El Concejo aprobó un protocolo para habilitar que los pacientes que realizan tratamientos prolongados en efectores de salud públicos puedan recibir la visita de sus mascotas. Semanas atrás, La Capital contó el caso experimental de Nico y su perrita, Nikita, un niño de siete años que transita su tratamiento oncológico con visitas de su fiel mascota.
Pamela, la madre de Nicolás, manifestó alegría al conocer la iniciativa del Palacio Vasallo. En diáloog con LT8, contó su experiencia: “Nicolás fue internado un lunes y estuvo 48 horas sin comer, sin ánimos y cambió su humor. Cuando entró la perra fue otro nene, empezó a comer y hablaba de la perra todo el tiempo. Vimos cambios en el instante y fue muy emocionante”.
El procedimiento “no fue fácil”, detalló. Un veterinario debió revisar a Nikita, una perra de raza salchicha, constatar su carnet de vacunación, si estaba desparasitada y probó su temperamento. Nikita debe ser cuidadosamente sanitizada justo antes de visitar a Nico y se aplica un riguroso protocolo para no afectar a otros pacientes. Además, los padres tuvieron que hacerse responsables legalmente del resultado de las visitas.
Una terapia perruna
El caso de Nicolás había circulado por los diarios de Rosario antes de la visita de Nikita. Es que su familia inició una colecta para solventar los gastos del tratamiento oncológico que comenzaron en España, donde intentaron una terapia de vanguardia para controlar la severa enfermedad que padece.
Si bien la primera respuesta a ese tratamiento fue positiva, al tiempo el niño tuvo una recaída. En la actualidad, Nico se somete a quimios cada 20 días. Para cumplir con esa terapia en el Sanatorio de Niños debe internarse durante cinco largas jornadas, y desprenderse de su mascota. "Nikita sabe todo. Cuando mi hijo está internado ella se queda hecha un bollito, en el sillón. Es su manera de esperarlo”, contó Pamela a La Capital.
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La decisión de que los perros puedan ingresar al sanatorio fue tomada a raíz de que los médicos de la institución pediátrica de Grupo Oroño observaban con frecuencia los pacientes pediátricos, que debían permanecer mucho tiempo en el sanatorio a causa de tratamientos prolongados o cuya vida estaba en riesgo, pedían ver a su mascota. Ahora, con un protocolo especialmente diseñado con el apoyo de los veterinarios Carlos Cossia y Gabriel Fernández, el sanatorio implementa esta modalidad, que es de vanguardia en el país.
En primera instancia, las pautas para el ingreso de mascotas se aplican caso por caso. En segundo término, el plan del Sanatorio de Niños es preparar a un perro especialmente adiestrado para sumarlo a una terapia asistida.
Carlos Cossia, en diálogo con este medio, dio detalles del procedimiento y destacó el trabajo con el niño rosarino. "Hacemos una revisación, sin ningún costo económico, para constatar que el animal esté en buen estado de salud, que tenga bien sus dientes (hay que pensar que el perrito o perrita seguramente va a querer lamer a su pequeño dueño), que tenga todas las vacunas. Niko y Nikita fueron los primeros, pero ya estamos evaluando otro caso, el de una nena de seis años que fue operada de un tumor y espera ansiosa poder ver a su perra".