No sé si la esperábamos, pero tarde o temprano alguna movida iba a hacer. Ante la carencia de líderes alternativos (si excluimos a Massa que se refugia en su Frente Renovador) Cristina decidió volver por sus fueros. Su movida es muy importante en la política argentina, más allá de lo que registre la opinión pública, ocupada en otros menesteres.
CFK siempre profesó que no hacía falta tener un cargo para hacer política, como le sucedió a ella de 2015 a 2017, y en los últimos 10 meses. ¿Por qué vuelve ahora? Hay varias aristas para analizar.
Vuelve desde la debilidad. Un líder necesita volver a juntar lo formal con lo real cuando hay algo que no está funcionando (la botonera no responde como lo esperado). Lo mismo le pasa a Macri, retoma el comando del PRO formal porque se está quedando afuera de la discusión del poder, con Patricia adentro del gobierno y un mileísmo que lo desprecia. Tener la presidencia del PJ implica manejar la lapicera, condicionar o definir la política de alianzas, marcar la propuesta ideológica y, obvio, administrar la contradicción central de la política argentina: cómo interactuar con Milei.
Su descendencia política no estaría funcionando. La Cámpora no es admirada, ni querida fuera de su propio ámbito. Todas las tribus le tienen resquemores porque no pueden responder a una pregunta central: ¿qué serían sin la jefa? La respuesta habitual es negativa. Ergo, ella tiene que volver a hacer la tarea de construir y conducir.
El problema del huevo y la gallina: ¿ella no se corre porque no hay líderes, o no hay líderes porque ella no se corre? La apelación a la vieja frase de Perón del bastón de mariscal en la mochila no funciona, porque cuando alguien osa tocarlo, sus perros salvajes muestran los dientes. Cuando decimos que la botonera no funciona bien, es porque –por estas horas- ni Quintela, ni Kicillof, ni algunos intendentes, ni la CGT quieren postrarse fácilmente ante la Reina. ¿Y el trasvasamiento generacional? Te lo debo.
¿Hace falta una nueva canción? Al pobre Kicillof le dijeron que, si no tenía una, se la prestaban. En este punto, el gobernador bonaerense tiene razón. La narrativa cristinista está desgastada, no tiene épica, no tiene voces nuevas que la puedan interpretar, y parte de su propia base votó a Milei el año pasado. Ahora, la ex presidenta dijo que hacía falta un nuevo mensaje para interpelar a la sociedad. Solo que da la impresión de que no lo sabe. Un líder no solo dice lo que hay que hacer, lo hace. En síntesis: la nueva canción no la tiene nada. Mientras tanto, tomemos el partido, y después vemos.
Torcido y desordenado. Ella dijo en su alegato que el peronismo tenía esas dos cualidades. ¿Por qué se torció, cuándo, quién lo hizo? ¿Alberto, Massa, ella? Y el desorden habitualmente se produce por falta de conducción, diría el General. Estos comentarios son muy significativos porque lo que dice es que ella va a arreglar algo que sucedió sin su supervisión. ¿Y entonces, su (ex) juventud maravillosa qué hizo post 2015?
Las causas judiciales siguen marchando. Además de todo lo comentado, obviamente ella está muy preocupada por sus problemas en Comodoro Py (que tampoco parece que es fácilmente conducible, pese a Lijo). Si Casación dentro de un mes confirma el fallo de primera instancia, Cristina necesita politizar la interpretación de la sentencia, y movilizar a su tropa hacia una nueva épica de cambios en la justicia. Por otro lado, su apuesta apunta también a que los jueces se la piensen dos veces antes de emitir una opinión que la perjudique.
Cristina estadista. No debe olvidarse aquel documento de febrero pasado en el que ella plantea 14 puntos de debate sobre qué hacer en la Argentina, entre las cuales habla de una “actualización laboral”. Ella viene ofreciendo un puente para negociar cosas (¿un prepacto de Mayo?) pero que nadie le dio la bola suficiente porque ella siempre genera desconfianza. ¿Podría ser la impulsora de un gran acuerdo nacional sin ser la presidenta del PJ?
¿Será candidata? A partir de ahora, no se la debe descartar. ¿Es eso una ayuda a Milei para polarizar el debate argentino solo entre dos? ¿Iría para perder en provincia de Buenos Aires? ¿Y si no pierde? Eso puede cambiar la política argentina.
Cristina creativa. Se equivocó muchas veces, sin duda. Pero nadie que es un “equivocador serial” llega tan lejos en la política. La apuesta de Alberto fue buena desde lo electoral y malo desde la gestión. ¿Qué pasa si ella le ofrece la candidatura presidencial de un frente progresista a una figura radical como Lousteau, sin ella en la fórmula? Supongo que primero esperará a ver si hay un frente de ese tipo en la ciudad de Buenos Aires el año que viene, y cómo le va. Podría ser un ensayo para algo más grande en 2027.
Cristina está desgastada interna y externamente, pero en el país de los ciegos, el tuerto es rey. En este caso, ante la carencia de liderazgos emergentes, ella es la tuerta.