Mientras familiares y camaradas de armas despedían al oficial César Eduardo Carmona, la justicia avanzaba al menos sobre tres hipótesis de trabajo. La más fuerte es que el oficial de la Agencia de Investigación Criminal fue seguido desde una financiera en el centro rosarino, donde realizaba custodia personal, por el Citroën C3 bordó del que se bajaron dos hombres que lo ejecutaron a metros de la sede de la AIC en Lamadrid y Salvá para robarle la mochila que llevaba. Todo esto en el marco de una salidera. “Lo que no se sabe aún es que había en la mochila. Si había dinero o si los ladrones «se deliraron que lo había» y cuando vieron que Carmona tenía una arma, lo acribillaron”, comentó una fuente consultada. La hipótesis de la salidera trágica comenzó a circular a partir de que los asesinos del policía dejaron abandonado en Sánchez de Bustamante al 400 el C3, radicado en la localidad tucumana de Tafí del Valle y con pedido de captura por robo. Personal acostumbrado a la custodia de valores en la Citi rosarina admitieron haber visto el C3 bordó de cacería por el centro rosarino.
Las otras teorías del caso, que por el momento corren por detrás de la salidera, están directamente ligadas a investigaciones en las que participó Carmona, quien trabajaba en la Dirección de Inteligencia de AIC. El lunes pasado, cuando se realizaron 43 allanamientos en el marco de una investigación por aprietes a agencias de loterías en manos de la banda de Los Monos en las que fueron detenidas tres mujeres de peso: Mariana Ortigala, Lorena Córdoba (viuda de David Perona) y Daiana Micaela Leguizamón, “La Diabla”. Carmona habría participado en el allanamiento en la casa de San Nicolás donde La Diabla se tragó un chip telefónico al grito de “ahora no van a encontrar nada”.
Este jueves, horas antes de que Carmona fuera asesinado, Mariana Ortigala, ex testigo estrella en la causa Alvarado, fue indagada por el juez federal Carlos Vera Barros, a pedido del fiscal Claudio Kishimoto y el auxiliar Franco Benetti, bajo la acusación de alquilar viviendas en las que luego se alojan personas que se dedican a la venta de drogas. En ese marco, el magistrado le dictó la prisión preventiva.
El oficial Carmona también participó de la pesquisa que terminó con la detención, y posterior imputación, de Lautaro Román Núñez, de 21 años, uno de los tiratiros que desde una moto atacaron la noche del viernes 25 de agosto la sede de la AIC y el destacamento policial 24ª, del Tanque, ubicado de Grandoli y Güiraldes. El cartel que dejaron frente a la AIC, a metros de donde fue asesinado el policía, decía: “Nico Camino, Eri Masini, fiscal Ederyk (sic), dejen de matar gente inocente. Si no, vamos a matar policías, jueces y fiscales”.
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Pablo Camino y Héctor Rodolfo Masini, estaban en ese momento alojados en el penal federal de Rawson. Posteriormente fueron trasladados a Marcos Paz, la misma prisión federal en la que está recluido Guille Cantero. Cinco días después del ataque Núñez fue detenido. Al ser arrestado afirmó que un privado de la libertad, preso de alto perfil alojado en una cárcel federal de Buenos Aires, estaba ofreciendo 400 mil pesos por un policía asesinado.
Hace seis meses
Seis meses atrás Carmona pudo lograr uno de sus máximos objetivos en lo laboral. El pase a la AIC desde la Agrupación de Orden Público de la Unidad Regional II, en la que trabajó en prevención en la desaparecida comisaría 8ª, de Refinería, y en la 22ª de Pérez, entre otros destinos. Si bien logró ese anhelo fue en un contexto de severos percances con enfermedades dentro de su familia. Carmona, como la inmensa mayoría de los policías que trabajan en la provincia de Santa Fe, redondeaba un sueldo vivible haciendo adicionales en blanco en distintas sedes financieras. La última ubicada en inmediaciones de Italia y Santa Fe. Era fana de Rosario Central.
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Citroën C3 bordó, con pedido de captura en Tucumán, que usaron los asesinos del policía.
“El ataque fue dirigido a esta persona. Estamos viendo cuál fue el móvil, por qué le fueron a disparar... Es pronto para saber si hubo amenazas previas. Tenemos que hablar con los familiares de la víctima todavía. Nosotros buscamos a dos personas”. En el ingreso al Polo Tecnológico Rosario, pocos minutos después del crimen de Carmona, el fiscal Alejandro Ferlazzo trazó los primeros palotes de una investigación que a las claras luce como compleja. Cuando Rosario no podía salir de la conmoción por el asesinato de un policía a metros de uno de los centros neurálgicos de la investigación criminal de la región, los peritos del gabinete criminalístico, enfundados en sus trajes Tyvek, peritaron varias veces el Ford Fiesta Kinetic negro en el que llegó a las puertas de la sede de AIC el oficial Grondona. Con el correr de las horas esa imagen tomaría mayor relevancia a medida que la hipótesis del asesinato en un contexto de salidera iba ganando espacio.
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“Carmona era un tipo despierto. Responsable. Con calle. No se entiende como no se dio cuenta que lo seguían para chorearlo”, comentó un conocedor de la dinámica de la City rosarina que conocía al policía asesinado. “Ese auto (por el C3 bordó) hace una semana que anda dando vueltas por el centro haciendo macanas. Una semana que lo tenemos visto”, explicó. Carmona subió a su auto en inmediaciones de Italia y Santa Fe y condujo hasta Lamadrid al 500. Sin que se percatara, fue seguido por dos personas que circulaban en un C3 bordó con pedido de captura de la Justicia de Tucumán. A las 15.03, según contaron varios testigos, el C3 bordó estacionaron a metros del auto de Carmona a metros del ingreso a la guardia de AIC.
Dos balazos en el pecho
Cuando el oficial bajó, los dos que llegaron en el C3 bajaron y comenzaron a forcejear para sacarle la mochila. Cuando lo vieron armado, le dispararon 13 veces. El preinforme de autopsia describió que Carmona recibió dos impactos en el pecho que fueron letales. También tenía balazos en sus piernas. Trasladado en estado desesperante en un auto particular murió en el hospital Roque Sáenz Peña. Minutos más tarde el C3 fue hallado por la policía, a partir de llamados de vecinos, en Sánchez de Bustamante al 400, a ocho cuadras de la escena del crimen del policía. Testigos indicaron que tras descartar el C3 los asesinos de Carmona fueron rescatados por otro auto. En esa cuadra este viernes hubo una serie de medidas ordenadas por el fiscal Ferlazzo de las que no se informó resultados.
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A partir de la procedencia del Citroën, con pedido de captura en Tucumán, se abrieron una serie de conjeturas que permitirían tener un acercamiento a la mecánica de los hechos. A lo largo de la historia delictiva, el uso y la costumbre motivó la interacción entre delincuentes de distintos puntos del país que a partir de haber compartido ranchadas (juntarse con presos con los que se comparten amistades e intereses intra muros) en diferentes penales del país.
Así, sobre todo en el palo de la salidera, comenzaron a “trabajar” con la logística local y el robo del visitante. Delincuentes de otras provincias llegaron a la ciudad y en una breve período de tiempo desplegaban sus gracia en la mayor cantidad de atracos posibles. Hubo una banda de Tucumanos que actuó en Rosario entre 2017 y 2019 que tenía la particularidad que sus integrantes referían domiciliarse en Ayacucho al 4000, barrio Tablada.
Esto abrió la posibilidad de que el policía Carmona haya sido abordado por delincuentes que desconocían la ciudad, por eso llegaron a las barbas de la sede de la fuerza de elite especializada en investigación criminal, y quizás no se percataran de que la persona a la que iban a abordar era un policía vestido de civil en un auto sin plotear, de uso particular. Y cuando le vieron el arma, lo ejecutaron a balazos.