Así como tuve cierta sensatez y equilibrio cuando empecé la carrera, que uno sabía más o menos dónde había que ir, también sigue primando ese sentimiento de tener las cosas claras. Después de tantos años, siento que estoy subiendo por última vez a los escenarios. Yo me estoy despidiendo, pero no puedo decir adiós desde un show en la calle Corrientes. Me gusta poner la cara y agradecerles. Lo que recibí es mucho más de lo que soñé alguna vez y eso que siempre soñé en grande. Anduve por el mundo, mis canciones se grabaron en muchos idiomas, compartí escenario con gente que nunca me imaginé, como Domenico Modugno, que era mi gran ídolo, y con quien hice 17 conciertos en Italia. De hecho cuando trabajaba en una tintorería repartiendo ropa cantaba sus canciones. Yo soñaba eso y después lo viví. Otra vez, tenía 17 años y era ayudante de una orquesta y uno de los músicos escuchaba todo el día a Frank Sinatra y le dije muy convencido “Juan Carlos, te prometo que algún día te lo voy a presentar a Sinatra”. Y después lo traje a Sinatra. O cuando era chico, me imaginaba cantando frente a una multitud que me ovacionaba. Y todo con el tiempo lo que se soñaba se fue haciendo realidad.
El pensamiento es muy poderoso. Si me levanto y digo no sé para qué me levanto, ya perdiste. Mi actitud en la vida fue la opuesta. Yo vendía café por la calle y me levantaba pensando que ese día iba a vender más que el día anterior y que iba a ganar unas monedas más El pensamiento es muy poderoso. Si me levanto y digo no sé para qué me levanto, ya perdiste. Mi actitud en la vida fue la opuesta. Yo vendía café por la calle y me levantaba pensando que ese día iba a vender más que el día anterior y que iba a ganar unas monedas más
También podrías quedarte muy tranquilo.
Estoy en mi casa tranquilo, veo a mis hijos, a mis nietos, hacemos asados, jugamos al fútbol. Disfruto enormemente de la familia y los amigos. Eso es tal vez la parte más importante de la vida. Lo otro, lo que tiene que ver con tu carrera, son cosas que uno ha ido construyendo porque tuve una vocación y la suerte de que te den la oportunidad de grabar y viajar por el mundo, pero lo consistente, lo sólido, la base más importante que tenés en tu vida desde el punto de vista afectivo, son los seres querido. Cada vez que viene un nieto me digo qué suerte sentir que son la prolongación de tu vida y poder compartirlo con ellos.
Mencionaste los afectos, la familia, el esfuerzo para cumplir tus objetivos, la sensatez. ¿Son valores vigentes o están desdibujados?
Siento que tienen vigencia. Dentro de todo lo que uno ha ido aprendiendo en la vida, primero es colocar en el casillero justo lo valores, no equivocarte; los verdaderos valores son los que tienen que estar mejor acomodados. Después hay cosas que vienen y van, pero yo prioricé mis verdaderos valores. Cuando me vine de Tucumán, a los 17 años, sabía que no podía defraudar a mi viejo por la confianza que me tuvo para dejarme venir. En Buenos Aires no teníamos ni familia ni amigos. El me sentó y me dijo “yo lo dejo ir, porque no quiero que el día de mañana sea uno más de los chicos que se quedan sin futuro, pero lo único que le pido es que se porte bien porque no me gustaría caminar por este pueblo (Lules) con la cabeza gacha por una macana que haga”. Eso me quedó muy grabado. Cuando ya estaba acá pensaba siempre en esa imagen de que avergonzaba a mi viejo y me daba escalofríos. Ahí aprendí que el valor de la palabra a tiempo es importante.
¿Eso se lo pudiste transmitir a tus hijos?
Sí, lo que pasa es que en mi caso los hijos, más que las palabras está el ejemplo. Ellos tienen una madre (Evangelina Salazar) que renunció a su carrera para dedicarse exclusivamente a la familia, no le importaba su fama o su carrera. Muchas veces le ofrecieron volver y hacer cine en Argentina o en España y no aceptó. Y yo no sé cómo hubiese sido mi vida si me casaba con una mujer que tenía la ambición de seguir siendo una figura del espectáculo. Siempre me fui de casa traquilo sabiendo que quedaba al mando una persona con mucho amor y mucha responsabilidad para llevar adelante a la familia. Todo hace a todo. Uno no es uno solo, sino todas las circunstancias que nos rodean, sobre todo aquello que tiene que ver con los verdaderos afectos.
¿Cómo impactaron esas ideas en las letras de tus canciones?
La mayoría de mis canciones tratan de transmitir que la vida no te viene a buscar a tu casa. No te viene a buscar el trabajo, el afecto, la amistad, la experiencia. Uno tiene que salir a la calle y enfrentar la realidad. Lo que pasa es que hay que salir con la idea de un pensamiento o una imagen positiva, que puede ser tu padre, tu madre, y cuando uno sale con esa guía es distinto. Cuando vine a Buenos Aires permanentemente tenía presente las palabras de mi padre, como un faro encendido todo el tiempo. A veces la modernidad nos tiene corriendo de un lado para otro, pero es bueno recordar que a un ser querido hay que hablarle y que tenés que estar en el momento que te necesitan porque por ahí pasa lo esencial de la vida. Lo otro es efímero. Hoy los bienes materiales parecen tener una gran preponderancia y todos ambicionan esos bienes, pero el bien más sólido, importante y duradero es el afecto, las personas a las que les ofreciste amoy y te devuelven amor. Por ahí pasa la vida.
No es una despedida que se organiza y se dice, bueno, acá me despido con un show en la calle Corrientes. Yo no hice eso. Se anuncia como despedida porque lo más probable es que no vuelta a muchas provincias a las que ya fui y que tampoco vuelva a las que voy a ir ahora. Ese es el sentimiento de verdad, que me estoy despidiendo No es una despedida que se organiza y se dice, bueno, acá me despido con un show en la calle Corrientes. Yo no hice eso. Se anuncia como despedida porque lo más probable es que no vuelta a muchas provincias a las que ya fui y que tampoco vuelva a las que voy a ir ahora. Ese es el sentimiento de verdad, que me estoy despidiendo
Tenés canciones que atraviesan generaciones, como “Yo tengo fe”. ¿Seguís teniendo fe?
Bueno, esa es la gasolina de la vida porque cuando perdés la fe, perdés la esperanza. Y si perdés la esperanza, perdés los sueños, los anhelos. Tenés que creer, primero en vos y después tu vida no depende de un presidente. Son siempre cosas pasajeras los momentos políticos, las decisiones que puede tomar un presidente. Mi vida no me la va a arreglar un presidente. Mi vida me la voy a arreglar yo. Si no me levanto y me pongo de pie todos los días para ir a trabajar y trato de hacer las cosas bien, no me las va a hacer otro. No creo que dependa siempre del papá político de turno que tienen los países. Depende de uno mismo. Yo pasé momentos de todo tipo, pero el responsable de mi futuro y mi vida era yo. No le echaba la culpa a nadie. Me parece que lo más fácil es buscar la salida de que la culpa la tiene el otro. Nosotros tenemos un país maravilloso y quizás podríamos estar mucho mejor de lo que estamos, pero no sólo depende de los mandatarios que hemos tenido, también depende mucho de nosotros. Yo viajo por el mundo y cuando veo algunos países de Latinoamérica y pienso en todos los recursos que tenemos, el talendo y la inteligencia de la gente, y sin embargo estamos siempre con preocupaciones. No entiendo que con lo rico que es mi país haya gente con hambre, no me entra en la cabeza, pero bueno...
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Palito en un recital en el Club Gimnasia y Esgrima de Rosario, el 4 de marzo de 1968, en una de sus primeras visitas a Rosario.
Vos fuiste gobernador, funcionario y senador. ¿Cómo te decidiste incursionar en política?
Hubo una sola razón. Yo estaba viviendo en Estados Unidos porque después de lo de Sinatra, él se ofreció a darme una mano y se portó muy bien. Ya tenía mi productora, viajaba desde Miami a toda Latinoamérica todo el tiempo. En un momento había prometido donar una escuela a mi pueblo, la empecé y desde Estados Unidos la pude terminar con la gente que tenía acá. Vine a la inauguración de la escuela y después nos fuimos a almorzar. En ese almuerzo con unos amigos, hablando de política, me dicen “acá se viene Bussi y va a ganar Bussi porque no le puede ganar nadie”. Y yo dije, pero Bussi primero no era tucumano, era un interventor militar, y me decía “la gente quiere eso, mano dura”. Me fui pensando en esa distorsión y cómo ayudar a la gente a pensar y recapacitar. Y me volví de Estados Unidos a pelearlo y finalmente gané. Pero ellos tenían un proyecto para que si ganaba Bussi, los militares retirados presentaran candidaturas en todas las provincias, porque ya no sería un golpe militar sino que lo iban a legitimar con el voto. Yo lo corté en Tucumán a ese proyecto. Esa fue la intención. Después, como no tenía experiencia busqué a los mejores economistas y en salud, y me dijeron “pero ese no es peronista”. Y les dije, qué me importa. No hay que priorizar el partido, sino la capacidad. Así tuve un gabinete, que de los seis colaboradores más importantes que tenía en las principales áreas, no eran todos peronistas. Pero eso no importa. El error es ese. Hay que llamar a la gente capaz porque eso es una administración. Si quieren yo salgo al balcón a saludar todos los domingos, pero después adentro hay que trabajar. Ya pasó el tiempo del populismo que no nos hizo nada bien. Y así, durante los cuatro años en Tucumán se acercó el radicalismo y otros partidos y pudimos hacer muchas cosas en la provincia. A veces una gestión no alcanza y a nivel nacional, más que de los gobierno es nuestro, porque es cultural. A nosotros nos llamó mucho la atención el saludo desde un balcón, pero hay gente mucha gente capaz. Hay que armar equipos de trabajo. Me llama la atención que los países desarrollados hablan muy poco del presidente, pero hablan de la administración.
Hablaste del esfuerzo, de los objetivos, las ganas de salir adelante. En este momento, ¿puede alguien, una persona cualquiera o un artista, puede tener éxito?
Lo peor que te puede pasar es pensar que es imposible. Si te fijás en tu mente que un propósito determinado lo podés hacer posible, empezás bien, pero si empezás negando la posibilidad de un logro, evidentemente estás en desventaja. porque incorporaste el fracaso en tu pensamiento. El pensamiento es muy poderoso. Si me levanto y digo no sé para qué me levanto, ya perdiste. Mi actitud en la vida fue la opuesta. Yo vendía café por la calle y me levantaba pensando que ese día iba a vender más que el día anterior y que iba a ganar unas monedas más. Me parece que es una cuestión de actitud. Hay gente que entra a un lugar y el que te recibe ya sabe que tenés una cara de derrota y la gente lo percibe.
¿Qué pensás de la diversidad de géneros, como el rap o el trap, tan diferentes del estilo que elegís?
Yo siempre soy positivo. Creo que son corrientes que se ponen de moda, que los chicos las consumen y hay que ver qué con el tiempo qué queda. Lo que sí me parece que está faltando es que la música que más se recuerda en el mundo son las melodías y últimamente no estoy escuchando melodías. Estoy escuchando historias que se cuentan al ritmo de un compás, pero está faltando la melodía. En algún momento Sinatra me decía que los Beatles fueron importantes porque tenían melodía. No era un grupo que sacudía el flequillo. El cantaba cosas de ellos porque el gran impacto que tuvieron y por lo cual van a quedar para siempre es seguramente porque alguien se enamoró o vivió una circunstancia especial mientras sonaba una melodía de ellos.
También tenés hijos músicos y en la actuación y la dirección, todas áreas que conocés bien, conocés el medio y la industria. ¿Te piden consejos?
Ahora los padres les piden consejos a los hijos (risas). Cada uno se preparó para lo que le gusta hacer. Luis hace su cine, lo han tentado para ir a dirigir afuera y no quiere saber nada. Quiere hacer su cine, que es más artesanal, le gusta escribir las historias, sale a la calle con su cámara, habla con la gente ante una situación determinada. Hurga mucho en la marginalidad, en los que están un poco fuera del sistema porque dentro del sistema hay grandes realizadores, pero a él le gusta detenerse en el aspecto más humano, qué le pasa, por qué está en la calle esa persona, por qué está sufriendo. Luis es muy sensible, muy humano. Leonardo Favio alguna vez me dijo “tu hijo es mi continuador, el va a seguir haciendo mi cine”. Lo quería y lo apoyaba en todo lo que hacía. De hecho el primer largometraje, “Monobloc” (2005), Luis se lo dedica a Favio... no se lo dedicó al padre (risas).
Con una historia con tantos contrastes y giros imprevistos, tus vínculos con leyendas del cine argentino como Luis Sandrini, Niní Marshall, Libertad Lamarque o Leonardo Favio, ¿tus hijos no pensaron en hacer una película o una serie con tu historia?
Creo que Sebastián como productor y Luis como director, me parece que ellos se están guardando para después, cuando ya no esté y uno pase a ser parte de la historia. Me parece que ahí van a aparecer. Yo no hablo con ellos del tema, pero tengo la sensación. Ellos aman profundamente a su madre, todos los varones, así como yo para los dos mujeres soy el preferido, me parece que ellos van guardando en su memoria muchas cosas que quizás un día, no se de qué forma, lo van a poner ahí porque ellos estuvieron y fueron parte de todos los acontecimiento y nadie mejor que ellos pueden reflejar de mejor manera este paso por la vida.
Disfruto enormemente de la familia y los amigos. Eso es tal vez la parte más importante de la vida. Lo otro, lo que tiene que ver con tu carrera, son cosas que uno ha ido construyendo porque tuve una vocación y la suerte de que te den la oportunidad Disfruto enormemente de la familia y los amigos. Eso es tal vez la parte más importante de la vida. Lo otro, lo que tiene que ver con tu carrera, son cosas que uno ha ido construyendo porque tuve una vocación y la suerte de que te den la oportunidad
¿Qué recuerdos tenés de Rosario a través de los años?
Rosario fue la primera ciudad en la que toqué como solista en 1962. Terminé un programa en Canal 11 que ahora es Telefe y me esperaba un auto para ir a Rosario, serían las 10 de la noche y nunca sufrí tanto en un viaje por la velocidad a la que íbamos... y no había autopista, era todo ruta... Terminó de cantar Luisito Aguilé y subí yo. En ese entonces todos los recitales se hacían en clubes de barrio y fue maravilloso. En la recaudación nacional de los recitales de los carnavales, Rosario aparecía en la tapa de los diarios junto con los grandes clubes de Buenos Aires. Las dos ciudades competían en las noches de carnaval, pero eran años en los que venían Charles Aznavour, Armando Manzanero, Raphael, Johnny Hallyday, todos los más grandes de música pasaban por Buenos Aires y Rosario.