Lisandro Sacripanti ingresa en la nómina de los jugadores trotamundos. Es de esos que buscaron la trascendencia o conseguir un bienestar económico, además de disfrutar de la pasión por el fútbol, en lugares remotos. Desde su debut en Newell's de la mano de Julio Zamora y con el hándicap de haber sido uno de los máximos goleadores de la reserva de la Lepra, el Loco recorrió diversos equipos y países en busca de su lugar en el mundo. Y repartió buenas y no tan buenas experiencias, porque "no todo es color de rosas", como dijo porque el entorno (representantes) a veces pintan una realidad que no es tal con el fin de cerrar un negocio. Si hasta fue enviado a entrenar con un equipo de judocas en Eslovenia ante la negativa de rescindir su contrato.
	  
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         "No quería rescindir y me mandaron a correr a una montaña con el equipo de judo, ja", recordó en diálogo con Ovación para el ciclo "Historias en juego", ahora a modo de anécdota y después de largos años (2008/9) de esa vivencia que en su momento no fue del todo gratificante. El Loco (43 años) actualmente dirige la octava división de Newell's en su tercer año en la entidad del Parque y está al frente de los seleccionados de la Liga Casildense. Y, a la vez, decidió colgar los botines después de su último paso por Alumni (Casilda). "Sí, ya los colgué y empecé a trabajar en algo que me apasiona", sostuvo el exgoleador.
 
    El de técnico es un camino largo, pero mi idea es crecer, aprender, tener más conocimientos y el día de mañana estar preparado por si me toca un plantel profesional", expresó Sacripanti, quien a lo largo de su carrera como jugador pasó por cerca de dieciséis equipos, entre los que figuran, además de Newell's, Cobreloa, Argentinos Juniors, Blooming (Bolivia), Monarcas Morelia (México), Hapoel Nazareth Illit (Israel) y NK Celje (Eslovenia), entre otros tantos.
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   El Bambino Veira
   -A lo largo de tu trayectoria tuviste como DT a un verdadero personaje como el Bambino Veira. 
  -El Bambino era eso, un personaje. Venía con un montón de pergaminos, con campeonatos y todo eso. A los más jóvenes no nos tocó jugar mucho porque cuando viene un técnico de esas características siempre apuesta a los más grandes. Pero lo veíamos como un prócer del fútbol. En cuanto a anécdotas, la que más me quedó es una pretemporada en Mar del Plata. "Chicos, tienen permiso para salir hasta las 22.30. Cuando llegamos él estaba en el lobby con el saco para partir, ja".
 -¿Cómo era con vos siendo un pibito?
  -A mí no me salía ningún trabajo de coordinación, llamó al profe (Alfredo) Weber y paró la práctica y dijo: "Un aplauso cerrado para Sacripanti". Imaginate el momento, delante de todos y siendo un pibe. Después fui creciendo con la coordinación, ja. Era uno de esos entrenadores con mucha experiencia y que le sacaba la presión a los jugadores. Te sentís respaldado.
  Israel en su carrera
   -A lo largo de tu andar por el mundo arribaste a Israel. ¿Cómo caíste a Hapoel Nazareth Illit?
  "Hay una oportunidad para ir a Israel", me dijo un representante. Viste que ellos casi siempre te cuentan cosas lindas, no las feas, las complicadas. Se dio la casualidad de que estaba Guillermo Israilevich, que había jugado en Unión y con el que había jugado en la selección juvenil. Hacía un par de años que estaba en el club, sabía hebreo e hizo el ejército militar, porque era obligatorio. Lo podía hacer porque tiene nacionalidad Israelí.
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   -¿Se te complicó por el idioma?
  -En Israel hay mucha gente que habla español debido a las novelas. Se veía mucho "Floricienta" o las de Natalia Oreiro. Aprendí algo de hebreo, pero muy poco.
  Lisandro Sacripanti   
     
 Producción fotográfica para LA CAPITAL/Andrés Mancini
     Experiencias y miedos
 -¿Cómo fue tu vida, la experiencia que transitaste en ese país?
  -Obviamente, la cultura es totalmente diferente. Es un país que está continuamente en guerra, pero convivís con eso. Soy una persona que no no le daba tanta bolilla a todas esas cosas, pero hay gente que no puede estar. Cada vez que entraba a un lugar te revisaban con un detector de metales, algo que puede ser chocante al principio pero después lo vas asimilando.
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   -¿Tuviste miedo alguna vez?
  -No. No pasó nada. Por supuesto que una guerra es algo muy serio, pero todo parece controlado. No todo es como se dice acá. Sin dudas que es difícil, pero muchas veces te pintan una cosa que no es tan así.
  Sacripanti lisandro   
     
 Producción fotográfica para LA CAPITAL/Andrés Mancini
     Lo económico
 -¿En lo económico, al menos, fue bueno para vos?
  -Sí, claro, pero uno cuando es chico va con la ilusión de jugar. Eso es lo que hablo con los chicos, que no se apuren en tomar decisiones porque muchas veces te pintan todo de color de rosas y no es tan así. Con la idea de jugar iba a un lugar y si no jugaba me iba a otro hasta que me di cuenta que el problema era yo, no el técnico. Esas cosas te hacen crecer.
 -En ese raíd de lugares llamativos apareciste en Eslovenia, más precisamente a NK Celje.
  -Sí, y me encontré con el que hoy es mi amigo, Martín Saric, hermano de Mirko (ex-San Lorenzo que se quitó la vida a los 21 años por una profunda depresión). Tuvimos un muy buen torneo y podía quedarme, pero me volví porque extrañaba mucho y me sumé a Talleres.
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   Historias en Eslovenia
   -¿Qué te dejó tu paso por Eslovenia?
  -Martín hablaba croata, que es muy similar al esloveno. Estábamos en la tercera ciudad más importante del país y la verdad que es muy linda. Lo que me quedó de ese paso es que el que nos llevó y que ponía la plata se fue. Y el presidente que lo reemplazó nos dijo: "O arreglan por este dinero o no juegan". Era mucho menos de lo que ganábamos. Teníamos contrato vigente y le reclamamos, entonces el tipo nos mandó a entrenar con el equipo de judo.
  Sacripanti Mar del Plata pretemporada   
        -¿Cómo de judo?
  -Así es. Y si no lo hacíamos iba a argumentar que nos negábamos a trabajar. Había que correr en las montaña, subirla y bajarla. Los judocas eran todos disciplinados. Hacían fuerza, se ponían en cuadrupedia, otro se le colgaba adelante como un mono. El segundo día era todo ejercicios de crossFit, tirarse y agarrarse de una soga. Una locura.
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   -Estaba claro que era un castigo para que se vayan.
  -Claro, para que nos cansemos y nos fuéramos. Yo me fui enseguida, ja.
 Mal momento en Ecuador
 -¿Cuál fue el momento más complicado que te tocó atravesar en tu carrera?
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  -Lo más difícil fue el día que más me asusté en mi vida. Fue en Espoli (Ecuador), club al que me llevó Salvador Ragusa. Es el equipo de la policía, así como Nacional tiene el de los militares. El que dirige es el comandante, como si fuera el presidente del club. Me habían separado del plantel porque no andaba bien. El tipo me dijo: "Te vamos a rescindir". Ante esto le dije que tenía contrato y que quería cobrarlo todo. Ahí discutimos que sí que no hasta que me tiró: "Así que querés cobrar todo, bueno, mañana te saco la visa de trabajo y seguramente te metan preso". Tenía 26 años, estaba solo y ante esto dije: "Bueno, págueme hasta mi último día de trabajo". No podía hacerme el vivo. Cuando fui al aeropuerto el tipo que recibe la visa me dijo que se vencía ese día, me habían cambiado la fecha y si me demoraba terminaba en cana. Esa vez la pasé mal. Cuando uno está en otro país a veces hay que agachar la cabeza. Por eso digo que te pintan una cosa cuando te llevan y después todo es diferente.
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