Ayacucho al 4000: una cuadra tan movida como atravesada por la violencia. En esos metros de barrio Tablada, entre las calles Centeno y Doctor Riva, a la luz del día la actividad vecinal suele ser constante. Este domingo muchas personas tomaban fresco cuando en plena tarde fue asesinada a balazos una mujer de 28 años por agresores que se movían en bicicleta. A la víctima la sorprendieron en la puerta de su casa, que en sus alrededores luce una decena de marcas de disparos de vieja data. Acaso las huellas que definen la certeza de un conflicto previo a este desenlace fatal.
La mañana del lunes la cuadra de Ayacucho al 4000 estaba repleta de vecinos. Un grupo de mujeres que integra una cuadrilla de barrenderas hacía su trabajo, un hombre entrado en años regaba las plantas de los canteros de la vereda, dos señoras hablaban separadas por un tejido. Protagonistas de la vida cotidiana de este sector de Tablada que al ser consultados por este diario sobre el crimen reciente dijeron conocer a la víctima. Los vecinos más jóvenes dijeron que la solían ver con sus dos hijos pequeños en la vereda, y los más viejos hablaron de haberla visto crecer como a tantos pibes que se criaron y echaron raíces en el barrio.
Bibiana Guevara tenía 28 años y vivía con su pareja y los dos hijos de ambos en una casa ubicada en un pasillo de esa cuadra. El domingo, cerca de las 18.30, estaba parado en la puerta de esa vivienda junto a otras personas cuando dos hombres en bicicleta la mataron a tiros. En el lugar, según precisaron desde el Ministerio Público de la Acusación (MPA), se recolectaron tres vainas servidas de calibre 9 milímetros. A su vez indicaron que el fiscal Patricio Saldutti, a cargo de la investigación, dispuso una serie de órdenes al gabinete criminalístico para hacer un relevamiento de la escena, en busca de cámaras o testigos.
Testigos hubo, lo que no quiere decir que será fácil conseguir sus testimonios. El temor al peligro de las balas es una constante en cuadras como esta, que acumula en sus antecedentes recientes muchos hechos violentos. Pero ese temor se consolida las horas siguientes a un episodio como el de este domingo. Tal vez en ese aspecto se explica que los vecinos que dialogaron con este diario se limitaron a mencionar que conocían a Bibiana, que la solían ver en la puerta de su casa. Pero sobre el crimen trascendió muy poco: que ocurrió a la vista de todo el vecindario que tomaba fresco en las puertas de sus casas, que los homicidas iban en bicicleta y que se dieron a la fuga ante el espanto inmovilizador de los testigos.
La víctima vivía en la primera casa de uno de los varios pasillos de esa cuadra que conducen hacia lo profundo de la manzana. La puerta de esa vivienda tiene la marca de tres disparos de antigua data. Lo mismo se ve en un árbol que está bien al frente del pasillo, cuyo tronco con tres agujeros de circunferencia perfecta delata más balazos. Un portón lindero, que aparenta ser un comercio y cuyo frente está custodiado por una pequeña imagen de San La Muerte, tiene cuatro perforaciones. Un caño que atraviesa el ingreso al pasillo tiene uno más, y así por distintas partes al punto de que se cuentan al menos 17 marcas de disparos.
Desde el MPA confirmaron que se registran varias denuncias al 911 por balaceras ocurridas en ese sector en el último tiempo. Sin embargo ninguna de ellas fue efectuada por Bibiana Guevara. Incluso el sábado por la tarde hubo un ataque a tiros en la misma cuadra, a 50 metros de donde el domingo ocurrió este crimen, y en el que resultó herida una mujer. Si bien por el momento no hay relaciones entre ambos hechos, los investigadores tendrán en cuenta este contexto violento alrededor del homicidio de Guevara.
Derrotero
La marca de los balazos en los alrededores inmediatos de la casa de Bibiana Guevara seguramente son parte del contexto que determinó su asesinato. Pero también son parte de la historia de una cuadra atravesada por la violencia desde hace años y con episodios atroces en los últimos dos.
El hecho más reciente registrado es una balacera de octubre pasado en la que fue herida una nena de 9 años. Al caer la noche del viernes 15 de octubre un grupo de hombres que pasó a bordo de un auto bajó la velocidad frente a una vivienda de la cuadra y entonces arremetieron a balazos con una ametralladora. La nena estaba con su padre esperando un remís y recibió en la pierna uno de los al menos 11 disparos que efectuaron los agresores.
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Unos meses antes habían asesinado en esa misma cuadra a una mujer de 45 años. El martes 8 de junio de 2021, a plena tarde, Nélida Susana Benítez fue baleada en la puerta de su casa, en otro pasillo de la misma cuadra en la que este domingo fue acribillada Bibiana Guevara. Benítez tenía una custodia policial fija porque había sufrido amenazas para que desalojara su vivienda que un grupo dedicado a la venta de drogas quería ocupar para sus actividades. pero el día previo al crimen una orden oficial determinó que la custodia pasara a ser intermitente durante el día y permanente a la noche. El asesinato se concretó pocos minutos después de que el móvil policial se retirara del lugar.
Benítez había sido amenazada para dejar su vivienda en al menos tres oportunidades. Así transcurría su vida desde que había llegado a Tablada luego de perder a su marido y a su hija de 5 años en distintos episodios violentos ocurridos en otras zonas de la ciudad. Tras cinco meses de vivir con custodia policial fue asesinada con un balazo en el cuello luego de asomarse a la puerta tras el llamado de su propio homicida.
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Un año antes de ese crimen, en junio de 2020, fue asesinada otra mujer en el mismo pasillo. Mariana Valeria Espinoza era la madre de Lucas Ariel Espinoza, un joven que se hace llamar "Berraco" y que está preso en la cárcel de Piñero acusado de ser un tiratiros de la banda Los Monos. Previo a que la asesinaran habían trascendido escuchas a la mujer en la que se mostraba orgullosa por las actividades de su hijo. "Él no se come ninguna, sale y tira. No le importa que después venga la policía", había dicho tiempo antes de que la muerte la encontra a ella y la prisión a "Berraco".
En noviembre de 2018, exactamente frente a la casa en la que este domingo mataron a Guevara, fue asesinado Mauricio Sandimino, de 25 años. Dos hechos casi idénticos, con la diferencia de que en aquella ocasión los agresores se movían en moto. Sandimino estaba en la puerta de su casa cuando fue sorprendido a los tiros.
La prehistoria
En los archivos de este diario la zona de Ayacucho al 4000 aparece en reiteradas ocasiones no solo con homicidios recientes sino con otros episodios de violencia y procedimientos policiales vinculados a causas por venta de drogas. Una especie de prehistoria de este presente que transcurre entre la naturalización de este tipo de hechos que para el vecindario son frecuentes y cada tanto estallan con un nuevo crimen.
En abril de 2008, por ejemplo, la entonces vigente sección Inteligencia de la Dirección de Prevención y Control de Adicciones de la policía santafesina secuestró casi 12 kilos de drogas en una casilla de la cuadra. Los policías vieron salir de una casa a un hombre junto a un nene, que se subieron a un Dodge 1500 en el que al ser requisado unos metros más adelante se hallaron 1,2 kilos de cocaína y 10 kilos de marihuana.
Para entonces ya había comenzado a hablarse de bandas que se disputaban en la zona el terreno para desplegar el comercio de drogas a baja escala. Las broncas dirimidas a balazos fueron consolidándose como medio para hacer estallar los conflictos entre grupos integrados por adolescentes y jóvenes que se afirmaron en pocas cuadras a la redonda.
Hace años que la zona conocida como Cordón Ayacucho, determinada por las calles Ayacucho, Patricias Argentinas, Doctor Riva y Uriburu, se convirtió en escenario de la violencia callejera. En el último tiempo los crímenes se acumularon en ese pequeño rincón de Tablada y muchos de ellos están relacionados entre sí.
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En algún momento los homicidios en esta zona solían estar vinculados a una disputa puntual entre dos grupos referenciados con los nombres de las calles. "Los de Ameghino" y "los de Centeno", con apenas 200 metros de distancia, se anotaron varios de los crímenes registrados en los últimos años, muchos de ellos con chicos del mismo barrio como víctimas. Según los registros de este diario desde el año 2013 se acumulan unos 60 asesinatos en "La U" y alrededores.
Los frecuentes informes del Observatorio de Seguridad Pública del Ministerio de Seguridad de la provincia identifican a esta zona por la particularidad de reunir la mayoría de casos de heridos de armas de fuego registrados en esa zona de la ciudad. Es decir que es un sector identificado por las autoridades provinciales como uno de los puntos calientes de la violencia callejera que más acumulan cifras en las estadísticas de homicidios y heridos. Ese entramado suele arrojar cada tanto algún nombre propio: generalmente son personas asesinadas, esta vez fue Bibiana Guevara.