bruto.
En este preciso momento, en Brasil, se están dando a conocer las pruebas con las que se inculpa al ex presidente Bolsonaro de haber planificado un golpe de estado. Entre los implicados, está Fernando Cerimedo, uno de los asesores de Javier Milei encargados de la batalla virtual desde la campaña, a quien se lo señala por ser uno de los posibles armadores del intento de golpe por la vía digital. El escándalo es tan enorme como cuando se filtraron los chats que verificaban el armado de la causa a Lula da Silva como el corrimiento vía impeachment de Dilma, que se mereció un documental en Netflix: Al filo de la democracia. El golpe planificado por Bolsonaro finalmente no sucedió como debía, principalmente porque de las tres fuerzas armadas, dos presentaron sus dudas. El juicio, sin embargo, avanza: todo indica que hubo un golpe que se organizó, se planificó, y, finalmente, no prosperó. Por el momento Jair Bolsonaro está inhabilitado a ocupar cargos públicos hasta el año 2030.
Hasta ahora el disciplinamiento social del gobierno de Javier Milei se ha demostrado de varias maneras. La exuberante presencia policial en las mediaciones del congreso, en una de las jornadas más extensas de los últimos años y que tuvo como correlato el retiro de la ley business, fue una de ellas. La no entrega de comida a los comedores populares, so pretexto de que están gestionados por organizaciones sociales, es otra. Alguien debería advertirle a la gestión libertaria que el hambre puede ser un arma fundamental para el disciplinamiento, pero también es un arma de doble filo. Hasta cuándo se soportará el ajuste es una incógnita que desvela a banqueros, embajadas y organismos internacionales. Si la cosa se desborda, en la respuesta al desmadre el ejecutivo se lo jugará todo. Son en los momentos de crisis en que los gobiernos más cristalizan sus esencias.
Los primeros datos de la economía de falso libre mercado que se pretende instalar son alarmantes. Los números ya disponibles asumen que, desde que Milei gobierna, nos encontramos en una de las pérdidas del poder de compra de los salarios más grandes desde la hiper de Alfonsín. El transporte, sin los subsidios nacional, podrá valer el doble, o más. Haber prolongado el presupuesto del 2023 al 2024 pone toda la estructura sanitaria y educativa en crisis. En este contexto, para cuando se quite el subsidio a la energía para las pequeñas y medianas empresas, las mayores fuentes de empleo registrado, el futuro del mundo pymes será el abismo.
Según el índice de ventas minoristas que realiza mensualmente la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) las ventas cayeron, para el mes de enero, según su variación interanual, un 28,5%. Según la variación mensual, es decir, comparando diciembre con enero, la caída fue de -6.4%. La mayor caída correspondió a farmacia, con una variación interanual de -45.8%. Alimentos y bebidas mostraron una baja del 37%. Las medidas adoptadas por el ministro Caputo no han hecho más que acentuar e intensificar el estado de crisis actual. La ley business quedó afuera pero el plan económico, cuyo principal objetivo es la licuación salarial, está en marcha.
Mientras el ejecutivo festeja el leve superávit financiero que consiguió en enero lo cierto es que su razón de ser se sostiene sobre un brutal ajuste donde las jubilaciones se encuentran en las peores condiciones que conocieron en el siglo XXI. Según el análisis de la ejecución presupuestaria de la administración nacional, realizado por la Oficina del Presupuesto del Congreso (OPC), para enero del 2024 los rubros que más contribuyeron a la reducción de los gastos fueron jubilaciones y pensiones (-32,5% a/a) y programas sociales (-59,6% a/a). Sin embargo, el mismo informe indica que los intereses de la deuda crecieron 139,1% a/a.
En un horizonte de profundización recesiva, licuación de ingresos y alta inflación, la política económica aplicada tiende a extremar las consecuencias. Como indican Julia Strada y Hernán Letcher, directores del CEPA, en recientes intervenciones: la paralización absoluta de la obra pública supone la pérdida de 250.000 puestos de trabajo, sólo directos; los combustibles, entre noviembre de 2023 y febrero de 2024, subieron 140%; las prepagas, 121% en el primer trimestre del corriente año; los medicamentos, acumulan aumentos de 101,2% desde noviembre, con un alza significativa del 40% sólo en diciembre; harina de trigo, incremento del 89%; novillito en pie, el kilo vivo, en Liniers, 72% de aumento.
Si creemos que esto son sólo números estaremos en un diagnóstico que poco complejiza. Si aunamos una intencionalidad política que, de manera directa y sin eufemismos, deposita toda fe en una minoría iluminada que dice querer volver a refundar la Argentina, tal cual funcionaba en el 1800, donde ciertas experiencias del autoritarismo global se reclaman como ejemplos reveladores, con un programa económico donde la principal presa del ajuste son las grandes mayorías, el retroceso social puede ser de magnitudes escalofriantes. En el fondo, estamos asistiendo a un disciplinamiento social vía disciplinamiento económico inédito en nuestra historia reciente cuyo objetivo es el declarado: una refundación no sólo económica sino profundamente social. Una sociedad liberal, le llaman algunos. La patria del saqueo, la denominan otros.
Mientras el presidente continúa su batalla sin tregua contra el Estado, al que volvió a definir recientemente como una asociación criminal donde un conjunto de políticos en utilizar el monopolio de la violencia para robar recursos del sector privado, la realidad muestra que el estado puede cumplir múltiples funciones. Los neoliberales lo saben desde sus inicios: destruir el entramado productivo, y empobrecer a su población, puede ser una de sus posibilidades. El Estado no es bueno ni malo de por sí. Todo depende, de las funcionalidades que se le dé.