El cambio de imagen vino desde afuera, pero no alcanza. Keylor Navas hace lo que puede en el arco, le salva el pellejo a Newell’s, pero tampoco es imbatible. Carlos González, el centrodelantero recién llegado, en apenas 5 minutos hizo más que todos los atacantes que pasaron por el once.
Este Newell’s está perdido en la nebulosa, con una relación casi rota con el hincha, tanto a nivel deportivo como institucional. Lo mejor que tiene la lepra hoy pasa en las tribunas. El apoyo popular saca siempre un aprobado. El problema es otro.
Si bien es pronto para sacar conclusiones, el mercado de pases no trajo soluciones y la llegada del enorme Keylor Navas no es suficiente para tapar baches.
Keylor Navas no puede con todo
El arquero costarricense tapó varias pelotas de gol ante Defensa, pero el arco iba a caer en algún momento. Fue sobre el final, pero podría haber sido antes si no fuera por la capacidad innegable del uno. Fue uno de los pocos a rescatar de otra derrota en casa. Y quizás el empate tampoco hubiera cambiado demasiado al final de cuentas.
Carlos González le cambió la cara a la delantera de Newell’s. ¿Alcanzó? Claro que no. El gol anulado a instancias del VAR le impidieron coronar un verdadero golazo, con media vuelta incluida y una definición digna de un goleador de raza. Este movimiento no se había visto con antiguos intérpretes.
Carlos González debe ser abastecido
La cuestión es asegurar que la pelota le llegue al bueno de Cocoliso, que se las arregló solo para generarse espacios, para pivotear entre los zagueros y aprovechar un hilo para tejer algo. ¿Será abastecido de ahora en adelante? Ahí radica otra deuda pensando en el porvenir.
Gonzalo Maroni estuvo impreciso, Luciano Herrera se enganchó en el propio río revuelto, Toto Silvetti peca de talentoso, al hacer una de más cuando la situación exige otra cosa, y a Banega, su capacidad es apurada por la impaciencia del hincha y también queda en una tromba impiadosa.
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En las malas, los déficits se exacerban y las excusas no le importan al hincha.
Fue un partido para barajar y dar de nuevo, pero el mazo sigue repetido. El clásico lo podrá ganar, empatar o perder. Si sucede lo primero, la felicidad se apoderará del hincha, pero los problemas son más profundos.
Hoy Newell’s no tiene demasiadas variantes al alcance de su mano y tendrá que repuntar con lo que tiene. Ahí entra en juego el amor propio y la rebeldía. Este equipo deberá demostrar de qué está hecho.