Harrison Okene, un cocinero nigeriano de un barco carguero, sobrevivió durante tres días a 30 metros de profundidad luego de que la embarcación se diera vuelta de campana en el océano Atlántico.
Una inusual burbuja de aire contenida en el camarote donde quedó atrapado el hombre le salvó la vida. En ese lugar, Okene esperó entre rezos y plegarias la llegada de algún salvador. Y sus oraciones fueron escuchadas.
La operación de rescate del barco siniestrado no fue sencilla. Los 11 marineros de la nave fallecieron tras el naufragio. Sólo el cocinero esperaba un milagro. En medio del agua helada, vestido sólo con su calzoncillo, el hombre se mantuvo bebiendo sólo una botella de una gaseosaa cola.
Los buzos habían logrado encontrar cuatro cuerpos cuando una mano apareció en la pantalla monitoreada por Tony Walker, gerente de la compañía holandesa DCN Diving, encargada de la operación. Se descontaba que era un cadáver más, pero tamaña fue la sorpresa porque cuando el buzo fue a tomarla "¡ésta se aferró a la suya!", señaló Walker.
"Fue aterrador para todos", dijo. "Para el tipo atrapado, porque no sabía qué estaba sucediendo. Fue un shock para el buzo que estaba allá abajo buscando cadáveres y nosotros (en la sala de control) saltamos al ver en la pantalla la mano que lo aferraba".
En el video se aprecia una exclamación de pavor del buzo, seguida de júbilo al comprender lo que sucedía. Okene recuerda que le oyó gritar: "¡Hay un sobreviviente! Está vivo".




























