Este jueves continuó en los tribunales federales el juicio oral a 19 policías de la provincia acusados de participar en la desaparición forzada, tortura y muerte de Franco Casco en octubre de 2014. En esta nueva audiencia declararon tres policías, entre ellos quien en aquel entonces ocupaba el cargo de jefe de la comisaría 7ª, donde estuvo detenido el joven y último lugar donde se lo vio con vida. Los imputados manifestaron ser inocentes y aseguraron que durante el debate quedará demostrado que Franco salió con vida de esa seccional.
Franco Casco había llegado a Rosario desde el conurbano bonaerense a fines de septiembre de 2014 para visitar a familiares en el barrio Empalme Graneros. Pasaron 25 días entre la última vez que lo vieron con vida y el día de fines de octubre cuando su cadáver apareció flotando en el río Paraná. Para la fiscalía federal que investigó el hecho, y luego acusó a los 19 policías que hoy enfrentan el juicio oral, lo que ocurrió con Franco fue que después de ser detenido en la comisaría de Cafferata al 300 lo torturaron y golpearon hasta ocasionarle la muerte y ocultaron su cuerpo con el fin de no dejar rastros de lo que había ocurrido.
Los policías que declararon este jueves, en el marco de la segunda audiencia de lo que será un juicio extenso y controvertido, insistieron en que nada de eso ocurrió. Que, a diferencia de lo que plantea la hipótesis oficial sobre el hecho, Franco fue detenido el 7 de octubre y no el 6, y lo liberaron ese mismo día por orden del fiscal Álvaro Campos.
La versión del jefe
Uno de los policías que declararon fue el subcomisario Diego Álvarez, quien al momento de la detención de Franco ocupaba el cargo de jefe de la comisaría 7ª. Fue el único que declaró de manera presencial a pesar de cumplir con la prisión preventiva en el penal de Marcos Paz. En líneas generales Álvarez mantuvo el relato de los hechos de la misma manera que los describió en octubre de 2014 cuando declaró ante la Justicia provincial, en el marco de una audiencia realizada ante un recurso de habeas corpus solicitado por el entonces defensor general de la provincia Gabriel Ganón. Dijo que aceptaba preguntas pero no le formularon ninguna. "No cambié ni cambiaré mi versión porque lo que dije se ajusta a la realidad", sostuvo el oficial.
Según Álvarez el 7 de octubre de 2014, cerca de las 12.50, recibió un llamado de un vecino de la zona de la comisaría 7ª que le advirtió sobre la presencia de dos personas con actitud sospechosa. El subcomisario salió junto con César Acosta, quien era responsable de los sumarios de la seccional, a bordo de un móvil policial desde el cual vieron a una persona parada cerca de un árbol en la zona de Catamarca al 3900. Cuando se acercaron a identificarlo, aseguró Álvarez, ese joven los agredió con un adoquín. Luego de una serie de forcejeos que terminó con los dos policías y el chico en el suelo, pudieron reducirlo y trasladarlo a la comisaría donde quedó demorado hasta que lo liberaron esa misma noche.
La base de esa versión es la denuncia que un vecino hizo al llamar a la línea telefónica personal de Álvarez para advertir sobre aquellos jóvenes sospechosos. Esa comunicación está constatada, aunque para la fiscalía federal forma parte de la coartada policial para ocultar el delito de desaparición forzada seguida de muerte por el que están acusados. En ese marco es que ese vecino, Daniel C., está procesado por el delito de falso testimonio.
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En la diferencia del día de detención de Franco radica la base de las dos versiones que se verán contrapuestas durante el debate. Ramón Casco, padre de la víctima, declaró en ocasiones anteriores que la primera vez que fue a la comisaría 7ª —cuando a Franco aún estaba desaparecido— le dijeron que lo habían detenido el 6 de octubre. Unos días después el subcomisario Álvarez le dijo a Elsa Godoy, la madre de Franco, que la detención había sido el 7.
Entre el material que será objeto de debate del juicio se encuentra el registro de una cámara de vigilancia pública que muestra a un joven caminando por la zona del estadio de Rosario Central durante la madrugada del 8 de octubre. Álvarez aseguró este jueves que comprobarán —por el trabajo de un perito de parte— que esa persona es Franco, a pesar que otros peritos que trabajaron en la causa no llegaron a una definición concluyente.
El supuesto procedimiento del 7 de octubre no contó con la presencia de testigos que puedan dar cuenta de su veracidad. Álvarez indicó en su declaración que no consiguieron a nadie que estuviera en ese momento en la vía pública. "La única persona que vemos es a quien termina siendo Franco Casco", aseguró.
Sobre las otras irregularidades advertidas por los acusadores —por ejemplo las inconsistencias en las actas de procedimiento en los que aparecen datos incorrectos como la dirección de la detención— Álvarez argumentó que eran errores comunes porque las actas solían escribirse sobre "plantillas pre escritas" en las que figuraban horarios y direcciones distintas a las del hecho en cuestión. Para el subcomisario la detención de Casco fue "un hecho que no tuvo nada llamativo".
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A lo largo de la investigación declararon las personas que estaban detenidas en aquellos días de octubre de 2014. De esos testimonios surgió lo que los acusadores indican que sucedió entre la noche del 6 y la madruga del 7 de octubre: golpes y torturas contra un joven al que se le escuchó decir que se llamaba Franco Casco. Este jueves Álvarez deslizó que estas personas fueron presionadas en la fiscalía federal para que declaren de esa manera.
"Soy totalmente inocente"
Además del subcomisario Álvarez declararon el responsable de sumarios César Acosta y el agente Esteban Silva. Todos mantuvieron el relato acerca de la detención ocurrida el 7 de octubre y aseguraron que no son responsables de los delitos por los cuales se los acusa.
"Ante todo somos personas. Tanto nosotros como mis compañeros o cualquier ser humano se puede equivocar", indicó Acosta. Se refirió a las inconsistencias que aparecen en las actas de procedimiento, que para ellos son errores y para la fiscalía parte de la coartada policial para ocultar lo sucedido con Franco.
"Ninguna persona en su sano juicio estaría dispuesto a ocultar un hecho tan aberrante", aseguró Acosta. En ese sentido remarcó que fueron ellos, los policías que trabajaban en la comisaría 7ª, quienes advirtieron a los familiares de Franco que el joven había estado detenido en esa seccional.