En lo que va de 2022 al menos 27 de los 120 homicidios que hubo en el departamento Rosario ocurrieron en los barrios Ludueña, Empalme Graneros y Larrea. En ese contexto, muchos de esos crímenes se explicaron, al menos en versiones preliminares, en una disputa entre dos bandas que compiten por la venta de drogas a baja escala en ese sector del noroeste rosarino. Uno de esos grupos estaría comandado en la calle por Mauro Gerez, nombre que en varias oportunidades salió de la boca de los vecinos para dar cuenta de los trasfondos de esos crímenes. Gerez fue detenido a fines de mayo, pero en el marco de una investigación por extorsiones y balaceras que serían ordenadas por dos personas desde la cárcel de Piñero. La investigación expone, según testigos, cómo esta persona reclutaba “soldaditos”, la mayoría del mismo barrio y menores de edad.
Este jueves comenzó una audiencia imputativa contra un grupo de nueve personas acusadas del delito de asociación ilícita, a partir de la cual realizaban extorsiones, amenazas, usurpaciones y balaceras. El terreno de despliegue de esta banda era principalmente el barrio Ludueña, pero también Empalme Graneros, contra vecinos y comerciantes. Todo ocurría en un entramado de venta de drogas que incluyó disputas contra otro grupo, lo que valió un reguero de sangre con varios homicidios en los últimos meses.
Para tal despliegue la banda necesitaba de quien pusiera el cuerpo en la calle para ejecutar las órdenes que dos personas diagramaban desde la cárcel de Piñero. Para eso estaba Gerez, sindicado como "jefe de sicarios" por el fiscal Pablo Socca, quien llevó adelante la investigación desde la unidad especializada en balacera. Tan llamativo como impactante fue el testimonio de un testigo de identidad reservada expuesto en la audiencia: contó que Gerez reclutaba a pibes del barrio que jugaban al fútbol, a quienes buscaba seducir dándoles botines y ofreciéndoles pruebas en otros clubes para luego convencerlos de que “soldadeen” para él.
El verbo “soldadear” no aparece en diccionarios formales, pero sí en el boca en boca de los vecinos de las barriadas que ven a los pibes, que también son vecinos, convirtiéndose en mano de obra de bandas delictivas. Se suele escuchar mucho en barrios como Ludueña donde las familias se expanden pero se quedan ahí, generando que se conozcan entre todos. Tal es el caso de Gerez, que hizo su propio camino desde pibe hasta que se convirtió en un hombre de peso en el barrio. En el último tiempo, según estos testimonios, fue quien se ocupó de reclutar a chicos, incluso menores.
“Mauro jugaba en un equipo y empezó a ofrecer botines, guantes, lo quiso (al hijo del testigo) llevar a una prueba al campo. Es la forma que tiene de convencer a los pibitos, les regala zapatillas, los convence para que después termine soldadeando para él”, contó el testigo según expuso el fiscal Socca en la audiencia de este jueves.
“Tiene más de 15 pibitos, la mayoría menores de edad, que tiran tiros para él, también venden para él”, agregó esta persona de quien por seguridad reservaron su identidad. En ese mismo relato el hombre explica que “un vecino de toda la vida del barrio” se convirtió “en un soldado más”.
Ordenes desde la cárcel
“Venden drogas, tiran tiros, usurpan casas”, contó el testigo. Esa descripción tuvo su desarrollo en la investigación que llevó adelante Socca y a través de la cual, luego de la detención de Gerez, se avanzó con la imputación de nueve personas. Gerez se ocupaba de desplegar en la calle los movimientos que Andy B. y Julián A. diagramaban desde la cárcel de Piñero. En el inicio de la audiencia, el fiscal explicó que estas dos personas mandaban a otras a extorsionar o amenazar, e incluso lo hicieron personalmente, también ordenando extorsiones, usurpaciones y balaceras cuando las víctimas no abonaban el dinero requerido o bien para “infundir temor público”.
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En los últimos años fueron incrementando casos de balaceras a comercios y viviendas que en principio parecen hechos aislados y difíciles de contextualizar. La investigación de Socca consta de una sistematización de hechos similares que encuentran punto en común en la banda que comenzó a ser imputada este jueves.
El primer hecho que abrió la investigación fue el 16 de julio de 2021 cuando, a primeras horas de la madrugada, el vecino de un Fonavi recibió cuatro balazos en su auto. Días después el dueño del vehículo fue baleado y quedó en coma. Según el fiscal, ese hecho fue una represalia porque un departamento del mismo consorcio, que sería de los integrantes de la banda, había sido allanado anteriormente en un operativo en el cual se secuestró droga. La hipótesis es que los acusados creyeron que la víctima, su vecino, los había delatado.
Balaceras como estas se acumulan de a varias en la investigación que condujo a esta audiencia imputativa. La mayoría responde al mismo contexto: represalias y usurpaciones a vecinos, extorsiones a comerciantes y broncas con bandas antagónicas. Las usurpaciones podrían explicarse en la intención de la banda de acumular lugares de acopio de drogas, armas y aguantadero de integrantes de la banda. El periplo de la banda fue resumido así por Socca: “Una asociación ilícita que se dedicó a cometer delitos contra las personas, contra la vida, contra la propiedad, contra la administración pública, contra la seguridad pública, contra la salud pública”.
Subestructura
“Esta organización criminal procuró ocupar y dominar sectores y barrios de Rosario, principalmente Ludueña y Empalme Graneros, y excluir de allí a bandas antagónicas con el fin de obtener beneficios económicos producto de diversas actividades ilícitas”, desarrolló el fiscal. En ese marco ubicó a Andy B. y Julián A. como “líderes de la organización”, aunque no descartó que se trate de “una célula o una subestructura de una asociación ilícita de mayor envergadura”.
Sobre esta posibilidad en el desarrollo de la evidencia aparecen pistas: algunos testigos mencionan que Gerez “siempre vendió para Los Monos” y en uno de los mensajes extorsivos que salió desde la cárcel una persona aún no identificada sostuvo: “Yo soy amigo de loco, el de lentes, el que maneja todo”. Ambos apodos que según varias investigaciones son utilizadas para hacer referencia a Ariel Máximo “Guille” Cantero, líder de Los Monos.
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Si bien ya no es una novedad que las bandas delictivas tengan parte de su jefatura en las cárceles, desde donde se organizan mediante el uso de celulares, para los investigadores no deja de ser un asombro. El fiscal Socca en su investigación tuvo que pedir a empresas telefónicas información sobre 500 líneas telefónicas y 200 números del Imei identificatorio de aparatos y a su vez detectó que en el transcurso de la investigación uno de los sindicados líderes de la banda hizo uso de 97 líneas.
La audiencia continuará este viernes, cuando se definirá la imputación de los dos acusados como líderes de la banda, de Mauro Gerez y el resto de los integrantes: Natanael C., Nicolás B., Gustavo C., Marcelo R., Nahuel A. y Jackeline A. El fiscal asegura que, como partes de la asociación ilícita, cumplieron distintos roles para sostener el funcionamiento delictivo del grupo.