Por un momento pareció el efecto del poder de rock, pero la fuerza no venía del
escenario sino del suroeste. Eran de las ráfagas de viento que el viernes cruzaron el Hipódromo del
parque Independencia y que tuvieron consecuencias reproductivas: en vez de dos, el Quilmes Rock
Rosario 2009 duró tres días convocando a unas 20 mil almas a base de música y pasión. Anoche Los
Fabulosos Cadillacs ofrecieron un show con todos sus éxitos precedidos de Las Pelotas. Ambas bandas
fueron las protagonistas exclusivas de la noche de ayer debido a la obligada reprogramación. El
sábado Catupecu Machu le puso emoción al festival y Divididos hizo lo mismo de siempre, mientras
que el viernes Los Auténticos Decadentes ofrecieron su alegría hasta que las chapas de un kiosko
lateral al campo se volaron. Lo demás fue rock en paz.
Mientras la temperatura de la tarde del viernes trepaba a los 33º, unas pocas
decenas de chicos se le animaron al sol extremo para ver Los Cuerpos, uno de los grupos ganadores
de un concurso previo, junto a V.I.D.A. que abrió el fuego el sábado. Luego Fluido representó a la
ciudad con un cuidado set para darle paso a Las Pastillas del Abuelo, el primero de los platos
fuertes de la fiesta. El combo porteño llegó a Rosario con hinchada propia, donde se destacó la de
Morón que rápidamente extendió el inmenso trapo de su devoción.
Con las primeras sombras de la noche, el espectáculo empezó a desplegarse en el
cielo y los relámpagos pusieron celosos a los iluminadores. Pero la belleza de la naturaleza se
convirtió de a poco en un mal presagio. Desentendidas del alerta meteorológico vigente, unas ocho
mil personas ya se habían entregado al eterno cumpleaños de quince en vivo que ofrecen en sus
conciertos Los Auténticos Decadentes. Con un Cucho que destila simpatía a la cabeza, la banda tocó
sus hits, dándole el toque festivo a una jornada que estaba a punto de terminar abruptamente.
Cerca de las 20, funcionarios provinciales y municipales de Defensa Civil se apersonaron en el
Hipódromo para solicitarle a los organizadores del
Quilmes la suspensión del encuentro. Adujeron el peligro que significaban las
ráfagas de viento (que según el Servicio Meteorológico Nacional alcanzaron los 42 km/h) para las
instalaciones de caño y tela, y como corolario, para las personas que allí se agolpaban. Ninguno de
los agentes públicos explicó por qué no se aplazó el partido de fútbol que a esa misma hora estaba
por iniciarse en el estadio de Rosario Central. La reprogramación dejó a Las Pelotas en el camarín,
a Los Fabulosos Cadillacs a medio camino y a la gente con las ganas. Que colmaron ayer, claro.
El sol prometió un gran día para el sábado. De entrada Los Vándalos reafirmaron
su feedback con la gente con un Popono en su mejor momento y para que la conmemoración sea completa
tocaron tres temas de su flamante disco "No significa nada".
Más tarde Kapanga volvió a demostrar que es una de las bandas más rendidoras de
cualquier festival, al ritmo de El Mono y sus aliados. Pero todo lo que sube debe bajar. Y No Te Va
a Gustar cumplió con ese paradigma. El grupo uruguayo de cantante argentino le puso calma a una
noche limpia y de luna con su rock de dos orillas, dejándole la posta a Catupecu Machu. Con su
particular energía, el combo liderado por Fernando Ruíz Díaz descolló con sus matices de guitarra
criolla y hasta recibió como invitado al Mono de Kapanga.
A Divididos le tocó cerrar el sábado y lo hizo ante unas 12 mil personas con la
misma potencia y los mismos temas de siempre. La única novedad es el marcado protagonismo que han
tomado Catriel Ciavarella y su batería acompañando a Ricardo Mollo y Diego Arnedo.
Ayer volvieron al ruedo los pibes que debieron volverse a casa el viernes, a
quienes se sumaron una buena cantidad de espectadores no tan jóvenes. La oferta era difícil de
rechazar: en el menú estaban Las Pelotas y Los Fabulosos Cadillacs.
El primero de los grupos ofreció un show con diferentes climas musicales y el segundo despertó
el fervor del público cuando a las 20.50 entonó "El león". Luego vendrían más clásicos, de esos que
hacen bailar al más impertérrito. Mucho más tarde, en Willie Dixon, Mai, una chica de Rufino, contó
que se llevaba como trofeo una de las púas que Mollo le entregó al público. Su éxtasis no se
diferenció del de las otras 20 mil almas que se llenaron de rock en el Quilmes 2009.
l