Desatada la escalada de violencia en Rosario, el peronismo santafesino activó el modo oposición cooperativa y se puso a disposición del gobierno de Maximiliano Pullaro.
Por Mariano D'Arrigo
El peronismo santafesino definió moverse con prudencia ante la crisis de violencia desatada en Rosario.
Desatada la escalada de violencia en Rosario, el peronismo santafesino activó el modo oposición cooperativa y se puso a disposición del gobierno de Maximiliano Pullaro.
Este fin de semana, el presidente del PJ provincial, Ricardo Olivera, se comunicó con el propio gobernador, con el ministro de Gobierno, Fabián Bastía, el secretario general, Juan Cruz Cándido, y el secretario de Vinculación Institucional, Julián Galdeano.
Todos ellos, viejos conocidos de la Cámara de Diputados y con relación fluida, más allá de las diferencias políticas.
Olivera les expresó la solidaridad con Pullaro por las amenazas y el respaldo del PJ en la lucha contra las bandas criminales.
“Es el momento de acompañar. Si nos necesitan, estamos”, dijo el titular del justicialismo santafesino a La Capital.
Los cuatro homicidios cometidos la semana pasada en la ciudad, calificados tanto por funcionarios nacionales como provinciales como hechos de terrorismo urbano, generaron un debate en la mesa chica del PJ provincial sobre si convenía pronunciarse públicamente.
Más allá de algunas críticas individuales a la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, en el grupo de WhatsApp que comparten Olivera, Norma López, Eduardo Toniolli, Silvina Frana, Rubén Pirola y referentes de las distintas tribus del PJ acordaron moverse con prudencia.
Además, en este momento el peronismo no es la voz más autorizada para salir a cruzar a la administración Pullaro en el rubo seguridad.
La promesa de “ahora la paz y el orden” que planteó Omar Perotti en la campaña a gobernador no pasó del eslogan electoral. Entre 2019 y 2023 los homicidios en el departamento Rosario saltaron de 168 a 258.
En el medio pasaron cuatro ministros de Seguridad, cada uno con un manual diferente, y once jefes de policía de la ciudad.
A eso se sumó la falta de respuestas del gobierno de Alberto Fernández, la reacción espasmódica ante hechos conmocionantes -como el ataque a tiros al supermercado de la familia Roccuzzo y el asesinato de Máximo Jerez, que desató una pueblada en Empalme Graneros- y la actitud derrotista en el último tramo de la gestión.
En la Casa Gris reconocen el diálogo y señalan que tienen en carpeta convocar a las distintas fuerzas políticas pero todavía no fijaron fecha.
“Mantenemos línea directa con todos, pero la idea es bajar la cantidad de reuniones al mínimo”, indican.
En días donde la ciudadanía rosarina espera soluciones, una foto de dirigentes puede ser contraproducente. Más aún, en tiempos de malestar con la política. La situación es diferente a la de 2013, cuando todo el arco partidario se reunió con el entonces gobernador Antonio Bonfatti tras la balacera contra su vivienda.
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En paralelo a ese diálogo entre el oficialismo y el principal partido opositor, que le dio mayor volumen legislativo a las distintas iniciativas que envió la Casa Gris y que por ahora transcurre tras bambalinas, el peronismo santafesino se acerca al tramo decisivo del proceso de renovación de autoridades.
Por estas horas se intensifican las conversaciones. Por ejemplo, Pirola se reunió con sindicatos y también circula el nombre de Frana, que acompañó a Lewandowski como candidata a vice.
En ese camino, el 4 de abril es una jornada clave. Ese día se presentarán las listas con quienes aspiran a suceder a Olivera en la presidencia del partido.
En el caso de que no haya lista de unidad, la interna se realizará el 12 de mayo. Un escenario inconveniente. Entre otros motivos, porque en este contexto de violencia desatada deberían pedirle al gobierno que abra las escuelas un domingo para una elección partidaria.