La semana para los veteranos que juegan en el fútbol amateur se inicia con la mirada fija a un día: el sábado. Esa jornada a pleno fútbol tan esperada con el fin de descargar tensiones, reducir el estrés y sentirse por un momento jugador de fútbol. Sí, un futbolista a pesar de que muchos puedan estar lejos de alcanzar ese mote, pero quién le puede quitar esa idea grabada a fuego. Lo cierto es que el fútbol para los de 40, 50 ó 60 años "es salud mental" porque no sólo aleja los problemas acumulados por días o meses, sino que también entrega una serie de beneficios para el bienestar personal necesarios para la vida diaria, incluso sostenido y solicitado por los médicos.
El sábado o cualquier día de la semana que se utilice, dependiendo de los campeonatos organizados por las distintas entidades -en este caso- de Rosario, son especiales. En el antes, durante y después de la acción. La preparación, los bolsos, las medias, vendas, canilleras y, por supuesto, rodilleras para rodillas maltrechas por el paso de los años, meniscos rotos, cartílagos gastados, artrosis, los achaques, las rengueras y una serie de complicaciones que mantienen los dolores a flor de piel. Pero a pesar de eso, nada impedirá concurrir a la cita tan esperada,salvo que una lluvia oficie de maldición y obligue a la suspensión de la fecha.
En los torneos de veteranos es difícil encontrar figuras estilizadas, todo lo contrario. El sobrepeso abunda, las panzas parecen reventar las holgadas camisetas, las cabezas brillan por el sol ante la ausencia de pelo, el pique corto es terriblemente lento aunque en la cabeza del futbolista crea que es el Pájaro Claudio Caniggia. Las mañas y las airadas protestas son el común denominador en los encuentros y -en ciertos casos- los árbitros (¡ay los árbitros!) tienen su propio reglamento. Claro que deben adaptarse a este juego "especial" y algunos lo hacen y otros tantos no porque se sienten el Sheriff Javier Castrilli de tiempos pasados.
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LA CAPITAL/Marcelo Bustamante
El pucho y botines rosas
Siempre aparece aquel que acelera las pitadas al cigarrillo como si fuera el último antes de entrar al reducto, el que recurre a los botines rosas de moda en primera división o el de vincha al viejo estilo Negro Gamboa de los 90. Y dentro de este combo especial de intento de futbolista se mezclan aquellos que alguna vez fueron tapa de los diarios regresando al potrero, donde en definitiva nacieron. Y acá hay una importante diferencia porque antes cobraban por jugar y ahora pagan para hacerlo.
Mientras se espera el inicio del partido el "técnico" busca imponer su sello y pretende que su equipo toque como lo pedía Carlos Salvador Bilardo. La súplica es única y concreta: "El pase, al menos, al que tiene el mismo color de la camiseta". Un detalle simple, pero difícil de llevar a cabo porque las piernas no responden a la orden que baja del cerebro y las rodillas tienen demasiada rigidez.
En el combo de veteranos que se visten de jugadores existen, sin dudas, los distintos. Esos que siempre se destacaron y que no llegaron a jugar de manera profesional por diferentes razones. O por tener que abocarse al trabajo o simplemente porque eran amantes de la joda, el vaguismo y de la cerveza que de focalizar la mente en la preparación que se necesita en el fútbol de elite.
Viejas glorias
También surgen en los conjuntos jugadores que sí llegaron, los que disfrutaron de los aplausos y el cariño de la gente. Los que tuvieron la dicha de vivir del fútbol y hoy, después del retiro, se mantienen dentro de un campo de juego con el fin de despuntar el vicio junto a amigos, pero sin la presión de entonces. Por eso se los puede ver en el Club Provincial a algunos que pisaron primera división como Germán Ré, Chirola Damián "Chirola" Ledesma, Cristian "Chiri" Colusso, Diego Chitzoff, Daniel Quinteros y Juan Carlos Ghielmetti (68 años), por mencionar determinados apellidos entre veteranos y jóvenes cuarentones. Y otros tantos que jugaron en el ascenso y/o primera como Pablo Caballero (Central Córdoba) y Julio Muller, por citar algunos.
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En otros campeonatos históricos como el de Bancos y Seguros, Jockey Club o el de los Arroyos convocan una cantidad importante de futbolistas que se mezclan con los que pasaron por el profesionalismo. En la lista de reconocidos se pueden apuntar a Mauricio Sperduti, Santiago Gentiletti, Fabián Muñoz, Emiliano Biancuchi, José Cárdenas, Pablo Castella, David Guffanti, Juan Pablo Ruffa, Pablo Vázquez, Gerardo González, Daniel "Pato" Núñez, José "Pepe" Basualdo, entre otros tantos. En el de Fisherton también aparecen algunos que lograron el objetivo de jugar a nivel profesional y, a la vez, un padre de una figura de nivel internacional: Mauricio Buonanotte, papá de Facundo (actualmente en Chelsea) y notable goleador.
La búsqueda de la diversión
"Voy a divertirme con un grupo de amigos, parientes. Uno trata de disfrutar, me tratan bien porque no canchereo ni peleo. Me como alguna patadita, pero nunca nada importante. De tantos años de jugar a la pelota uno volvió a donde inició, en el fútbol amateur. En mi caso estoy agradecido al trato de los rivales", sostuvo Mauricio Sperduti, quien sigue en actividad de manera amateur además de dirigir en las inferiores de Newell's.
"A veces esperan que uno haga cinco goles, pero eso no sucede porque el rival juega. Mientras no haya violencia está todo perfecto porque lo más lindo es jugar y liberar la cabeza. Disfruto mucho de todo esto y el tercer tiempo", simplificó.
El recordado Gerardo González, que vistió la camiseta de Central (entre otros equipos) y la selección argentina, no parece tener 66 años porque luce impecable y con un estado físico envidiable. Y, por supuesto, siendo letal a la hora de la definición. "Si vos después de los 60 años entrás a una cancha a jugar al deporte que más te gusta, ¡qué más querés! Y, encima, con tus amigos. Al lograr eso sos un campeón", reflexionó el exdelantero canalla.
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Y agregó: "Es un momento único, especial y la paso muy bien. Todos somos iguales, no hay diferencias entre alguien que haya llegada a jugar de manera profesional con aquel que no lo hizo. Eso no existe. Lo importante es jugar y divertirse".
El tercer tiempo, el de lecturas y placeres
El momento del análisis profundo, de las críticas y cuestionamientos cruzados llega en el bendito tercer tiempo. El pedido de explicaciones de por qué el volante tapón (más tapón que volante) no se mueve, el defensor panzón no saltó por obvias razones y el "viejo" no corrió al delgado y picante delantero inundan la charla alrededor de la mesa a la espera del asado. Pocos se hacen cargo de sus errores y muchos encuentran disfrazadas explicaciones. Lo que empieza con discusiones y culpas ajenas van desapareciendo con el bocado de costilla, chorizo y la cerveza que oficia de tranquilizante, incluso para el bocón, el gritón, el peleador, el que se queja siempre y el que nunca se equivoca.
En el medio del ida y vuelta de lecturas y conjeturas falaces surge la voz del DT. El tipo que deja sus cosas y concurre a la cita con el solo fin de hacerse cargo (en general) de las frustraciones del equipo. Y siempre encuentra la luz de la positividad como si se tratara del psicólogo de todos. "Muchachos, hoy jugamos muy bien. Corrimos, metimos y estuvimos ordenados. Eso es lo importante", tira ante la mirada atónita de su plantel y tras una derrota lapidaria de 4 a 0.
Y así, con palabras llenas de esperanza, todo vuelve a la mesura y tranquilidad como cuando el cura del barrio da la bendición al final de la misa: "Podéis ir en paz". Y eso sucede sabiendo que en siete días habrá revancha y todo lo vivido seguramente se repetirá. Pero la felicidad de esa jornada vivida será otro capítulo de regocijo que entrega jugar al fútbol arriba de los 50 y/o casi 60 años.
La pregunta clave del doctor
Hay una pregunta que siempre hace un médico en un chequeo: "¿Hacés deporte o ejercicios; cuántas veces por semana?". Y es ahí que aparece con mayor fuerza la importancia del fútbol amateur, ese que entrega una serie de innumerables beneficios. El practicar deportes mejora la salud cardiovascular y muscular, aumenta la resistencia, fomenta el trabajo en equipo y la disciplina, reduce el estrés y la ansiedad, entre otras tantas cosas que se pondrían describir.
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Pero también está lo más importante que es el tercer tiempo, asado de por medio o simplemente un momento de análisis de lo hecho en una cancha con una gaseosa (son los menos) o cerveza o vaso de vino en la mano. Y que sirve para afianzar el grupo, el compañerismo y fortalecer la amistad.
Lo concreto es que el fútbol amateur, el que practican los pasados en años, entrega un sinnúmero de beneficios al cuerpo, pero sobre todo resetea lo mental. Uno de los puntos más valiosos en un mundo de alta intensidad, presiones y preocupaciones diarias.