Una parte del mercado negro de armas de fuego a nivel local comenzó a develarse con la investigación que este lunes dejó 14 imputados, 12 de ellos presos, por comprar armas de fuego de grueso calibre que luego iban a parar al comercio ilegal. Así llegaron a manos de bandas criminales y a estar vinculadas a casos de violencia urbana. Un doble homicidio aparece como caso testigo y valió para que el comprador original del arma utilizada en ese hecho sea acusado como partícipe necesario.
El 20 de mayo pasado dos jóvenes fueron asesinadas en la zona sur al ser atacadas a tiros mientras iban juntas en una moto. Se llamaban Dalma Giuliana García y Julieta Gaitán, de 19 y 23 años, y fueron víctimas de una emboscada con características típicas del crimen organizado. Sin embargo la investigación del doble homicidio expuso una historia de marginalidad en la que la mala fortuna determinó el destino de las chicas.
Doble crimen
Aquella madrugada las chicas estaban en la casa de una amiga llamada Nerea, a la cual Julieta Gaitán le pidió prestada su moto para ir a un kiosco 24 horas a comprar algo dulce para comer. La amiga le prestó, además, una campera y el casco pero no le mencionó un dato clave: estaba metida en problemas y hacía al menos una semana que la estaban buscando para matarla. Gaitán, prácticamente vestida como Nerea y al volante de su moto, partió junto a García sin imaginar lo que les deparaba el destino.
Cuando iban camino al kiosco otra moto con dos ocupantes se les acercó y uno de ellos comenzó a dispararles. Una de las chicas recibió cinco balazos y la otra tres. Un testigo del crimen pudo ver algunas características de los tiradores, datos con los cuales agentes del Comando Radioeléctrico comenzaron a buscarlos y pudieron divisarlos en la zona. Tras una persecución lograron detenerlos en Biedma al 2900.
En el intento de huida los pistoleros descartaron una Taurus 9 milímetros que los policías pudieron hallar. Los peritajes sobre el arma concluyeron que había sido utilizada en el doble crimen, por lo cual ambos detenidos quedaron imputados como coautores de homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
El origen del arma
En aquel momento la investigación del doble homicidio se centró en acreditar que los acusados habían sido los autores del hecho. Se supo que no tenían participación en alguna banda criminal y de la misma manera no se logró contextualizar el asesinato de las chicas en una trama específica.
La hipótesis al día de hoy es que pudieron cometer el hecho a cambio de drogas o escaso dinero. De hecho al momento de ser imputados ambos aseguraron no recordar nada de lo que había sucedido. "Llevábamos cuatro o cinco días de caravana. No me acuerdo de nada", había dicho uno de los autores del doble crimen.
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Este caso se conecta con las imputaciones por venta de armas porque se supo que uno de los acusados, Claudio S., la había adquirido junto a otras seis armas como legítimo usuario. Cuando el doble homicidio de las chicas trascendió públicamente, este hombre decidió formalizar una denuncia por el supuesto robo de esa pistola y otras cinco armas. Según declaró, se había tratado de un asalto en su casa ocurrido el 20 de mayo pasado, mismo día del doble crimen.
El fiscal Patricio Saldutti, a cargo de la investigación de los homicidios de Gaitán y García, se sumó este lunes a las imputaciones vinculadas a la compra de armas que luego eran derivadas al mercado ilegal.
Consideró que Claudio S. había sido partícipe necesario del asesinato de las amigas al poner a disposición un arma de fuego que había comprado legalmente. Mientras tanto se investiga un eslabón todavía sin esclarecer: quién adquirió el arma desde su dueño original y cómo llegó a los autores del doble crimen.