La causa por el crimen del camarógrafo de San Lorenzo Gustavo Gutiérrez, baleado a fines de 2022 tras acodar una cita en la que lo esperaban para asaltarlo, dio un paso decisivo este miércoles. En una audiencia que se realizó en los Tribunales de esa ciudad se acordaron los lineamientos de lo que será el juicio oral por el asesinato, con un hombre y una mujer acusados de asumir distintos roles en el ataque. Diego Jesús Pérez, preso como autor de los disparos, y Andrea Belén Mimbrero, como partícipe necesaria, afrontan pedidos de prisión perpetua. Para las partes acusadoras, el homicidio fue cometido con el fin de garantizar el robo del auto de la víctima, que apareció incendiado en la zona de Andino. "Mi expectativa es la pena perpetua. No me voy a quedar quieta hasta que eso se dé", dijo tras el trámite Analía Balmaceda, expareja de la víctima.
A Gutiérrez le decían “Negro” y era empleado de Televisión Regional San Lorenzo. La madrugada del 29 de diciembre de 2022 llegó cubierto de sangre hasta un paso a nivel de Oroño y Rippa donde unos policías custodiaban el paso de un tren cargado con cereal. “Me dispararon, no doy más”, les dijo. Alcanzó a balbucear su apellido y murió en ese lugar, con dos plomos en el cuello, a unas cinco cuadras de donde lo habían baleado para robarle.
La caminata desesperada del trabajador pidiendo ayuda a los vecinos, que asustados sólo atinaron a llamar a la policía, consta en las acusaciones que tanto el fiscal Juan Ledesma como el abogado querellante Daniel Machado presentaron contra la pareja detenida por el crimen. Andrea Mimbrero mantenía contacto con la víctima a través de Facebook y está acusada de haber convocado a Gutiérrez a un encuentro en el lugar del ataque. Diego Jesús Pérez, quien convivía con la mujer, está imputado como autor de los disparos con un arma calibre 22 largo que hasta el momento no se encontró.
Así llegaron hasta la audiencia preliminar al juicio en la que, este miércoles, ambos fueron acusados del delito de homicidio criminis causa, es decir, cometido para garantizar otro delito. En este caso el robo del auto de la víctima. El crimen se consideró además agravado por el uso de un arma. A lo que Pérez, en calidad de presunto autor, sumó los delitos de portación ilegal de un arma de uso civil y daño. Mimbrero fue acusada como partícipe necesaria del homicidio, lo que prevé la misma pena.
La condena solicitada para ambos fue la de prisión perpetua y así lo formalizó el juez Carlos Gazza, quien admitió las acusaciones y aceptó la mayoría de la prueba testimonial y documental ofrecida por los acusadores. El magistrado dispuso un cuarto intermedio para seguir debatiendo en una nueva audiencia los planteos de la defensa. En esa instancia está previsto que se discuta si los imputados esperarán en prisión la llegada del juicio, ya que la medida cautelar de dos años en prisión preventiva que pesa sobre ambos vence en enero próximo.
"Lo imposible"
"Desde la Fiscalía y la querella se está haciendo un trabajo súper importante. Mi expectativa era que se pueda plantear una pena de prisión perpetua. Se hace largo, pero siento que el caso está encaminado para que se resuelva de una manera justa", dijo al finalizar el trámite Analía, quien impulsó la querella en representación del hijo de 6 años que tuvo con Gutiérrez. "Mi deseo es algún día poder sentarme en la mesa con mi hijo y decirle que hice hasta lo imposible por obtener justicia para su papá. Se lo merece él como hijo y se lo merece Gustavo donde esté".
Para el abogado querellante, en tanto, "fue una investigación muy prolija. Se pudo dar rápidamente con los imputados y con una evidencia que muestra solidez. En los celulares de Pérez se encontraron conversaciones con cuatro personas en las que manifiesta haber sido quien mató a Gustavo". Machado resaltó además que el juez aceptó encuadre más grave con pedidos de perpetua tras descartar el de homicidio en ocasión de robo, que prevé menos pena.
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La investigación arrojó que la noche previa al ataque Gutiérrez había celebrado en su casa de Puerto San Martín una despedida del año con un grupo de amigos. Fue un encuentro entre cinco personas que, como lo hacían habitualmente, cenaron pizzas caseras y tomaron cerveza. La reunión se extendió hasta las 3 de la madrugada. A esa hora llevó en su auto Volkswagen Gol gris a una amiga hasta la casa de ella en San Lorenzo. “Me despidió bien, lúcido, re tranquilo como era de costumbre, sin decirme más nada. Era una excelente persona, muy trabajador, no tenía problemas con nadie”, contaría la mujer tras despertar con la noticia de que esa madrugada Gustavo había sido asesinado con dos disparos.
En el paso a nivel
Una hora y media después de esa despedida, el hombre de 45 años apareció casi desangrado ante dos policías del Comando Radioeléctrico que custodiaban el paso de un tren rumbo a una terminal portuaria. Se desvaneció allí mismo y el rastro de sangre condujo hasta Genaro Roldán y Perú, donde se encontró una vaina servida calibre 22 sobre el pavimento. En el trayecto varias personas lo habían visto caminar con las últimas fuerzas y tocar timbre en algunas casas de la zona, pidiendo a gritos que llamaran una ambulancia.
Uno de los disparos ingresó por la clavícula izquierda y quedó alojado en el pulmón derecho. Otro le atravesó la mandíbula. Murió por una hemorragia masiva en la región cervical. Horas más tarde, el auto de la víctima apareció calcinado cerca de un campo de Andino.
La pista y las pruebas
La pista de lo que ocurrió esa noche se encontró en la computadora de la víctima, que había quedado encendida en su dormitorio. El último chat había sido por Facebook con Lha Belu, quien inició la conversación a las 3.25. “¿Cómo anda, señor?”, saludó y le preguntó a Gutiérrez cuándo iban a verse. “Si querés nos vemos ahora que estoy al pedo, recién se fueron unos amigos”, contestó él. Ella le pidió un tiempo para prepararse y propuso encontrarse: “Cuatro y diez si querés me esperás en la Genaro Roldán”.
Días después, el 4 de enero de 2023, se allanó la casa de Mimbrero en Islas Malvinas y Alemania de San Lorenzo, donde una vecina había visto el paso del auto de Gutiérrez. En el celular LG azul de la mujer se encontró un mensaje en el que decía: “Me siento culpable y eso que no jalé el gatillo”.
Su pareja, a quien le dicen “Porteñito”, también fue detenido. En su teléfono Samsung Galaxy se encontraron alusiones al crimen. Horas después del hecho le envió una noticia sobre el caso a un amigo: “Ahí te paso una cap (captura). Ese fui yo, estaba re empastillado. No era para ponerlo pero bueno, viste como es, amigo”. Avisó que lo estaba rodeando la policía y pidió que cuidaran a su madre.
“¿Le sacaste algo al menos?”, preguntó otro de sus contactos. “Si, sí. Pero la ondea era que no había que ponerlo”, respondió Pérez, quien desoyó los consejos de volver a vivir a Buenos Aires: “Estoy rejugado, ya fue”.