Si bien un mes no es tiempo suficiente para sacar conclusiones sobre fenómenos como los homicidios, el interminable y controvertido enero de 2024 ofreció rasgos llamativos en cuanto a los parámetros que se venían estableciendo como patrones. Los crímenes cometidos con arma de fuego, en general más del 85%, fueron 8 de 17. En el resto se emplearon armas blancas en siete casos y también se combinaron con golpes y otro tipo de agresiones que, en principio, parecen alejar los hechos de aquellos casos _en torno al 60% en los último años_ que habían sido planificados e incluso cometidos por encargo.
Relaciones personales que colapsan, venganzas o viejas broncas que encuentran en la violencia imperante canales para fluir, los homicidios de enero de 2024 en Rosario han mostrado una foto que no coincide plenamente con el contexto que en cierta forma los determina desde hace unos diez años. Basta con notar que el primero de los homicidios a balazos ocurrió el 15 de enero. Otro dato que se corre de los promedios son las cinco mujeres asesinadas, en diversos contextos, casi la tercera parte del total. Lo llamativo surge al comparar números de enero de 2023: en 24 casos hubo una mujer como víctima, se cometieron 22 hechos con armas de fuego, uno a cuchilladas y el restante a golpes.
En cuanto a las zonas, el castigado barrio Ludueña solo fue escenario del primero de los hechos. El resto se distribuyó entre las zonas sur y oeste: el foco está en la zona sudeste (tres en Villa Manuelita, uno en Parque del Mercado, otro en El Mangrullo, así como en Tablada y Las Flores. Hacia el oeste, se registraron un homicidio en barrio Alvear, otro en el Gráfico y un restante en el 7 de Septiembre, así como un doble homicidio en el barrio Plata.
El caso del asesinato de Eugenia Estefanía Toloza, tiene sus particularidades; la noche del 5 de enero presenció una discusión entre su madre y una ex pareja de ésta que desató una secuencia de golpes y agresiones que culminó cuando, según la acusación, el hombre le asestó una mortal puñalada en el abdomen a la mujer de 31 años.
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Es materia de investigación cómo murió quemada María Mercedes Antelo, de 45 años, quien estaba presa en el Complejo Penitenciario Rosario cuando terminó con el 72% de su cuerpo quemado. En principio se descartó que haya sido producto de un motín y se busca dilucidar si se trató de un ataque en el que la víctima fue rociada con alguna sustancia inflamable.
Es claro que la mecánica de un homicidio solo ofrece datos e indicios que las correspondientes investigaciones deben corroborar. También es cierto que la vinculación de víctimas o victimarios con alguna actividad delictiva no determina directamente el móvil: a esta altura se sabe, por ejemplo, que un asesinato encargado desde una cárcel por algún jefe narco puede tener que ver con sus negocios o con motivos estrictamente personales.
Por lo pronto, aún no se establecieron los móviles del crimen de César Urdapilleta, de 25 años y asesinado al mediodía del 25 de enero en una esquina de barrio Las Flores cuando estaba fumando un cigarrillo y dos hombres pasaron caminando, se le acercaron y le dispararon ocho veces sin mediar palabra. En el barrio no pudieron precisar si tenía alguna bronca o estaba vendiendo droga.
Horas después, sobre las 16, mataron al tatuador Pablo Javier Bonda, de 34 años, en Perú al 1900. Dos tipos en una moto lo encararon cuando bajaba de un taxi con su pareja y luego de hacerle una pregunta le dispararon varias veces y lo remataron en el piso. ¿El motivo de tan violento asesinato aparentemente cometido por sicarios? La reciente detención de un joven como sospechoso a partir de indicios materiales todavía no arrojó certezas sobre el motivo del conflicto.
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Otro crimen cuyas características coinciden con los modos que proliferaron con el desarrollo de la cultura narcocriminal en la ciudad fue el de Marcos Joel Aranda, la tarde del 26 de enero en la villa El Mangrullo. Al pibe de 20 años, al parecer con un historial de problemas por robos menores, lo corrieron a los tiros hasta que cayó con balazos en el pecho, espalda y detrás de una oreja. Las versiones sobre los motivos daban cuenta de broncas con jóvenes de otros barrios de la zona.
Otro crimen en el que se pudieron haber mezclado cuestiones de broncas barriales con el narcomenudeo fue el de Lisandro Gómez, un pibe de 18 años asesinado el 22 de enero en el barrio 7 de Septiembre. Si bien el pibe estaba apuntado como miembro de la llamada “Banda de Los Menores” últimamente mencionada en todo hecho de sangre en los barrios desplegados al norte de Fisherton, su asesinato exhibe otros ribetes. Al parecer el chico estaba con amigos cuando mantuvo una discusión con una chica de 20 años que se retiró y volvió al rato acompañada por su mamá y un hermano.
Entre las versiones circuló que Gómez le había robado dinero a la chica y fue por eso que ésta volvió con familiares para increparlo. En medio de golpes, trompadas y piedrazos apareció un pibe que le asestó un puntazo con un cuchillo tipo tramontina. También se dijo que ese chico había estado implicado en el robo de una moto junto con Gómez y cuando éste fue apresado por ello lo habría involucrado. La reyerta mortal tuvo un capítulo siguiente por la noche cuando varios amigos de la víctima, al parecer miembros de Los Menores, fueron a agredir a familiares de los acusados, balearon tres viviendas e intentaron incendiarlas.
Con un trasfondo de narcocriminalidad más visible, al menos en cuanto a la ejecución del hecho, aparece el asesinato de Ramón de la Cruz Navarro, 55 años, el 15 de enero. La víctima había bajado de su camioneta en una gomería de Seguí al 3400 para emparchar una cubierta cuando se detuvieron dos personas en una moto y dispararon contra el local, perteneciente a un tal “Samu” vinculado con Los Monos, y que había sido baleado meses antes. En la escena dejaron un cartel que decía “Gastón, dejá de amenazar a Pullaro”, aunque hasta el momento no trascendió quién sería el destinatario del mensaje. Si bien Navarro no pareció haber sido el blanco de la balacera ni era investigado por cuestiones vinculadas a la droga, su domicilio en Rueda al 4200 había sido denunciado años atrás como acopio de drogas.
Entre las características salientes de un mes atípico están los dos dobles homicidios acaecidos entre el 19 y el 20 de enero. Las víctimas fueron dos parejas masacradas en sus viviendas aunque por motivos distintos. El primero fue el de Ana María Martínez y Juan Ramón Flores, ambos de 42 años, violentamente asesinados a balazos en la casa que compartían en Spiro al 300 bis, en Villa Manuelita. La mujer fue hallada por un hijo pequeño muerta en su dormitorio con golpes en todo el cuerpo, señales de ahorcamiento y heridas de arma de fuego, mientras en el baño estaba él, todavía vivo, con un balazo en la nuca. Descartada la hipótesis inicial de femicidio con posterior intento de suicidio _no había datos sobre una mala relacón de pareja_ la sangre hallada en toda la casa dio cuenta de una operación violenta que hasta el momento pudo estar motivada en una venganza o en el robo de un importante monto de dinero.
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El otro hecho se esclareció como un conflicto familiar: “Fui yo”, parece que dijo el ex prefecturiano Mauricio Marioncini cuando lo detuvieron como principal sospechoso por el doble crimen de su madre, Tamara, y la pareja de ésta, Silvio Martini. La mujer de 53 años y su novio de 65 habían sido encontrados el 20 de enero muertos a golpes y puñaladas en su casa de Vera Mujica al 4800 luego de que los vecinos llamaran a la policía preocupados al notar que el kiosco que tenían en esa cuadra no había sido abierto en su horario habitual y cuando abrió, varias horas después, estaba atendido por el hijo de ella.
Otro rasgo llamativo de los primeros 15 homicidios del año fueron los hallazgos de cadáveres que, en algunos casos, debieron ser identificados en la morgue. El 16 de enero Brian Miguel Leonel Monzón, de 30 años, fue hallado en una zona de zanjones cercana a Villa Manuelita, a unas 30 cuadras de su domicilio en El Mangrullo. Llevaba varias horas muerto, tal vez días, y se presume que lo mataron en otro sitio.
Otro hallazgo que requirió de varias horas para identificar a la víctima fue el crimen de Andrés Abel Ponce, hallado la madrugada del 31 de enero apuñalado en una plazoleta a la que pudo haber llegado luego de haber sido apuñalado en un pasillo de Juan Manuel de Rosas al 3600. La investigación puede tener en cuenta que a esa hora hubo un violento robo a unos metros de donde apareció el cuerpo del joven que no era del barrio.
El 20 de enero, frente a una cochera de Isola y Alice en el barrio Parque del Mercado, apareció muerto Marcos Jeremías Maldonado. Apodado “Chaparrito”, junto al cuerpo del chico de 17 años quedaron una cuchara con restos de droga, un encendedor roto y un trozo de esponja de metal. En el barrio algunos justificaban el crimen al describirlo como “un rastrero que nos tenía para el cache a todos”, “un chorito violento, muy verdugo” que “pasó la mitad de su vida aspirando nafta”. No obstante, el crimen causó profunda tristeza entre quienes lo conocían de chiquito y asistieron a esa crónica con final cantado.
También el crimen de Susana Mena, de 27 años, estuvo caracterizado por una gran saña más allá de su posible contexto relacionado con el narcomenudeo: es que la mujer apareció asesinada adentro de una bolsa de arpillera y con signos de haber sido maniatada y golpeada en el rostro y la cabeza.
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Entre las personas muertas en enero hay dos que estuvieron agonizando durante meses. El 9 de enero murió Joel Piedrabuena, un chico de 16 años padre de un bebé de 18 meses, que mientras apostaba al sueño de ser futbolista profesional jugando en un equipo de Coronel Arnold, también se las rebuscaba como vendedor ambulante para alimentar a su familia. El 23 de septiembre del año pasado caminaba vendiendo medias por Pasco y Chacabuco cuando pasaron a los tiros desde una moto y Joel fue alcanzado por un balazo que no son para nadie pero suelen destruir a tantas familias rosarinas. Aquella balacera ya había cobrado otra víctima fatal, Tomás Borda, que salvó con su vida la de su novia que caminaba junto a él.
Y el 28 de enero murió Eduardo Manuel Argüello, un cuidacoches de 33 años que el 23 de octubre pasado se peleó con otro en inmediaciones de Ovidio Lagos y 27 de Febrero. La víctima sufrió un golpe muy fuerte en la cabeza por el cual agonizó tres meses.