Puede ser que este año lo fui sintiendo, después de una temporada en la que tuvimos muchos cambios de cuerpos técnicos, de maneras de trabajar. Esto además sin dejar de lado la autocrítica, porque lo primero en mi puesto es defender, darle la pelota a un compañero y estar bien posicionado. Pero cuando llegué no era el mejor momento, nos pasó a varios por alguna desorganización que había, teníamos que dar más del cien por ciento para equiparar esa falta de organización. Ahora la dirigencia y el cuerpo técnico con un proceso que tiene continuidad es todo muy distinto, obviamente que cambia todo con los resultados pero el trabajo ahora rinde mucho más.
Además con la llegada de Mallo y la dupla que armó con Quintana te obligó a estar al ciento por ciento para cada ocasión que Miguel te necesitara.
Fue un gran desafío, lo trabajé mucho con mi psicólogo de encarar el año con objetivos y plazos cortos, paso a paso, tratando de enfocarme en los próximos objetivos sin desviarme. Trabajo con Cristian Rodríguez, a quien conocí cuando estaba en Talleres y sigo en contacto por videollamada reforzando cada trabajo con esa estrategia.
¿Que pensás de todo lo que pasó en esta temporada en la que llegaron al título, y cuánto influyó Miguel Russo y sus colaboradores en ello?
Un montón es el peso de Miguel y todo el cuerpo técnico, entre ellos el profe (Jorge Rey). Es el mejor que tuve en mi carrera, con el equilibrio justo entre la autoridad y la confianza, y la llegada a los jugadores. Todos están pendientes del trabajo y de lo que nos pasa. Claudio Ubeda, por ejemplo, que haya trabajado con chicos, ayuda mucho a Miguel a llegar a los jóvenes y cada uno en lo suyo. Los analistas, el preparador de arqueros, el cuerpo médico, nutricionistas, todos. No es sólo una frase hecha, sino que es un verdadero equipo que nos da confianza y que además está en todos los detalles con ese sentimiento de tranquilidad.
Ganar un título en el club que uno ama ¿es algo que no tiene comparación con ninguna experiencia previa?
Claro que no, yo tuve la suerte de ser campeón en Boca pero no es comparable. Yo era muy chico y no tenía la cercanía ni la cohesión con todo el plantel como me pasó en Central que está sostenido por el grupo, por la convivencia y poder hacer todo con códigos y con alegría. Además acordate que en 2015 con Boca jugué la final de la Copa Argentina que le ganamos a Central y no pude volver a salir a la cancha a festejar. Claro que muchos pudieron pensar que eso estaba mal o que no lo entendieran pero tampoco me arrepiento porque afortunadamente pude hacer lo que sentí en ese momento.
Lo de Miguel, de la tranquilidad y claridad que les aporta lo marca todo el plantel, ¿hablan con él de lo que esperan en esta temporada de tantas competencias?
Claro que hablamos, todos en Central sabemos que lo que se viene es muy lindo y muy duro también, ya nomás, desde fines de enero. Es cierto que después hay un parate cuando se jugará la Copa América pero después se viene una seguidilla de partidos muy comprimida en el tiempo. En lo personal me preparo como te decía desde lo físico pero sobre todo desde la cabeza para estar a la orden del director técnico cuando me precise y poder cumplirle a él y a mis compañeros cuando me toque jugar. En ese momento hay que tener la tranquilidad necesaria y no querer salir a comerse la cancha para demostrar que uno puede estar a la altura sino hacer lo que nos pide Miguel con simpleza y tratando siempre de sumar.
Se viene la Libertadores y es el título que le falta a Central, ¿qué les causa eso?
La ilusión siempre está, sabemos que es una competencia muy dura y por algo están los mejores del continente. Pero si pasás la fase de grupos después es una eliminatoria mano a mano y todo puede pasar. La conclusión es esa, va a ser muy duro pero sabemos que podemos. Ya lo vivimos con la Copa de la Liga, fuimos tomando confianza y paso a paso avanzamos y pudimos festejar. Es complicado pero sabemos que podemos.
¿Te sentís una rara avis cuando parece que sos el único que opina de la situación política y fija posición, como por ejemplo ante las últimas elecciones?
No, no lo creo, pero al respecto creo que hay dos causas. Tengo un amigo que trabaja en un bar y me cuenta que sus compañeros tampoco tienen una opinión formada y definida, ni se manifiestan políticamente, es algo que pasa en muchos lugares con distintas personas. Por eso la primera causa para mí es que en el fútbol somos figuras públicas y parece que son pocos los que se manifiestan, pero lo que pasa es que hay una sociedad adormecida en general y no percibo que haya mucho compromiso político en muchos otros ámbitos. No es solo el fútbol, donde parece que los únicos que se manifiestan son unos pocos jugadores. Claro que si vas a la facultad, a una cátedra de sociología todos van a tener su postura. Hay situaciones que capaz para los que tenemos opinión son alarmantes, pero que a mucha gente les son indiferentes. Por otro lado, otra razón es que si alguno más allá de esa generalidad de no participación quisiera hacerlo, quisiera opinar, puede ser reacio a manifestarse por la exposición. Creo que de alguna forma eso también pesa.
Recuerdo que alguna vez dijiste que a veces no querías opinar demasiado de esos temas porque a tu abuela le dolía cuando se enteraba de que en redes te maltrataban.
Sí, sí, comprendo que haya jugadores que de entrada no lo entiendan y con el tiempo vas aprendiendo lo que puede acarrear opinar de ciertos temas extrafutbolísticos. Y hay jugadores que con el tiempo nunca lo comprendan porque puede ser muy abrumador la opinión y la exposición que hay ahora en las redes. Para ellos y sus familias lo que consumen puede ser muy duro, pero en mi caso con el paso del tiempo lo fui súper llevando.
Hablando de lo que pasa fuera de la cancha, contame la historia de la Fundación IgualAr.
Esa fue una organización que fundamos con un amigo en Córdoba en 2019, cuando con un grupo empezamos haciendo trabajos sociales sobre todo en el barrio Villa Boedo. Eso fue creciendo y cada vez se necesitaba más organización y manos por eso decidimos crear la fundación. Pero después tras mi llegada a Rosario se me complicó mucho seguir trabajando en eso y debí dejarlo. Pero ya estuve viendo varias organizaciones que hacen tareas parecidas acá y tengo planeado acercarme a colaborar. Por el momento no se me ocurre encarar algo nuevo como hice con IgualAr, sino sumarme a algún proyecto ya en marcha que tenga objetivos similares a los que nos planteamos con nuestra fundación.
¿Que opinión te merece la idea de mucha gente que señala a Juan Román Riquelme como el faro de la oposición al gobierno nacional?
Es verdad, sobre todo después de enfrentar a la lista de Mauricio Macri que contó con el apoyo de Javier Milei. La verdad es que no sé si él solo encarna lo más fuerte de la oposición pero me puso muy contento que ganara. Yo no puedo opinar de su trabajo como dirigente, lo conozco porque compartimos plantel en mis comienzos en Boca. Yo era un pibe y me subían junto a otros compañeros a practicar con la primera y lo que recuerdo es cómo se preocupaba por los pibes como nosotros. Siempre sabía nuestros resultados, quién había hecho los goles, cómo nos sentíamos. Más allá de eso no puedo opinar de su relación con los referentes ni la dirigencia, pero si de cómo se ocupaba de los pibes y cómo nos trataba. Hasta me acuerdo que una vez ganamos un clásico de reserva y nos pagó un asado, pero no solo eso sino que vino a comer con nosotros.
¿Qué pensás del futuro tras dejar el fútbol, creés que podés seguir ligado desde otro lado, como entrenador por ejemplo?
Realmente creo que no me veo haciendo alguna actividad que tenga que ver con el fútbol. Mucho menos como director técnico, ya que la verdad es que veo la presión que significa ocupar ese lugar. Si como jugadores ya tenemos la presión del resultado y la opinión de los medios y la hinchada, imaginate lo que debe pasar por la cabeza de un entrenador. Un tipo que tiene que tener, además de todos los detalles en cuanto a lo táctico y estratégico, la sensibilidad de ponerse en la cabeza de los 30 jugadores que tiene en su plantel con sus necesidades, sus dudas y sus reclamos. Sinceramente no me veo en ese lugar, por lo menos es lo que pienso hoy. Además esto que decía de ponerme objetivos concretos a no muy largo plazo no me imagino dónde puede estar mi futuro, si en otro equipo en el país o en el extranjero. Fijate si cuando me fui de Boca, donde no iba a tener lugar, a un Talleres que estaba en la B Nacional iba a pensar que llegaba a un equipo donde terminaría siendo capitán logrando el ascenso y jugando copas internacionales.
Entonces, ¿cómo te ves cuando cuelgues los botines, creés que podrías encarar alguna actividad relacionada a la política?
Realmente no lo sé. Cuando era más chico pensaba jugar hasta los treinta y después dejar todo lo del fútbol. Pero ahora pienso jugar hasta donde me dé el cuerpo y después se verá. Pienso que voy a estudiar algo que no pude hacer hasta ahora, aunque lo intenté en inferiores de Boca, pero es muy difícil. Aunque la gente te puede decir que si estás concentrado tenés tiempo de estudiar, pero lo digo por experiencia propia. No podés preparar un examen de sociología mientras sabés que en dos horas tenés que salir a jugar, por ejemplo, en el Monumental. Ojo que algunos pueden pero yo no lo logré. Por eso ahora me propongo estudiar, me gusta mucho la antropología. Además también quiero viajar, como hace poco que fui a la India y Palestina, pero en época de competencia eso es muy difícil. En cuanto al trabajo social o alguna actividad política nunca lo descarto. Claro que me gustaría poder hacer algo que le haga estar mejor a la gente.
La última frase pinta a Juan Cruz Komar de cuerpo entero, la del mismo pibe que llegó a Central donde una vez se probó, se terminó yendo a buscar suerte a Buenos Aires y volvió para cumplir el sueño de gritar campeón junto a su familia y sus amigos de la infancia.