Ayudar es una forma desinteresada para aliviar las necesidades de los otros. Si hay alguien que lo sabe y lo practica de manera admirable es Alfredo Recasens, quien de la mano de su familia y varios amigos da de comer a unas 200 personas que pasan necesidades en este momentos difícil que atraviesa el país. Y no es que le "sobra" para llevar adelante tamaña misión, sino todo lo contrario: carga sobre sus hombros una historia digna de destacar, y le da una mano a gente del comedor Corazón de Tablada.
En 24 de Septiembre 175, en barrio Tablada, los martes Alfredo alimenta a unas 50 familias que hacen cola en la vereda para recibir un plato de comida caliente. Tiempo atrás repartía dos meriendas y dos cenas semanales, pero ante la falta de apoyo tuvo que dejar de hacerlo. "Una comida lleva muchas cosas y el gasto es de cerca de $4000. Y no llegamos para hacer más, como quisiéramos, porque encima todas las semanas se va sumando gente", contó con preocupación a La Capital.
La historia de Alfredo, de 46 años, despierta admiración por la tarea que cumple le demanda un enorme sacrificio. "Arrancamos con todo esto en la segunda semana de la pandemia. No tenía trabajo porque yo lavaba autos en mi casa. Lo hablé con mi esposa (con la que tiene 4 hijos) y con su apoyo decidí ayudar a la gente que no podía trabajar como yo. En la casa que estoy alquilando hace 23 años tengo el comedor", contó con orgullo y emoción.
Para Alfredo es tan importante ayudar a los vecinos del barrio como que su tarea sea transparente, que no despierte sospechas sobre qué hace con las mercaderías que recibe como donación. "Es por eso que nos manejamos por una página donde publicamos qué es lo que se hace para que se viera que lo donado iba a la gente. Para que se observe que se reparte. Fue un momento difícil porque nadie puede ayudar, solo donaciones de la gente que nos conocía y de una iglesia donde vamos", dijo Alfredo.
"Al ser constante con todo esto la gente buena colaboraba para el comedor y merendero. La tarea la llevábamos adelante con mi esposa y mis cuatro hijos, pero era muy complicado porque ni siquiera yo trabajaba porque no podía lavar autos y soy el sostén de la familia", agregó.
Pero lo que se hace de corazón a la larga tiene su recompensa. "Una mañana llegó a mi casa un hombre, Marcelo Alemandi, quien me dijo que tenía dos cosas para decirme. 'Primero quiero que me laves el auto y segundo, te ofrezco trabajo', me dijo y me cambió la vida. Cuando uno hace las cosas bien, Dios te premia", contó Alfredo, y agergó: "Ya hace 2 años que tengo trabajo y atención médica para mis hijos. Igualmente, seguimos con el comedor como se puede", sostuvo Alfredo, quien ahora también tiene a otros amigos que se sumaron para ayudarlo con la tarea: Claudio Ferreyra, Ignacio de Biasi y Nicolás Pierani.
Más allá de sus logros y la satisfacción del trabajo realizado, Alfredo tiene metas claras y va por ellas. "Tener una vecinal y luchar para ayudar a la gente y a los jóvenes que hoy están perdidos. Muchos pibes están en la calle o son soldaditos de los que venden droga. Es difícil verlos como se pierden. Si les das una oportunidad no sé si todos, pero una parte la va a aprovechar", reveló.
Por eso la fuerza está puesta en sostener la ayuda para las personas, muchas de ellas grandes y sin posibilidades de conseguir trabajo. Encima, cada semana se van sumando más personas necesitadas de un plato de comida y la tarea se dificulta, se hace cuesta arriba. "Nunca tuvimos ayuda de nadie de la política, y eso que he hablado con mucha gente importante y nada, solo tuvimos promesas", relató .
Todo se hace a base de sacrificio, voluntad y pensando en el prójimo. "No hay banderas políticas", aclaró Alfredo para dejar en claro que el objetivo es tan simple como ayudar - por más difícil que se torne por momentos- a las 200 personas que concurren semanalmente por un plato de comida.
Los interesados en colaborar con el comedor lo pueden hacer en Facebook: Corazón de Tablada.