Un futurista barco de protesta antiballenero chocado por una embarcación
arponera japonesa cerca del mar Antártico finalmente se hundió anteayer, lo que llevó a Australia a
expresar su preocupación oficial sobre la seguridad en el remoto océano Antártico.
Diplomáticos de alto rango en Tokio expresaron "una protesta formal de alto
nivel" sobre la seguridad en las gélidas aguas de la Antártica.
Ellos también señalaron su preocupación sobre "vuelos espía" organizados por
balleneros japoneses desde aeropuertos australianos para rastrear y frustrar la labor de los
manifestantes, dijo el ministro australiano de Medioambiente, Peter Garrett.
Canberra, dijo Garrett, también mantiene abierta la posibilidad de presentar un
recurso legal internacional contra los balleneros japoneses si las negociaciones diplomáticas con
Tokio no logran producir un resultado.
"Si no vemos un logro sustancial y significativo respecto a esas negociaciones,
y si no lo vemos antes de que la Comisión Internacional Ballenera se reúna en junio del próximo
año, entonces consideraremos (...) la posibilidad de una acción legal", dijo Garrett a los
periodistas en Sídney.
El trimarán ecologista de última generación Ady Gil, de la Sociedad de
Conservación Sea Shepherd, se hundió tras perder su proa al ser atropellado por el barco japonés
Shonan Maru No. 2.
Ambas partes se responsabilizan por el incidente, en el que un tripulante de la
lancha hundida resultó herido.“Nosotros protestamos firmemente contra acciones que obstruyan
el recorrido de navíos japoneses o de aquellos que amenazan las vidas y propiedades y son
extremadamente peligrosos”, comentó ayer en una conferencia de prensa el ministro japonés de
Relaciones Exteriores, Katsuya Okada.
Además indicó que podría ser necesario hablar con otros gobiernos para evitar
que esto ocurra nuevamente. El trimarán de 1,5 millón de dólares flotó en el océano Antártico por
dos días mientras manifestantes anti balleneros trataban de remolcarlo hacia una base de
investigación francesa.
El Ady Gil, anteriormente conocido como Earthrace, era un yate trimarán de 24
metros de largo construido con materiales de última generación. Había roto el récord de menor
contaminación durante una circunnavegación.
El capitán de Sea Shepherd, Paul Watson, dijo que los balleneros japoneses
ignoraron todas las llamadas de auxilio luego de que la embarcación quedó inutilizada, y sus seis
tripulantes debieron ser rescatados por una segunda nave de Sea Shepherd que se encontraba en las
cercanías.
“Ellos fueron responsables, ellos destruyeron la nave y (en) el esfuerzo
por tratar de impedir que contaminara el océano, creo que debieron haber ofrecido algún tipo de
asistencia, pero no lo hicieron”, dijo Watson a una radio australiana.