La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo. Se estima que el 8% de los gases de efecto invernadero proviene de la producción de ropa y calzado, de hecho, cada año se tiran al mar medio millón de toneladas de microfibra. Conscientes de esta realidad, son muchos los emprendedores en el mundo que apuestan a darle una segunda vida a las prendas, fomentando otras formas de producir y consumir.
Así fue en el caso de un grupo de amigas rosarinas, que en el 2018 sembró la semilla de un proyecto que hoy ya tiene vuelo propio. Se trata de Manada de Feria, un showroom para la intervención y venta de ropa usada con una larga historia que incluye la pasión por emprender, pero -por sobre todas las cosas- de generar una propuesta de moda de triple impacto: social, ambiental y económico.
“Un día nos dimos cuenta de que teníamos mucha indumentaria que no usábamos y decidimos hacer una feria en la librería Mal de Archivo, la cual tuvo muy buena recepción. Después empezamos a sumarnos a eventos mensuales en distintos lugares, vendiendo ropa de personas que se contactaban con nosotras”, indicó a suplemento Negocios de La Capital Paula Bocale, arquitecta y una de las fundadoras de Manada, sobre los orígenes del proyecto. Así, arrancaron a participar con sus percheros en ediciones locales como la Feria Sustentable, Feria Mi Arte y Rosario Diseña.
Animarse a lo nuevo
Finalmente, llegó la oportunidad de abrir un local en marzo del 2020 en calle Urquiza y Ovidio Lagos, una semana antes de que se decretara la cuarentena. El cierre temporal por la pandemia hizo que se volcaran a la digitalidad con una web propia para continuar con la iniciativa de forma online y mantener el vínculo con sus clientes, mientras veían la posibilidad de conseguir un nuevo lugar que sirviera para almacenar el amplio stock acumulado.
Tras meses de búsqueda, en septiembre del 2021 las convocaron a sumarse a Usina Social, un espacio que funciona de forma colaborativa, albergando distintas propuestas culturales. Se instalaron en una de las habitaciones donde abrieron su showroom, que funciona todas las tardes de lunes a viernes. Allí reciben envíos de personas que desean desprenderse de aquello que ya no usan y venden a clientes que buscan precios más accesibles que en locales tradicionales.
“Si vienen y nos dejan una prenda, reciben un 30% del valor de venta directa de esa unidad, pero como queremos fomentar que la ropa circule de mano en mano, tenemos otra opción que es con ‘gift cards’. Vos traés indumentaria que no usás y te llevás una tarjeta con un monto que podés invertir en adquirir cosas de nuestra feria. El valor de ese monto es el 40% del precio”, explicó.
Un equipo interdisciplinario
En Manada de Feria comenzaron siendo diez y hoy quedan cinco al frente del espacio. Junto a Bocale, lo integran Marina Giorgi, también arquitecta, las nutricionistas Sofía Maciel y Valeria Colombo y la abogada Maia Carcar. Sus formaciones profesionales fueron una clave a la hora de dividirse tareas, mientras Paula y Marina se encargan de todo lo referido al montaje y organización, Sofía y Valeria realizan la curaduría de la vestimenta que reciben.
“La idea nuestra siempre fue incentivar a que la gente siga usando la ropa, por eso nos lanzamos a intervenirla, hacíamos apliques si estaba rota, remaches, la pintábamos, todo para darle una nueva vida y que siga vigente. Queremos fomentar su circularidad, que lo que no le gusta más a alguien pueda ser adquirido por otra persona y así se cierra el círculo, con la creencia del intercambio como vínculo enriquecedor”, contó. Eso sí, son muy rigurosas con el estado en el que reciben la indumentaria y exigen que se encuentre en excelentes condiciones. Los valores son hasta 70% más baratos que una prenda nueva de marca: “por ejemplo, un pantalón de ‘Las Pepas’ que sale $50 mil lo vendemos a $15 mil”, detalló.
En septiembre, hace tan solo un mes, se animaron con un primer desfile de ropa intervenida en La Usina Social. Mientras que otra vertical de negocio es convocar a marcas rosarinas para que puedan vender sus productos en el showroom o en eventos particulares. A su vez, fueron contratadas por empresas como RWS Group y el concesionario Ginza, para dar talleres sobre intervención de prendas y moda circular.