La hincha más representativa de la Lepra, la más querida, la Vieja Amelia, cumpliría este miércoles 100 años de vida. No hace mucho se fue a alentar a la bandeja del cielo con 98 años y se la extraña. Parece que fue ayer cuando con seis años llegó de la mano de su tío Orestes y conoció al amor de su vida: el querido y viejo Newell’s.
Amelia Montero nació en Rosario el 25 de septiembre de 1924, y fue desde muy joven, una mujer empoderada en un ambiente machista por concepción, en el que las “ladies” no frecuentaban el fútbol.
Junto a su marido, en la década de los años 60, comenzaron a organizar viajes en colectivo para que los hinchas rojinegros puedan acompañar al equipo cuando jugaban de visitantes, sea el escenario que sea. Y fue sumando kilómetros, miles y miles de kilómetros, visitando absolutamente todas las canchas donde era recibida como una reina.
Respetada por todo el mundo futbolero, estuviera donde estuviera, llegara donde llegara, la iban a ver no solamente los dirigentes leprosos sino también los del equipo rival, empleados, barras y más de una vez se anotó algún jefe de policía encargado de la seguridad del espectáculo.
Si hasta los medios de comunicación se le arrimaban como pidiendo una bendición. Es que era muy especial, y para muchos representó a esa mujer, madre, abuela o amiga que le hubiera gustado tener a su lado. Era pícara, frontal, rebelde, solidaria y generosa, creadora de una cultura de cancha que aún sigue vigente.
Sentido de pertenencia
Sembró un sentido de pertenencia con Newell’s que le valió tener desde 2012 una tribuna con su nombre (Tribuna Oficial Vieja Amelia, detrás de los bancos de suplentes, en la zona que no está bajo la visera).
En sus 80 años de socia, tuvo el privilegio de ser testigo de todos los títulos del club y como la hincha número uno tenía su ranking: para ella el mejor presidente de la historia fue Armando Botti; Marcelo Bielsa el mejor DT y Gerardo Martino el mejor jugador.
Fue, el propio Tata, quien con cariño la apodó “La Vieja Amelia”.
Siempre fue respetuosa de las opiniones políticas dentro club, incluso en tiempos muy difíciles y en todo momento puso por delante el escudo rojinegro, ese del que se enamoró cuando era una niña.
“No se deja a nadie a gamba… ¡que suba! A la cancha entramos todos”, solía decir. Y fueron varias las generaciones de hinchas que tuvieron la fortuna de compartir con ella ese viajes, repletos de historias, muchas veces convertidos en aventuras, siempre con aguante, mucho aguante.
Todo se comparte
Si hasta cuando alguien estaba con la panza vacía compartía su sándwich, porque entendía lo que representaba un hincha de Newell’s para otro hincha, y eso no se olvida. También por eso es parte de la rica historia rojinegra.
En su vida tuvo un sinfín de propuestas de matrimonio, pero como ella misma afirmó, “yo me casé con Newell’s. Es feo quedarse sola, no lo aconsejo, pero yo quería ir a la cancha y viajar para ver a Newell’s”, confió en una entrevista a La Capital.
A un siglo de su natalicio, hoy los hinchas leprosos van a homenajearla como corresponde desde las 19, en el mismísimo Coloso, porque como ellos mismos afirman, La Vieja Amelia es ejemplo, es bandera, es tribuna y es canción.