Ni el Mundial de Rusia, ese gigantesco imán que permite secundarizar la realidad en pos de la pasión futbolera, pudo darle una mano a la desvencijada actualidad del gobierno. Ni al ánimo gélido de la sociedad. Ahora, con la Selección nacional eliminada en octavos, y con la resaca a cuestas, "vuelve el rico a su riqueza, el pobre a su pobreza y el señor cura a sus misas". Serrat no lo podría haber dicho mejor.
De todos modos, el campeonato que se terminó ayer para Argentina tampoco se convirtió puntualmente en un anestésico. Ya no hay razones ni desde el lado del gobierno, ni de la oposición ni de los neutrales para esquivarle al día a día.
En materia económica, el país está atravesado por una tormenta perfecta. Al overshooting (sobrerreacción) sin buen final generado por el aumento desmedido del dólar, la caída de las acciones y la suba estruendosa de las Lebac, le sigue un proceso inflacionario que no logra ser domado. Es más, el único freno a la inflación podría venir desde el lado de la recesión. Esa que ha sido admitida por lo principales funcionarios del gobierno.
A decir verdad, el Ejecutivo no ha dado pie con bola en materia económica desde el mismo momento en que asumió, Siempre lo salvó la política. Ese parteaguas de la historia que en Argentina llega después de una década, cuando los gobiernos se desgastan y la sociedad se cansa.
El equipo
Lo que más sorprende y permite la instalación del pesimismo es que muchos votantes del macrismo pensaban y estaban convencidos de las bondades técnicas del plantel del autodenominado "mejor equipo de los últimos 50 años". Hasta aquí, un bluff.
No es menos cierto que un porcentaje también importante de sufragantes cambiemitas puso la boleta de Mauricio Macri en el cuarto oscuro sólo por una razón de máxima y mínima: terminar con Cristina Kirchner y el kirchnerismo. Macri ganó por la política en 2015, siguió ganando por la política en 2017 y podrá ganar exclusivamente por la política en 2019.
El único intersticio por el que se puede filtrar algún rayo de luz para el gobierno es la actualidad de la oposición. Lo dice hoy con todas las letras el consultor político Carlos Fara, en una entrevista con la LaCapital: "CFK sigue siendo la principal figura y está desarrollando una estrategia astuta de bajo perfil. El tema es que una parte importante dentro de la propia dirigencia no quiere compartir nada con ella, ni siquiera una primaria presidencial. El sector Argentina Federal es hoy más un rejunte que una articulación atractiva, que además tampoco tiene figura destacable" (ver Sección Política, página 21).
Habrá que esperar para saber si las instantáneas son las mismas a la hora de definir candidaturas, y si el presidente de la Nación puede cumplir su anuncio de ser candidato a la reelección. En algunos pasillos de la política —algunos vinculados al radicalismo— se empezaron a preguntar con más rigor si no sería hora de aupar las chances de María Eugenia Vidal para integrar una fórmula presidencial, atento a que Macri "será la cara del ajuste".
Curiosamente, y en esta columna se ha reparado en ello más de una vez, el que alertó sobre los riesgos de tener como acicate del día a día nada más que el ajuste fue Jaime Durán Barba, quien en plena campaña presidencial soltó: "La idea del ajuste inicial para equilibrar la economía y sacarse la peor parte de encima es una idea sin retorno. No hay gobierno que haga un ajuste y después no sea percibido como un hijo de puta por la población". No es un invento de una mente afiebrada, está escrito en el libro oficial de la campaña de Cambiemos, de Hernán Iglesias Illa, actual funcionario de la Jefatura de Gabinete.
Un legislador nacional macrista cree que es el momento "de darle un horizonte a la gente, de construir un relato", y admite que el más duro y firme a la hora de llevar adelante políticas públicas polémicas es el propio jefe del Estado.
La crisis económica apagó las teorías que aseguraban que, una vez terminada la participación de la selección nacional en Rusia, comenzaría la ronda de candidaturas. "En Santa Fe no están dadas las condiciones para hablar de candidaturas. Nosotros intentamos territorializar la presencia: las cosas están mal, pero damos la cara y no nos escondemos detrás de un escritorio", dice Federico Angelini, quien es presidente provincial del PRO.
Pese al paso del tiempo, los escenarios van confirmando diagnósticos para los gobiernos nacional y provincial: el futuro y el presente se van jugando en Santa Fe —y particularmente en Rosario— en el territorio de la economía, para la Casa Rosada, y la seguridad, para la Casa Gris. En estas últimas 24 horas, hubo, al menos, cuatro muertes violentas en la ciudad, lo que eleva a 106 el número de asesinados desde que se inició el año.
El gran dato político de coyuntura que registran todas las encuestas es la caída de imagen y gestión de Macri, una referencia que se da también en Rosario y la provincia. Pero la fuga no tiene otro destino, al menos por ahora, que el "No sabe/no contesta". Un riesgo para la política, en general.
A diferencia de otros tiempos en que la mayoría de la sociedad admitía que la situación personal era mala, pero confiaba en que en el futuro inmediato estaría mejor, hoy los sondeos dejaron de lado esa opción.
Parecen decir que el futuro llegó hace rato. Ojalá que no sea verdad.