El panel reunió referentes del sector productivo y ambiental para debatir cuales son los desafíos actuales del campo y las oportunidades para avanzar hacia prácticas más sostenibles, destacando la actividad con la que vienen trabajando distintas organizaciones y sus resultados, que buscan generar un equilibrio en el suelo argentino.
Allí, se destacaron las voces de Cristian Feldkamp, Director Ejecutivo de CREA Argentina y de Manuel Jaramillo, Director General de Fundación Vida Silvestre Argentina, ambos miembros de la mesa directiva de la Alianza para la Acción Climática Argentina, y expusieron los avances de sus trabajos en prácticas sostenibles desde diferentes perspectivas.
Por su parte, CREA presentó su mirada sobre el papel del sector frente a la crisis climática. Desde la organización destacaron que la agricultura y la ganadería son actividades especialmente expuestas a los efectos del clima, pero también poseen un enorme potencial para aportar soluciones sostenibles. En ese sentido, sostienen que la transición hacia un sistema más resiliente debe integrar a las personas, las empresas y el ambiente, sin comprometer el desarrollo humano.
Desde hace años impulsan un proceso de gestión de la sostenibilidad que abarca las dimensiones productiva, ambiental y social. Como parte activa de la Red de Buenas Prácticas Agropecuarias, promueve la formación, la generación de datos y el desarrollo de herramientas que ayuden a productores y técnicos a tomar mejores decisiones. A través de su sistema de monitoreo, la organización trabaja sobre indicadores ambientales, la reducción de la huella de carbono y la regeneración de los suelos, con experiencias concretas tanto en agricultura como en ganadería.
La adaptación ocupa un lugar central en esta estrategia. La organización enfatiza que la territorialidad y la generación de conocimiento son claves para fortalecer la capacidad de decisión de quienes administran los sistemas productivos. En ese camino, plantean la necesidad de revisar cómo se contabilizan las emisiones agrícolas en las políticas públicas y de aprovechar el potencial de los suelos para capturar carbono y avanzar hacia modelos de producción más sostenibles.
La Fundación Vida Silvestre destacó la urgencia de producir sin transformar los ambientes naturales. En su exposición, señaló que la ecorregión pampeana es la más afectada del país por la pérdida de vegetación natural, con más de 14,8 millones de hectáreas convertidas entre 1985 y 2024. Además, explicó que la vida silvestre se concentra mayormente en campos ganaderos privados, donde habitan especies de gran interés para la organización, cuya presencia es clave para el equilibrio del ecosistema. Jaramillo remarcó que no solo es necesario atender la deforestación, sino también la conversión de los suelos, ya que ambos procesos amenazan la biodiversidad y alteran los hábitats naturales.
El proyecto “Salvaguardar ecosistemas ignorados” busca proteger y restaurar pastizales y sabanas en Argentina, Colombia y Paraguay a través de la cooperación entre sector público, privado y organizaciones ambientales. En Argentina, se enfocará en Bahía Samborombón y los Bajos Submeridionales, con la meta de incorporar 37.000 hectáreas bajo manejo sostenible. Se destaca la urgencia de integrar la biodiversidad en actividades productivas sostenibles y de promover legislación, planificación participativa e incentivos para consolidar modelos productivos que eviten la conversión de ecosistemas.
Ambas organizaciones trabajan en conjunto para integrar la biodiversidad en la producción y promover prácticas sostenibles, coincidiendo en que esto protege los ecosistemas y los suelos de nuestra región, al tiempo que fomenta modelos productivos más resilientes frente al cambio climático.