Erika Edwards, investigadora y docente estadounidense con experiencia en estudios culturales en Argentina, publicó en el transcurso del Mundial Qatar 2022, un artículo para desmentir el mito de una Argentina blanca y europea a partir de una pregunta que circula ya hace tiempo en instancias de mundiales, el porqué de la presunta ausencia de rostros afro entre los jugadores que componen el plantel dirigido por Lionel Scaloni y que brilla en Qatar 2022.
Edwards publicó el número de una medición censal de 2010 que luego fue editada por el diario, no el 1 por ciento, sino el 0,4 por ciento de la población argentina declaró tener raíces afro en ese testeo que por primera vez incluyó esa variable, ausente desde hacía más de un siglo en los datos oficiales. Lo que es necesario ampliar es que el censo de 2010 no es del todo preciso, dado que tuvo un carácter aleatorio, se trató de muestras y la variable de identificación fue muy discutida, pues remite a la autopercepción. Se estima que el llevado a cabo el 18 de mayo de este año aumentaría y corregiría las cifras de afrodescendencia local, siendo que esta vez tuvo carácter total. Según pruebas piloto previas y estimaciones de agrupaciones afro, habría unas 2 millones de personas con gen afro, un guarismo muy superior al 0,4 por ciento relevado hace doce años.
Al margen de esa imprecisión en el dato de 2010, luego rectificado, Edwards planteó que el resultado del censo arriba indicado puede dar a entender que, con menos del 1 por ciento de población afrodescendiente, se piense que la Argentina se encumbra dentro del mito de desaparición afro y de la blancura progresiva de su población. El problema es que el grueso de quienes leyeron la nota se quedaron con el título y no mucho más, extrayendo conclusiones erradas.
La idea de que el país es mucho más diverso de lo que la opinión general cree, aunque persiste el mito incuestionable de la blanquedad. La autora agrega que en época colonial los porcentajes de población afro en las provincias eran muy considerables, siendo de un tercio a fines del siglo XVIII, producto de la participación del territorio en las redes de la trata esclavista atlántica.
A la pregunta sobre cómo fue posible diluir esa gran presencia, la respuesta viene desde el poder, la manipulación de cifras y la perpetuación de un mito, labrado desde intelectuales de la talla de Domingo Faustino Sarmiento o de Juan Bautista Alberdi en su afán por modernizar y blanquear, un proceso que no solo se dio en la Argentina, sino que obedeció a una lógica regional.
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Foto: Alberto Estévez / EFE
El fomento de la inmigración europea, pregonada desde las “Bases” de Alberdi, cumplió la misión de arrinconar a la negritud, de cumplir el blanqueo demográfico requerido por los afanes de modernización a finales del siglo XIX en la construcción de Repúblicas étnicamente homogéneas. Desde los censos también se ocultó lo no blanco recurriendo a categorías como trigueño que, a efectos censales, se computaba como blanco.
También en el texto la académica procedió a desmentir varios de los pilares de la explicación mítica de desaparición de la negritud del registro histórico argentino. Por ejemplo, señalando el argumento de las muertes en batalla como exagerado, aunque es cierto que combatientes afro fueron la carne de cañón de varios de los ejércitos en el transcurso del siglo XIX, además de relativizar que la famosa epidemia de fiebre amarilla de 1871 se haya ensañado principalmente con este colectivo. No solo África nutrió con mano de obra esclavizada estas latitudes, hubo inmigración posterior voluntaria de origen africano, como la caboverdeana.
Edwards explica que, pese al intento de blanqueo, las poblaciones afro están presentes desde hace mucho tiempo y otras camadas más nuevas han arribado al país sudamericano, como la ya citada de Cabo Verde, antigua colonia portuguesa, junto a, desde la década de 1990, la migración de algunos países del África subsahariana y la de poblaciones afrolatinoamericanas (cita Brasil, Cuba y Uruguay).
La autora indica que si la selección nacional quizá no incluye a jugadores de origen afrodescendiente o que fenotípicamente no se ven africanos, de todos modos no termina de ser un equipo enteramente blanco. Ella repara en la identidad “morocha”, como si fuera una etiqueta inocente, y no lo es, pues se carga con frecuencia de un contenido racista. De hecho, “negro” muchas veces es un insulto clasista en Argentina.
En fin, esa identidad mestiza, que prácticamente Estados Unidos no conoció a nivel histórico, está presente en algunas de las caras de la “Scaloneta”, ejemplo: los ofensivos Lautaro Martínez y Ángel Di María. Algo que faltó analizar en el artículo, quizá por motivos de extensión, fue ligar esa identidad producto del mestizaje, y que invisibilizó los aportes de pueblos originarios y afrodescendientes, a la historia y el desarrollo del peronismo como movimiento de masas.
No obstante, y a modo crítico, habría que agregar que el equipo argentino sí tuvo jugadores fácilmente identificables como afrodescendientes. Un ejemplo fue el suplente del arquero campeón del mundo en 1978 Ubaldo Fillol, Héctor “Chocolate” Baley. Remontándose más en el tiempo, destaca la presencia de Alejandro de los Santos, fenotípicamente africano, integrante del equipo que obtuvo en 1925 la Copa América, descendiente de una familia esclavizada de Angola. La escritora sí menciona a Diego Maradona, pero omite el resultado de una investigación genética que lo emparenta con un esclavizado de la provincia de San Juan que luchó al mando del General José de San Martín y de quien obtuvo su libertad. Entonces, más allá de una identidad “morocha”, la alcurnia africana de lo que ella entiende como “una leyenda no blanca” en un país blanco estaría debidamente comprobada.
La recepción del artículo de Edwards fue en su mayor parte negativa, ese es el problema de las lecturas en el espacio virtual, fragmentadas, apuradas, descontextualizadas.
(*) Omer Freixa es historiador africanista argentino, docente y escritor. Interesado por los conflictos contemporáneos, los estudios afroamericanos y el origen afro en particular en el área del Río de la Plata. Licenciado y profesor en Historia, graduado en la Universidad de Buenos Aires. Magíster en Diversidad Cultural y especialista en estudios afroamericanos por la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Escribe divulgación y contenido académico sobre África y las relaciones que este continente tendió con Argentina y los países de la región.
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Población afrodescendiente en Argentina. La información comprendida en este capítulo proviene del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, operativo en el que se cuantifica, por primera vez a nivel nacional, a la población que se reconoce como afrodescendiente.
Afrodescendientes y equidad racial. Recursos normativos y políticas públicas para la comunidad afroargentina.