Maximiliano Pullaro obtuvo un triunfo aplastante frente a Marcelo Lewandowski y será el próximo gobernador de la provincia de Santa Fe a partir del 10 de diciembre. Subido a una gigantesca ola de cambio, el radical rompió la barrera del millón de votos y tendrá mayoría propia en la Legislatura. Se trata de una masa de poder político inédita para una administración no peronista, que le da las principales llaves de la gobernabilidad y lo eleva al estatus de figura nacional. La cara de una nueva hegemonía.
Pullaro no sólo retuvo los 980.567 votos que obtuvo Unidos en las primarias del 16 de julio, donde participaron también Carolina Losada y Mónica Fein. Con 99,70% de las mesas escrutadas, elevaba esa cifra hasta 1.023.759 votos, el 58,40%.
El ex ministro de Seguridad de la provincia ganó en los 19 departamentos de la provincia. En Rosario la victoria fue más ajustada: 47% a 41%.
La victoria de Pullaro corta una sequía de seis décadas del radicalismo santafesino. El último gobernador de la UCR había sido Aldo Tessio, elegido en 1963. Desde el regreso de la democracia el partido sostuvo su estructura territorial a lo largo y a lo ancho de la provincia y ocupó el lugar de acompañante en los gobiernos del Frente Progresista.
En su primer mensaje como gobernador electo, un visiblemente emocionado Pullaro se subió al escenario en el centro de convenciones de Puerto Norte. Agradeció a los votantes y expresó: “Escuché a cada uno de ustedes. Sabemos cuáles son sus reclamos y vamos a trabajar por resolverlos. Sabemos los dolores que tienen los santafesinos, pero también sus sueños”. “Las cosas en Santa Fe van a estar mucho mejor”, prometió.
Acompañado por la futura vicegobernadora, Gisela Scaglia, la ganadora de la categoría Diputados, Clara García, y referentes de toda la coalición, Pullaro aseguró: “Soy un hombre de trabajo, vamos a dejar la vida en estos cuatro cuatro años para que los santafesinos puedan vivir mejor”.
Pullaro construyó su triunfo durante más de dos años. Después de perder en 2021 la interna de Juntos por el Cambio para senadores nacionales recorrió la provincia, tejió acuerdos con los referentes territoriales y mostró vocación de poder.
Ya en campaña, evitó la lucha en el barro a la que quiso llevarlo Losada, mantuvo el tono propositivo, buscó mostrarse con perfil ejecutivo y provincializó la elección.
Con el armado del frente que reunió bajo un mismo techo al Frente Progresista y Juntos por el Cambio y el fin del esquema de tercios tanto en el peronismo como en la oposición deslizaban que quien ganara la interna de Unidos tenía pavimentado el camino hacia la Casa Gris. Y así fue.
“Esto es el fruto del trabajo que empezó hace un año y medio, cuando todas las fuerzas antikirchneristas nos unimos en función del mismo objetivo”, dijo ayer a La Capital uno de los arquitectos principales de la alianza.
Foto: Héctor Río / La Capital
A partir de las Paso Pullaro quedó en el rol de virtual gobernador electo y debió administrar gestos, palabras y silencios. Ya confirmado como sucesor de Omar Perotti, tendrá tres meses de transición hasta el traspaso de mando para terminar de armar el equipo y planificar sus primeras medidas como titular de la Casa Gris.
Pullaro será el jefe de una coalición heterogénea, donde están contenidos partidos con miradas diversas como el PRO y el Partido Socialista, y deberá administrar las tensiones que inevitablemente aparecerán en el transcurso del gobierno.
Seguramente, Felipe Michlig, presidente provincial de la UCR, senador por el departamento San Cristóbal y padre fundador del frente de frentes, tendrá un rol destacado en el armado político de Pullaro ya en el gobierno.
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El millón de votos con el que Pullaro comenzará su gobierno le da una espalda suficiente para laudar ante cualquier conflicto. La mayoría en Diputados y el Senado también le allana el trámite legislativo. En todo caso, deberá negociar los proyectos de ley con los propios en lugar de los opositores.
Incluso, la mayoría legislativa le deja el camino allanado para explorar la siempre postergada reforma constitucional. Una iniciativa que, aseguran en el campamento del dirigente radical, quedará en el mejor de los casos para la segunda mitad del mandato.
Eso no significa que haya recibido un cheque en blanco. Tanto Pullaro como su entorno político más cercano saben que llegan al gobierno en una era de mayorías volátiles, que deben ser revalidadas día a día desde la gestión. Y son conscientes de que enfrentan una agenda endiablada de problemas, en la que aparece resaltada en rojo la violencia en Rosario. Será clave dar respuesta en el corto plazo a esas demandas para sostener ese nivel de apoyo político.
Pero además, el triunfo de Pullaro lo catapultó a la escena nacional, donde está en marcha una transición de liderazgos. El futuro gobernador de Santa Fe subió al escenario a referentes nacionales de Juntos por el Cambio, que rema desde atrás para meterse en el balotaje. Allí estuvieron Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta, Martín Lousteau, Rogelio Frigerio y José Luis Espert.
En contraste con el discurso de barricada de Bullrich, que sostuvo que la elección en la provincia “entierra al peronismo en Santa Fe”, Pullaro ensayó un tono más medido. Incluso se cuidó de no ofender a los votantes de Javier Milei que lo acompañaron en las Paso y en las generales: dijo que “la provincia se tiene que alinear al cambio que tiene que venir en la República Argentina”. Gestos de un futuro gobernador que no quiere perder ni una gota de combustible político antes del despegue del 10 de diciembre y que tiene una hoja de ruta compleja por delante.