El asesinato del entrenador Marcos Guenchul comenzará a juzgarse este miércoles en el Centro de Justicia Penal. Con una duración prevista de un mes, al debate llegarán tres imputados que afrontan un pedido de prisión perpetua. Los fiscales Adrián Spelta y Gisela Paolicelli requirieron esa pena para Maximiliano Rodrigo Panero, Caio Santiago Soso y Priscila Vanesa Denoya como “coautores funcionales” de un plan urdido para terminar con la vida del preparador físico a raíz del conflicto que éste mantenía con la mujer, su ex pareja, con quien tenía una hija en común.
Los jueces Facundo Becerra, Mariano Aliau y Carlos Leiva integran el tribunal de juicio que arrancará a las 8 en la sala 10 del complejo de Sarmiento al 2800. De 8 a 14 y hasta el 30 de junio desfilarán los testigos propuestos tanto por la Fiscalía como por la querella y los defensores de los acusados. “Consideramos que los tres estuvieron de acuerdo en asesinar a Marcos. Estamos seguros de que vamos a demostrar los extremos de la acusación”, dijo Leonel Botta, abogado que representa a la familia de la víctima.
Guenchul fue asesinado minutos antes de las 22 del martes 23 de julio de 2019. El entrenador de 32 años había salido de su trabajo en el gimnasio Progress Fitness de Mendoza al 4900 y caminaba hacia la parada de un colectivo que pensaba tomar para ir a la casa de su novia. Fue abordado por un hombre que a punta de pistola lo forzó a doblar por calle Sucre y caminar unos 30 metros antes de efectuarle dos disparos, uno mortal a la cabeza, sustraerle una mochila y escapar.
La hipótesis inicial del homicidio en ocasión de robo mutó a partir de las imágenes que habían sido captadas por cámaras de vigilancia de la zona. Se descubrió que un Peugeot 208 había estado 40 minutos estacionado en una esquina esperando a que Guenchul saliera del gimnasio. De ese vehículo bajó el hombre que encañonó y terminó asesinando al entrenador. Además pudo verse cómo el rodado iba avanzando a la par del homicida y su víctima mientras éstos caminaban por calle Sucre.
El vehículo fue hallado en una cochera de los padres de Soso, un técnico en seguridad e higiene de 34 años que fue detenido días después del crimen en el aeropuerto de Ezeiza a punto de tomar un vuelo con destino a Líbano. Su celular se había activado en una antena cercana a la escena del crimen a la hora en que se cometió.
Tras dos meses detenido, Soso pidió declarar. Dijo que su cómplice había sido Panero, el ex maquinista vial de 40 años acusado como sicario. En esa ocasión Soso argumentó que no había intención de matar a Guenchul sino hablar con él “para que entendiera y no molestara más a Priscila”. Para entonces ya se sabía que la víctima y Denoya mantenían un conflicto por el régimen de visitas de Tiziana, la hija de entonces 3 años que tenían en común.
La mujer de 34 años también terminó involucrada cuando el fiscal consideró ella había actuado como instigadora. Con una hija de 27 días fruto de su relación con Soso, le dictaron prisión preventiva efectiva y quedó tras las rejas imputada como instigadora de un crimen triplemente calificado por el vínculo, la promesa remuneratoria y el concurso premeditado de dos o más personas. Desde entonces sigue en la cárcel.
“Siempre sostuve que Priscila es ajena a cualquier plan, que en ningún momento se le cruzó por la cabeza matar a nadie, mucho menos a Marcos que era el padre de su hija. Estoy convencido de que se va a probar que no fueron tales las disputas que se dicen por las visitas de la nena”, planteó su abogado, Fausto Yrure.
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El defensor indicó que “la historia es muy distinta. Priscila no tenía ningún motivo para hacer semejante barbaridad. No se le cruzó por la cabeza, no la apañó, no la consintió, no pagó nada”. Según plantea, la mujer se limitó a recibir a Soso cuando llegó a su casa la noche del hecho “en estado de desesperación” y lo acompañó a llevar a Panero hasta Villa Gobernador Gálvez. “Si eso tiene una consecuencia penal, la está afrontando. Está presa desde hace casi tres años con su hija que tenía días cuando fue a prisión y vivió toda su vida ahí”.
La acusación para los tres detenidos se encuadró como “homicidio triplemente calificado por el vínculo, precio y concurso premeditado de dos o más personas”. En un primer momento Panero estaba acusado como autor de los disparos y Denoya como instigadora, pero luego los fiscales consideraron que los tres implicados debían ser juzgados como “coautores funcionales” de un mismo plan homicida llevado adelante en forma conjunta. En el caso de Panero, se suma la portación ilegal de un arma.
Según la acusación, una vez consumado el crimen, hacia las 23.30 de esa misma noche Soso y Panero fueron hasta la casa de Denoya, ella subió al auto y junto con Soso fueron hasta la casa de Panero en Villa Gobernador Gálvez donde le hicieron entrega del dinero previamente pactado. Para los fiscales, Panero actuó a cambio de una remuneración y a partir de un “consenso previo" entre los implicados.