“Quiero informar de una persona herida. Tiene un tiro en la cabeza y está convulsionando, pero está vivo”. Ese llamado al 911 alertó en abril del año pasado que en un departamento de barrio Sarmiento agonizaba un joven con un disparo en la cabeza. “Estaban jugando”, completaba el mensaje. El herido sobrevivió tras una serie de cirugías, aunque sufrió ceguera de un ojo y otras lesiones invalidantes por las que este jueves fue condenado Brandon Pared, un joven ligado al mundo del delito que aceptó 6 años y medio de condena en un juicio abreviado.
Brandon Pared tiene 20 años y en noviembre de 2021 fue detenido en un departamento de Urquiza al 1000. Lo buscaban por ese ataque y como un violento tiratiros vinculado a una serie de robos. En su departamento se halló cocaína lista para la comercialización, una pistola calibre 22 y alhajas de oro. En una audiencia que se realizó al mediodía en el Centro de Justicia Penal aceptó condena por el incidente con un arma que manipulaba junto a otros amigos en un departamento que alquilaba en Gurruchaga y Rondeau.
Brandon es hijo de Sergio Pared, asesinado el 14 el febrero de 2013 por un miembro de Los Monos que le disparó frente su comercio de Doctor Riva al 2700. Su hermana Brenda, conocida como “La Cote”, está acusada a la espera de un juicio por el homicidio de Pamela Eugenia Spinetti, quien fue apuñalada frente a sus hijos el 16 de julio de 2015. Un crimen por el que el mes pasado la Fiscalía pidió que sea condenada a 17 años de prisión.
Entre los familiares de Brandon hay otras personas ligadas al mundo criminal. Es medio hermano de Jésica Daniela “Fea” González y cuñado de Claudio “Morocho” Mansilla, el último recapturado de la evasión de ocho presos de la cárcel de Piñero el 27 de junio del año pasado.
El nombre de Brandon sonó fuerte en la causa que retenía a Mansilla en prisión, el doble crimen de Kevin Nieri y Leonel Bubacar, acribillados en 2018 frente a un pasillo de Lima al 2100. Según la investigación que derivó en la condena a 25 años de prisión del Morocho como instigador de esas muertes, Brandon fue quien conectó a las víctimas con su cuñado que había comenzado a vender drogas en la zona y quien los convocó a la entrada del pasillo donde los mataron con unos treinta tiros de distintas armas.
El incidente por el que Pared aceptó la condena ocurrió el 12 de abril de 2021 alrededor de las 14 en un departamento Gurruchaga y bulevar Rondeau, en un primero piso sobre un salón de fiestas. Pared, por entonces con pedido de captura en una causa por robo, se alojaba en el lugar con dos amigos tras haber firmado un contrato de alquiler temporario. Esa tarde, según se determinó, estaba jugando con una pistola y “de manera negligente e imprudente” realizó un disparo que impactó en la cabeza de su amigo Gerardo Damián A., que estaba sentado en un sofá.
El joven comenzó a perder sangre y la reacción de Brandon fue “abandonarlo a su suerte, dejándolo solo y sin dar aviso para que se le procure asistencia médica”. El muchacho fue trasladado Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria y a pesar del esfuerzo médico terminó perdiendo la visión del ojo izquierdo e incapacitado para trabajar.
En un acuerdo de juicio abreviado entre la defensa de Pared y los fiscales Patricio Saldutti y Matías Edery, Pared fue condenado como autor del delito de lesiones culposas gravísimas agravadas por el uso de arma, abandono de persona y portación de arma de guerra. La condena también contempla la tenencia de un arma de fuego calibre 22 que fue secuestrada al ser detenido. La jueza Silvia Castelli homologó el acuerdo y dictó la condena.
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La policía llegó hasta el lugar donde Gerardo A. agonizaba a raíz de un llamado telefónico al 911. Alguien ligado al entorno de Brandon sabía que el joven había herido a Gerardo y se había escapado sin pedir ayuda médica. Sin identificarse, dijo que todo había ocurrido cuando tres jóvenes jugaban a la ruleta rusa y que el muchacho herido estaba con vida. Los policías que llegaron al lugar lo encontraron herido en un sillón y hallaron tres cartuchos en el piso del comedor, dos en un cajón en una habitación, una vaina servida en el patio y un plomo deformado en un colchón.
Gerardo fue sometido a una cirugía de apertura del cráneo para descomprimir la hemorragia que sufrió al ser perforada la arteria cerebral. Tenía esquirlas en la cabeza y una bala alojada en la región occipital. Le practicaron una traqueotomía, fue alimentado por sonda y debió ser sometido a rehabilitación. Quedó con cicatrices en la frente, perdió la visión del ojo izquierdo y sufre una hempliejia en el costado derecho del cuerpo que le provoca dificultades para movilizar la rodilla, la cadera, el codo, la muñeca y la mano, además de necesitar de asistencia permanente para alimentarse o movilizarse en silla de ruedas y para su higiene personal.