Los que con determinación y constancia se ocupaban de perseguirlo, cruzando todas sus rutinas y las zonas donde se movía, tenían un problema incómodo: Carlos Argüelles no se dejaba matar. Este hombre que fue en el pasado uno de los de mayor confianza de Esteban Alvarado había generado tanta enemistad que de la cárcel de Piñero hacían planes sobre tablero para liquidarlo. Hasta que el 28 de enero un grupo de sicarios consiguió acercársele y pegarle cuatro tiros a la EcoSport en la que iba con su familia en Gaboto al 5500. Pero Argüelles, que además de ser un individuo astuto es un hombre de suerte, pudo gambetear el destino que le tenían trazado.
Una cadena de azares y una investigación atenta dejaron ahora al desnudo la planificación del seguimiento de Argüelles, que es dueño de un taller mecánico, para eliminarlo. La historia, como la mayoría de las que ocurren en el mundo del hampa en Rosario, es una película. No hay una sola clave para desentrañarla sino cinco. Son los hombres que participaron del complot fallido.
Hay entre todos ellos un personaje de peso en esta historia. Se trata de un hombre que manejaba tres taxis en Rosario y que será el primer hombre clave. Fue quien al menos desde cuatro meses antes del atentado se encargó de hacer inteligencia sobre los pasos de Argüelles. Se llama Jorge Inocencio Ojeda. La persecución fue empecinada durante tres días. El 27 de octubre del año pasado lo siguió con su taxi por la zona de la calle Vélez Sarsfield, donde vive Argüelles, por más de quince cuadras. Anotó cada detalle. El momento en que salió en su camioneta, por dónde circuló, el retorno a su domicilio. Pasó los detalles de la EcoSport de Argüelles y también el número de la patente que sería acribillada 120 días más tarde. Los movimientos del objetivo móvil fueron reportados con fotos y videos.
El segundo hombre clave se llama Jonatan Alejandro Ribles. Fue detenido el 28 de octubre en una circunstancia de lo más fortuita: evitó un control policial, intentó resistirse y tenía un arma de fuego sin portación legal. Cuando se abrió el teléfono celular que llevaba Ribles los fiscales encontraron llamativos intercambios de mensajes que aludían a seguimientos a alguien que tenía un taller mecánico. Los investigadores se detuvieron especialmente en esos diálogos que sostenía con tres hombres.
"Hoy lo mando con San Pedro"
Uno era el taxista, finalmente identificado como Jorge Ojeda, quien entre el 26 y el 28 de octubre siguió a Argüelles por media ciudad. La inteligencia fue profunda al punto de descubrir que el perseguido tenía custodia de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). “Está revigilado, tiene custodia”, dicen. Queda fuera de duda, por el intercambio de mensajes, para qué querían dar con él: “Hoy lo mando con San Pedro”. “Hoy lo bajamos al viejo puto”, indican algunos de los textos.
pinero.jpg
Jenifer Meza fue descubierta en el ingreso de Piñero cuando se registró para visitar a su pareja.
Archivo
¿Por qué no lo consiguieron? Porque Argüelles, que está en libertad pero implicado como integrante de la asociación criminal de Alvarado, es ducho para cuidar el pellejo. Algo que a Jonatan Ribles, que es el que se presume estaba sindicado para asesinarlo, le provocaba expresivos lamentos. “Este viejo hijo de puta es incansable, se me va para todos lados”. O “No es ningún gil el bobo este”.
El tercer hombre clave es Isaías Alejandro Núñez, más conocido como Chuky Monedita, un referente criminal de los pesados oriundo de barrio Tablada, preso en Piñero. Chuky Monedita, que será imputado como ideólogo por el atentado a Argüelles junto con el taxista Ojeda, aparece en abundancia en los mensajes del teléfono que le sacaron a Ribles. Y queda claro allí que Chuky es el instigador de los seguimientos a Argüelles para matarlo y que para eso había contratado a Ribles como sicario.
Y si no fuera trágica sería cómica la seriedad con la que Chuky se toma el objetivo de liquidar al antiguo socio de Alvarado. Porque con todas las letras lo trata de vago al matador al que le paga el sueldo porque, según deduce, Ribles pone muy poco esfuerzo en hacer la tarea encomendada. “Si vos te hubieras levantado a las 7 de la mañana a las 10 ya estaríamos contando la plata”, le dice Chuky a su empleado, en un claro reproche por haber aflojado el seguimiento.
>> Leer más: Cómo cayó uno de los presuntos tiradores que balearon al testigo contra Esteban Alvarado
“No lo pude agarrar”, se justifica Ribles ante Chuky, quien no expresa deseos de dejarse engañar. “No lo digas por ayer boludo. Porque ayer no lo esperaron todo el día. Vos simplemente vas y te quedas un toque. Esperalo bien que está regalado. Y vos no estabas, boludo”, le replica desde su calabozo.
"Me agarró el semáforo"
La conexión de Chuky desde la cárcel es con el taxista. Y luego el taxista le transmite los resultados de su seguimiento a Ribles que es quien tiene que atentar contra Argüelles. Según dijo ayer jueves en audiencia el fiscal David Carizza al imputarlo, el taxista Ojeda demuestra conocer con claridad con qué fin hace el seguimiento, y hasta lamenta las oportunidades perdidas cuando Argüelles logra escabullirse. “El tiro era de estar cerca... estar cerca viste apenas te avise: TAC”. “Yo lo seguí como más de 15 cuadras, lo seguí yo al auto, ya te digo me agarró el semáforo, mucho tránsito a esta hora… y se me fue a la mierda, se me fue, qué cajeta loco”.
alvarado.jpg
Esteban Alvarado cayó en un complejo de cabañas de Río Tercero en febrero. Antes tiró su celular al agua.
Los dos hombres clave que faltan, el cuarto y el quinto, surgen recién el 28 de enero de este año, cuando finalmente el grupo pudo concretar el objetivo largamente planeado. Ese día a las 20 desde un Suzuki Fan le pegaron cuatro tiros a la camioneta de Argüelles, que resultó ileso como sus familiares que iban con él, en Gaboto al 5500. El Suzuki Fan, dominio EDY-724, captado en el video de una cámara pública, quedó estacionado en una calle de Tablada, donde fue encontrado por la policía. La Sección Rastros levantó impresiones dactilares del habitáculo correspondientes a dos personas a las que se identificó como los autores posibles del ataque.
Uno de ellos está preso e imputado desde el 1º de febrero por tentativa de homicidio. Se llama Gabriel González. Quien lo acompañaba es Vladimir N., que es también de Tablada y que se encuentra prófugo. Este Vladimir N. habitó durante largos meses en la misma hilera de celdas en Piñero que Chuky Monedita.
El trabajo de identificación del taxista que desembocó ayer jueves en su imputación fue una febril carrera de tres días. Empezó el lunes cuando el fiscal Pablo Socca, que tenía el caso de Ribles, descubrió que uno de los mensajes en su teléfono podía tener relación con la persecución a Argüelles. Por eso le pasó la extracción del celular a su colega David Carizza que llevaba ese legajo. Eso condujo a establecer que la persona que le pasaba datos a Ribles para ubicar al viejo socio de Alvarado era Jorge Inocencio Ojeda, ese chofer de un taxi Chevrolet Meriva, que quedó en prisión preventiva por orden del juez Gustavo Pérez de Urrechu. Está imputado de intento de homicidio calificado por precio o promesa remuneratoria agravado por uso de arma de fuego como partícipe secundario. La expectativa de pena que tiene es de 5 a 7 años de prisión.
>> Leer más: "Es la tercera vez que intentan matarme", reveló un testigo protegido de la causa Alvarado
Chuky Monedita también comparte pabellón con Mauricio Laferrara, que está preso acusado como autor material de una cadena de seis homicidios, y a quien se considera el principal matador por encargo de Alvarado. Los investigadores recuerdan que Laferrara puede tener, como mínimo, un motivo razonable de encono con Argüelles, y es que éste habría declarado en su contra. Un móvil pensable respecto a por qué el escurridizo Argüelles parece estar siempre al borde de un barril de pólvora.