
Por Fabrina Donato
Doscientos días, mil preguntas, ninguna certeza. El 14 de junio de año pasado un abuelo fue asesinado en Díaz, un pequeño pueblo del departamento San Jerónimo. La indignación causó sensaciones encontradas, pero siempre predominó la voluntad de lucha, que se convirtió en un pedido de justicia ruidoso y pacífico. Desde entonces, cada día, vecinos salen a la calle y se hacen sentir. Hasta el momento la justicia no acusó a ningún posible autor, y el miedo llegó para quedarse, aunque la investigación avanza y ya hay resultados de algunas pericias.
La escena era desgarradora. Un hombre que vende quinielas acudió aquel sábado de junio a ofrecerle su tradicional jugada a Lelio Mario Chiliutti. Golpeó la puerta y nadie contestó. La notó entreabierta. Dudó, pero con la confianza de los años compartidos con la misma rutina se animó y entró. La postal era de una película de terror: El abuelo yacía en el suelo con golpes, un amplio charco de sangre y a pocos centímetros un martillo.
Su casa de San Luis y Lehmann es humilde, una esquina de una vieja construcción de suelo de tierra. Vivía solo, sus dos hermanos también entrados en años, están en algún sitio del conurbano bonaerense. l era querido por todos, sigiloso, amiguero. Con su oficio de curandero más de uno le debía un favor. Así lo sentían: Lelio jamás aceptaba dinero a cambio de su servicio. Inclusive preparaba cada año, al entrar agosto para el día de la Pacha Mama, la caña con ruda para todos los del barrio.
Los motivos del homicidio se desconocen, como los autores. Aunque hay una hipótesis fuerte que corre a viva voz: Lele confió que había ganado la quiniela. Creen que en vez de 9 mil, enredado entre los ceros dijo 90 mil. Y ese habría sido el jugoso botín que fueron a buscar. Que jamás encontraron, y que indujo a las terribles torturas.
Aquella noche entrada la madrugada una mujer habría golpeado su puerta, al asomarse y reconocerla, el hombre le abrió. Sin pensar que sería lo último que haría. Tras ella, otras personas habrían desatado la violencia.
La muerte y sus causas
De acuerdo a las primeras pericias, el abuelo de 82 años murió producto de once lesiones entre las que se observaban golpes en su cabeza propinados con el objeto contundente (que podría ser el martillo que estaba al lado del cuerpo) e inclusive cortaduras.
Otro punto determinante fue que el o los autores, lejos de improvisar, quemaron con una garrafa el mango del martillo y algunas hojas de diario, entre otros objetos. Los especialistas acusan que las intenciones podrían ser varias pero una clave: eliminar las pruebas biológicas que delatarían al homicida. No se descarta la intención de incendiar todo el lugar o la posibilidad de que sea sólo para limpiar los objetos utilizados.
En contraposición a lo buscado, Lele cobraba la jubilación mínima. Tenía el aguinaldo y había ganado dos veces la quiniela en las últimas tres semanas, en total calculan que no habría más de 25 mil pesos. Pero todo ello abrió líneas concretas, ya que se trata de datos que sólo podría conseguir algún conocido, alguien que lo frecuentaba. Además, faltó un ventilador y un televisor, que se convirtieronen pistas decisivas.
Única detenida
El asesinato congeló a la pequeña población ubicada a unos 70 kilómetros de Rosario. El pueblo quedó desconcertado. La saña, la metodología, la malicia.
Aquel sábado 15, la comisaría se llenó de habitantes conmovidos, exigiendo justicia. Estaba inclusive en el tumulto la única imputada como cómplice, N. L., quien fue detenida poco después por tener en su casa el televisor. En su declaración dijo que "lo había encontrado en la basura porque no funcionaba", creen que fue quien habilitó mostrándose detrás del umbral.
La mujer quedó libre a las pocas horas pero ante la efervescencia del contexto fue impedida a regresar a la localidad. Y se asiló en un pueblo vecino donde meses después quedó detenida por robarle a un abuelo.
En ese sentido, en los próximos días el juzgado de segunda instancia evaluará si recupera su libertad.
Los locos de las marchas
Cada día desde entonces, un grupo conocido como "los locos de las marchas" salen a la calle. A veces en silencio, otras con cacerolas, tambores o aplausos. Al frente una bandera que reza: "Lele no murió, a Lele lo mataron" y un mensaje que repiten hasta el cansancio: "Queremos justicia, queremos saber qué pasó y que los responsables cumplan su condena". Los sábados reparten folletos con la historia al frente del arco de ingreso a la localidad por ruta 65, y cada domingo concluyen con una caravana.
Durante las fiestas decidieron "hacerlo simple" para que todos pudieran disfrutar en familia: El 31 hubo un cacerolazo frente al juzgado de faltas y el primero una caminata por el pueblo. Entrando en enero, les preocupa la feria judicial, porque la espera será garantizada.
Un docente de tecnología se convirtió casi sin querer en un referente, Ramón Simi, dialogó con La Capital: "Lo que hemos logrado es muchísimo como grupo, porque a donde vamos nos reconocen por la lucha, por lo que hacemos, pero necesitamos respuestas de la justicia", se quejó. Y avanzó que en caso de que no haya novedades pronto no descartan una nueva manifestación.
Fiscalía de Coronda.
Pasaron muchas historias en los últimos seis meses, pero el grupo sigue en pie: "Los 200 días de marchas fueron ininterrumpidos. Hay un grupo que no falta nunca. Después depende lo que le sucede a cada uno. Sabemos del apoyo que tenemos en el pueblo y la zona".
Poco después se esperanzó: "Tengo fe que todo se va a esclarecer y va a estar preso quien lo cometió. Nuestro deseo es que esto se termine, que tengamos una justicia rápida y justa, no queremos otra cosa. Es terrible la angustia del día a día, el esperar. Ojalá se termine muy pronto".
Este diario ahondó en los avances en la investigación que realiza el Ministerio Público de la Acusación, a cargo del fiscal Marcelo Nessier, desde donde confirmaron que en los últimos días el Instituto Médico Legal envió un anticipo de los exámenes biológicos que lleva adelante, pero que deberán ser completados con otras pericias a realizarse en Santa Fe, por lo que "todavía no se obtuvo un resultado concluyente". Pero, en contraposición, es el primer indicio en meses. Ya había anticipado el funcionario a LaCapital que "cuando esos resultados y las pericias a unos teléfonos celulares secuestrados estén disponibles, la Fiscalía procederá en consecuencia".
La esperanza se vistió de resiliencia, las calles tienen el ritmo de las convicciones, del compromiso, de la voluntad de elegir vivir en "un pueblo tranquilo". Por y para eso trabajan sigilosamente aunque haciendo mucho ruido los "Locos de las marchas". Más allá de las acusaciones desconcertadas y los desánimos de la tardanza, siguen ahí.
Simi, al concluir confesó: "Con el grupo prometimos que una vez que se resuelva vamos a ir a llevar la bandera, que ya está viejita, sucia y maltratada por el tiempo de uso, la vamos a dejar frente a la casa de Lele, porque esa lucha habrá concluido. Pero vamos a estar al pie cuando haya otra injusticia".