Tabaré Cardozo propone una rocola gigante, esa que va del ska a la música balcánica, del country al candombe, pero presidiendo la escena tímbrica y rítmica con el rock y la murga como géneros madre. Claro, y con letras cargadas de peso específico, porque entiende que no se puede desaprovechar la oportunidad de decir lo que siente a través de un puñado de canciones. Este jueves, el cantante uruguayo, murguero de pura cepa, que ya desplegó su talento creativo en Falta y Resto, Agarrate Catalina y Curtidores de Hongos, presenta "Malandra", a las 21, en Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza). Amantes de los géneros puros y de las canciones huecas, abstenerse.
—¿Cómo surgió la idea de hacer un disco tan rockero como "Malandra"?
—Este es mi quinto disco y en casi todos he tratado de hacer lo que la canción manda. Considero que una canción, por su mensaje, necesita llevar un vestido adecuado y lo hago con la tela que tengo, yo siempre voy atrás de la canción. Pero justo en "Malandra" las temáticas ameritaban otro tipo de telas, entonces me adentré un poco más en esas casas donde sólo había pisado los zaguanes, por decirlo de alguna manera. En discos anteriores había hecho algunos temas rockeros o un poco más fuera del género de la murga canción, pero en "Malandra" me metí con el rock hasta el pescuezo.
—¿No te preocupa que aquí en la Argentina, y especialmente en Rosario, puede ser contradictoria y hasta ambigua una letra como la de "Malandra"?
—En realidad no me pongo del lado de los malandras, el disco se llama así pero es como cuando ponés el titular de una nota y el contenido apunta a otra cosa. Esto no es una apología de la delincuencia ni mucho menos, casi que es todo lo contrario. Porque lo que trata de hacer la canción es un ejercicio de empatía.
—¿A qué te referís?
—O sea, qué pasaría si yo hubiera nacido en tu lugar y vos en el mío, la primera parte de la canción plantea que toda esa discriminación y miedo lo tendría el delincuente de haber nacido en una situación más cómoda y si la persona acomodada estuviese en situación de marginalidad. Pero, después, en la segunda parte de la canción, en ese cambio de roles, dice que si yo te encañono y lastimo a tu papá, a tu mamá o a tu hijo, vos me vas a salir a buscar y me la vas a dar. Lo que está queriendo decir es un mensaje al malandra, o sea yo me pongo en tu lugar, pero vos ponete en el mío, y a su vez el estribillo, dice "Dios, no me dejes morir, no me dejes matar", esa plegaria se aplica tanto para el malandra como para el hombre de bien, porque si matás a un malandra estás matando una persona también.
—El disco está atravesado por la integridad racial, en contra de las diferencias, por la libertad de elegir y como una barricada contra los poderosos. ¿Es casi tu declaración de principios?
—Quedé contento con la posibilidad de tener esta profesión que me permite decir todo lo que pienso, todo lo que siento. Imaginate cuánta gente hay que trabaja de algo que no le gusta, bueno, yo trabajo de algo que sí me gusta y que encima tengo la posibilidad maravillosa de libertad absoluta de decir lo que tengo ganas de decir. No voy a desaprovechar 15, 16 canciones, como las de este disco, porque cada una de esas canciones es una posibilidad de decir algo que me preocupa, que me está atormentando o me provoca felicidad. Por eso las temáticas son las que son, porque reflejan lo que me pasa a mí, lo que le pasa a la gente de mi entorno y de lo que soy testigo, para eso sirve esta herramienta de hacer canciones.
—¿Te sentís el más rockero entre los murgueros uruguayos?
—Sí, porque mirá, en realidad me pasó una cosa bastante natural. En mi prehistoria musical, de los 9 años hasta los 14, estuve en una murga de niños que se llamaba Los Draculatecas, que era del barrio del Buceo, en donde yo me crié (Montevideo), pero de los 14 hasta los 23 tuve tres bandas de rock en la escuela secundaria, lo que nosotros llamamos el liceo. Después, cuando ya empecé profesionalmente a trabajar en las murgas Falta y Resto, Contrafarsa, Curtidores de Hongos y finalmente Agarrate Catalina, en todo ese proceso empecé paralelamente a grabar mis canciones. Por lo tanto, tenía incorporado, por un lado, la murga desde niño y el rock de adolescente, entonces cuando hice mis canciones me salió naturalmente mezclarlos. Sé que no era algo muy mezclable, no había precedentes de esto, pero empecé de a poco tímidamente allá por el 99 a hacer canciones de murga rock como "La combativa" y "Segundos afuera", que mezclaban el coro de murga con el sonido distorsionado del rock y empecé a investigar.
—Lo más saludable es que esa mixtura de géneros suena genuina, aunque combine música country con base de blues y coro de murga, como en "Todo el año es rock and roll".
—Mirá, lo que sí te puedo garantizar es que es completamente orgánico, es como cuando algo está hecho con amor y se le ve el amor. O cuando dos humoristas están arriba del escenario y ves que ellos se están cagando de risa y entonces vos también te divertís. Lo que puede llegar a pasar en este caso de "Malandra", más allá de la calidad o no de las canciones, es que esto fluye porque es orgánico y no es un Frankenstein, en el que yo digo voy a combinar el canto tirolés con el bembé africano, porque es exótico y quiero ver cómo suena. No, en realidad toda la vida me crié entre la murga, el tango y el rock and roll, y cuando lo hago me sale natural,
—Más allá de los temas más contestatarios, en "El bien" apuntás a un mensaje más elemental y no menos importante, que es ser buena gente.
—¿Sabés por qué hice esa canción? Porque últimamente está devaluado el concepto de hacer las cosas bien. Como que no garpa mucho ser bueno, porque si sos bueno sos un gil, y si hacés una canción sobre hacer las cosas bien parece que fueras un pastor cristiano o un gurú de la India. Pero ¿cuál es, loco, que un músico de rock o de murga le cante a portarse bien y a querer a tu prójimo? Es una militancia, no es que te vas a convertir en un naif, también puede tener onda cantar eso, tiene sus riesgos pero yo lo asumo porque ya que protestamos tanto y hacemos canciones de denuncia, también está bueno dar un mensaje de esperanza, sin que sea cursi ni naif.
Hermanos de mil batallas
El disco "Malandra", a lo largo de sus 16 temas, se gestó como la segunda parte de "La violencia", el cuplé de Agarrate Catalina. En el show de pasado mañana en Rosario, Tabaré Cardozo tocará junto a un power trío, de guitarra eléctrica, bajo y batería, más un acordeonista que también toca teclados y un coro murguero, entre cuyas voces se destacan las de sus hermanos Yamandú y Martín Cardozo.