Al menos dos horas antes de las 21.30, momento pautado para el comienzo de show, el Anfiteatro Municipal ya parecía lleno. La luna llena se elevaba radiante sobre el Paraná, a las espaldas del escenario, lista para acompañar a la estrella. En el ingreso, las personas seguían entrando prolijas y sin demoras en un clima celebratorio, familiar. Es que aunque Nicki Nicole sea una de las mayores figuras internacionales de la música urbana en este momento, esa noche se jugaba de local, y el público lo sabía.
Adentro, la expectativa era total. El ascenso meteórico y vertiginoso de la artista hizo que la del viernes sea apenas su cuarta presentación en su ciudad, después una serie de tres conciertos en el Teatro Broadway en 2021. Para muchos de los presentes, sería la primera vez que verían a la ídola en vivo. Por eso, cuando casi cronométricamente a la hora señalada, se encendieron las luces para anunciar el comienzo, los gritos se volvieron casi un unísono de euforia y los teléfonos apuntaron de a cientos al escenario.
Nicki Nicole apareció detrás de su crew de ocho bailarines, que acompañaron gran parte del show, y cautivó todas las miradas de forma definitiva. Sonó “Tienes mi alma”, la canción con la que cierra “Alma”, su tercer disco de estudio, y el que está presentando en esta gira. Siguió “Se va 1 llegan 2”, otra del álbum nuevo, y el Anfi entero se afianzó como el gran corista que no se perdería ni una línea de cada uno de los temas.
La artista, con un look full blanco con detalles en negro, es hipnótica. Con sus 23 años, dejó en claro desde las primeras canciones por qué llegó a lo más alto de la escena musical mundial en tan poco tiempo. Nicki no sólo juega de local en su natal Rosario, sino en cualquier escenario. Nació para esto. Se mueve con destreza pero sin parafernalia sobre el espacio, porque no necesita una gran despliegue para deslumbrar: su actitud escénica es profesional, divertida, minuciosa en los movimientos coreografiados y espontánea en los que no. Sonríe, gesticula, interactúa con el público, arma corazones con los dedos para dar señales de cariño, agita, se emociona. Está en casa en más de un sentido.
En la primera porción del show, que duró una precisa media hora, la rosarina repasó algunos de sus éxitos recientes y otros hits consolidados: sonaron “Colocao”, la “BZRP Music Sessions #13”, y “Mala Vida” (todas de los comienzos entre 2019 y 2020), seguidos de “Llamame” y “8AM”, favoritos de “ALMA”.
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En cada interacción con el público, Nicki mostró su calidez y su simpleza: insistió con la alegría de estar en su ciudad y afirmó la pertenencia que había dejado clara durante esta semana que pasó en Rosario. En “Otra noche”, la cumbia que grabó con Los Ángeles Azules, bajó del escenario, besó y abrazó fanáticos que la recibieron con lágrimas, aceptó regalos, e hizo cantar a la gente. Después, de vuelta bajo las luces principales, leyó algunos de las decenas y decenas de carteles que la gente llevó con mensajes para ella. Admitió ser “chicata” y no llegar a ver más allá de cierta línea del público, riéndose de sí misma como en una reunión con amigos. En Nicki conviven de forma admirable, casi imposible, la ídola global y la piba de Echesortu. Y sobre eso construye su grandeza.
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En un breve interludio, se quedaron tocando los únicos dos músicos presentes en el escenario: los notables Juan Gimenez Kuj (bajista de Conociendo Rusia), en bajo y varias cuerdas, y Benjamín Rampoldi en teclados. El resto fueron pistas que además trajeron las voces de los tantísimos featuring de Nicki: Duki, Emilia, Milo j, Trueno y Bad Gyal (en el inédito “Enamórate”). La escenografía fue simple y funcional: tres niveles de plataformas y un triángulo enorme y central (el símbolo de “Alma”). Los virtuosos bailarines también jugaron con una suerte de tubos de neón con los que armaron y desarmaron dibujos escénicos para darle movimiento y dinamismo constante a la presentación.
La segunda parte trajo la nota más acústica y profunda. Abrió con “Ya no” (el mismo que abre el nuevo disco), pasó por “Años luz” y dio lugar el momento “Plegarias”, de su primer album “Recuerdos”. “Esta canción es viejita pero salió de acá de Rosario”, anticipó Nicki, y pidió prender celulares para propiciar el momento ceremonial. El público además levantó de a cientos y de forma organizada carteles con la frase “Yo voy del infierno al sol”, parte de la sentida letra del tema. “Esto es solo para ustedes Rosario”, afirmó la artista, confiando que la emotividad que aparecía en su performance tenía que ver con estar en su lugar, donde se forjó su trayectoria musical pero también, y sobre todo, vital.
El tramo final volvió al flow con todo, con un sutil cambio de look, y con otra seguidilla de hitazos en el amplio espectro de la música urbana que Nicki domina con grandeza. Clásicos como “No toque mi naik”, “YaMeFui”, y “Marisola” se engancharon con lo más nuevos pero igualmente populares “Dispara” y “Qué le pasa conmigo?”. La rosarina anunció el final con el regreso al “primer tema”, aquel éxito inaugural y absoluto que fue y sigue siendo “Wapo traketero”. Para el cierre, poco antes de las once de la noche, Nicki invitó a Ema, una chica del público que le había pedido cantar con ella en cartel. En un dueto inesperado, le pusieron el broche de oro al show a pleno abrazo, micrófono compartido y hasta selfie sobre el escenario.
Por supuesto, hubo bis. “Estamos en Rosario, no nos podemos ir así”, dijo Nicki desde el backstage antes de volver, abrazada a la bandera argentina, para culminar la presentación en modo fiesta con “Caen las estrellas” (también de “Alma”, en colaboración con YSY A). Con una base bien arriba, miles de papelitos al viento, y con el Anfiteatro entero a pleno salto, la energía estelar de la rosarina se afianzó sobre todos los presentes. Como parte de este final, sonó la intro del himno para que la celebración sea total y masiva. "Gracias, los amo", dijo Nicki son una sonrisa enorme, antes de despedirse definitivamente del público local.