Carina Lucía D. es una vecina de 47 años del denominado “Cordón Ayacucho”, cinco manzanas de tierras fiscales comprendidas entre Ayacucho, Patricias Argentinas, Doctor Riva y Uriburu que la vecindad reconoce como “La U”, uno de los puntos más violentos de la ciudad en el barrio de Tablada. La mujer está acostumbrada a la violencia que impera en el barrio. Supo estar de los dos lados del mostrador: como víctima y como victimaria. Este jueves a la noche la moneda la colocó en este último ámbito. Un tiratiros bajó de una moto, ingresó a su negocio y empezó a efectuarle disparos a la mujer que lleva una tobillera de monitoreo electrónico ya que se encuentra bajo prisión domiciliaria. Uno de los disparos la hirió en el empeine del pie derecho. Por esa herida debió ser asistida en el Hospital Roque Sáenz Peña, donde llegó en una ambulancia del SIES.
La víctima había sido condenada como instigadora del homicidio de Emiliano Arduvino, de 15 años, el 16 de marzo de 2010 en la entrada de un pasillo ubicado en pasaje Médici al 4600, en inmediaciones de Ayacucho y Uriburu. Según la reconstrucción del homicidio, una vecina relató que Carina le dijo a uno de sus hijos: “Matalos, que me tienen podrida”. Darío Sebastián “Tatú” Gaitán, de entonces 35 años, y el hijo de Carina apodado “Pastelito”, que por aquellos días tenía 13 años, tomaron al pie de la letra esa expresión de odio y mataron a Arduvino con dos balazos en el pecho e hirieron a otro de sus amigos. Tatú fue condenado a 13 años de prisión como autor de homicidio calificado por el uso de arma de fuego y la misma calificación pero en grado de tentativa por las heridas que sufrió Ezequiel M.; Carina fue considerada como participe necesaria y recibió 6 años de pena; mientras Pastelito fue considerado no punible ya que tenía menos de 16 años. La Cámara Penal confirmó una condena en septiembre de 2014.
De las pruebas que se presentaron en el juicio, por aquellos días escrito, surgió que la casa de Carina D. “había sido baleada días antes del crimen” por un conflicto entre Pastelito y un tal “Fernandito” que era amigo de Arduvino. Un hecho que no fue denunciado. Tatú montó su propia investigación y vociferó que “lo iba a cagar a tiros” (a Fernandito) y todos los que estuvieran con él. Una vecina que aportó su testimonio dijo haber escuchado a Carina “matalos que me tienen podrida”. Concretado el crimen, Tatú y Pastelito fueron vistos correr hacia la casa de Carina para fugar luego en moto. Para ese momento la mujer era sindicada como transera, datos que fueron respaldados por un operativo en el que se incautó droga el 30 de septiembre de 2010.
"La U"
En territorios como “La U” la moneda siempre está en el aire. Nadie puede adivinar de que cara va a caer. Históricamente fue conocida por las disputas de la “Banda de Ameghino” contra los de “La de Centeno”. A ese escenario con los años se le fueron sumando riñas entre narcos, transeros y berretinudos en búsqueda de cartel. Allí un asesinato puede nacer desde una mala mirada, una traición, por aproximación a algún personaje que haya quedado en la mira de uno de las grupos en pugna o por el contexto de la narcocriminalidad.
Es una zona condenada a prestar su geografía a las crónicas policiales, la mayoría en el contexto de la narcocriminalidad que han terminado irremediablemente en homicidios. Según una estadística propia de este diario , desde 2013 en “La U” y sus inmediaciones (no mas de una cuadra por fuera del territorio ya señalado) se concretaron 54 asesinatos. Todos en contextos de luchas territoriales entre pibes que dispararon como endemoniados y han muerto como perros. Seis de esos 54 crímenes ocurrieron desde que comenzó la pandemia por el Covid 19. Asesinatos que ocurrieron en medio de cuarentenas, aislamientos, distanciamiento social y obligatorio y confinamiento ordenados por el gobierno nacional.
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Foto: Celina Mutti Lovera.
Un informe de este diario publicado en enero pasado, basado en estadísticas propias de homicidios, colocaron a dos esquinas de “La U” como puntos de la ciudad donde más crímenes se perpetraron desde 2013. Uno es Garibaldi y Patricias Argentinas, donde se registraron al menos 19 asesinatos en siete años. Y la otra cuadra con mas asesinatos de la zona en ese top ten fue Colón al 3800, con media docena de crímenes.
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El último de los asesinatos ocurridos en “La U” fue el de Nélida Susana Benítez, una mujer de 45 años asesinada el pasado 8 de junio luego de denunciar el haber sufrido amenazas e intimidaciones para abandonar su casa ubicada en un pasillo de Ayacucho y Doctor Rivas. A Benítez la mataron 18 días después de que imputaran al sospechoso de balearle la casa en dos ocasiones. Le habían asignado custodia desde febrero pasado pero por una orden nunca aclarada la custodia fue “movida” el día del crimen.
Hace un año atrás en el mismo pasillo mataron a otra mujer. El 12 de junio de 2020 Mariana Valeria Espinoza, la madre de Lucas "Berraco" Espinoza, un joven preso en Piñero desde comienzos de 2020 sindicado como tiratiros de Los Monos, fue asesinada a balazos. Y sólo siguiendo las muertes en esa cuadra, Ayacucho al 4000, en noviembre de 2018 fue asesinado Mauricio Sandimino, de 25 años.
"Mejor quedarse adentro"
“Escuché los balazos. Yo escuché dos, otros dicen que fueron cuatro. Pero yo escuché dos. Pero no se quién fue el que disparó. Tampoco quien es la mujer herida. Cuando pasan estas cosas (que se escuchan disparos) nadie de los vecinos sale a mirar porque no está bien visto y además te pueden pegar un tiro sin beberla ni comerla. Esta zona del barrio siempre fue un desastre. Mejor quedarse adentro por el Covid y por las balaceras”, explicó un residente de la “La U”. Fuentes allegadas a la investigación indicaron que Carina estaba siendo hostigada en los últimos tres años. En marzo de 2019 la mujer denunció que la casa de su hija, ubicada a unas seis cuadras del local de comidas, había sido blanco de una balacera.
Según se pudo reconstruir, el jueves pasadas las 20.30 Carina atendía el local de comidas que tiene en Ayacucho al 3900, a metros de Presidente Quintana. La víctima está bajo la modalidad de prisión domiciliaria monitoreada con tobillera electrónica. Según indicó la víctima del ataque, a la puerta del local llegaron dos hombres en una moto de alta cilindrada. Uno de ellos bajó de la moto, ingresó al local y empezó a efectuar disparos. Uno de esos balazos la impactó en el empeine de la pierna derecha. En la escena del ataque se secuestraron tres vainas servidas que fueron enviadas a peritaje. La mujer dijo no conocer al atacante que llevaba puesto barbijo. La mujer fue trasladada al Hospital Roque Sáenz Peña en una ambulancia del SIES.
En principio la investigación del ataque quedó en manos del fiscal Gastón Avila, quien comisionó a efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) para que recabaran testimonios y videofilmaciones de cámaras públicas o privadas, que a simple vista no se visualizaban.