La sala Lavardén está repleta como pocas veces. Litto Nebbia viene a celebrar su cumpleaños número 75 en su ciudad con un show nuevo, junto a su nueva banda y para presentar disco nuevo. Todo nuevo. Porque para el autor de “La balsa” la vida es la canción que viene, pero sin olvidar la que hizo ayer, porque todo eso confluye en un ahora eterno. Ese es el universo Nebbia. Y eso vino a presentar el viernes 21 de julio, junto a su grupo integrado por Ariel Minimal, el líder de Pez, en voz y guitarra; los hermanos Corley, Nica en guitarra, bajo eléctrico y canto; y Tomás en batería, ambos de Los Reyes del Falsete; y Leopoldo Deza, en teclados y flauta. ¿El título de su disco? “Temporada 75 parte 1”, porque adelantó que pronto saldrá la parte 2 y que para celebrar su cumpleaños sacará unos 18 álbumes, simplemente porque tiene ganas. ¿Y quién podría discutirle algo al padre del rock en castellano?
La noche arrancó con un nervioso pero a la vez distendido Lucky Rivers, quien cantó con su guitarra algunos temas de su disco “Actemio”, que no casualmente está inspirado en “Los días de Actemio”, tema que integró el repertorio de Nebbia en este show de cumple. Como si el tiempo se ensañara con una cierta circularidad que siempre tiene a la música de autor como estandarte. Es más, el show de Lucky terminó con “Pato trabaja en una carnicería”, tema de Moris, que también fue homenajeado por el mismo Litto en Lavardén.
Con lentes negros y una sonrisa, Nebbia salió a escena y el teatro se vino abajo. Los clásicos no tardaron en llegar. “Yo no permito”, que era el tema que cerraba el disco doble de “Rosario Rock ’83”, aquel del Rocksariazo; “Nueva zamba para mi tierra”; “Viento, dile a la lluvia”; “El rey lloró” y “Ayer nomás”. “Con esto ya está paga la entrada”, me dijo Osvaldo La Barbera, fan número 1 de Litto en Rosario. Y encima era gratis, doble regalo para su público.
La versatilidad de Nebbia es sorprendente. Al piano a solas conmueve. Con la guitarra y sin banda también, con su grupo a full mucho más. Pero encima se puede colgar la viola eléctrica y romperla como si fuese Eric Clapton en su mejor momento. Y lo demostró en un set eléctrico con banda donde se animó a tocar una versión de “Vamos negro, fuerza negro”, aquel tema de los años 70, que quedó inmortalizado porque lo hizo junto a Domingo Cura en bombos legüeros.
A solas, volvió a demostrar que su voz está impecable. No sólo por la calidez y el sentimiento que ofreció en “El otro cambio, los que se fueron”, sino porque hasta se pudo animar a un falsete en “Está en tus manos”. También hubo tiempo para los temas del flamante disco como “Silbando en el amanecer”, “Amigos en el bar”, dedicado a Moris Birabent y “El pescador”, que cantó a dúo con Ariel Minimal.
Y en la parte final, promediando más de veinte temas, cantó más joyitas, como “La ventana sin cancel”, “No importa la razón”, acompañada por un “ahhhh” de la gente; la eterna “Sólo se trata de vivir”, que devino en una exclamación aún mayor del público y un gesto amoroso de su mujer Alex Deluca, sentada en primera fila; “Armonía”, en una versión potente y bellísima; y “Sereno como en aquellas mañanas”.
Como cierre, parecía que Litto quería dejar en pie una declaración de principios: “Si la historia la escriben los que ganan/eso quiere decir que hay otra historia/la verdadera historia/quien quiera oír, que oiga”. Otro clásico, pero en otro tiempo. Hasta parecía que estaba desafiando a la grieta, a la posverdad, a la cultura de la filosofía barata y los zapatos de goma, al artificio vacío de la inteligencia artificial. Litto Nebbia cumplió 75 años y canta cada día mejor. Larga vida al rock argentino. Quien quiera oír, que oiga. Y que la cuenten como quieran.