No es jazz, ni rock, tampoco es world music. “Es música”, dice Pablo Socolsky cuando se le pregunta qué es “La forma inicial”, título del disco a solo piano que ya está disponible en Spotify y Youtube, y en junio se lanza en formato físico por el sello local BlueArt Records. “En un disco de solo piano uno queda expuesto, a lo bueno y a lo malo. Creo que es un momento muy especial, delicado y complejo; y desde el arte la idea es proponer algo para favorecer la contemplación, el intimismo, la pausa y la sensibilidad”, destacó el músico oriundo de Leones (Córdoba) quien además, en su otro rol de psiquiatra, habló de las vinculaciones entre la música y la psiquis. Si uno busca música para sentir y para pensar, hay que ir a “La forma inicial”.
Este es el primer trabajo en solitario del pianista Pablo Socolsky, que cuenta con composiciones originales, improvisaciones en estudio y versiones de Paul Motian y Ornette Coleman. El material fue grabado el año pasado en Buenos Aires con arte de tapa creado por Verónica Sendra y producción ejecutiva de Horacio “Nene” Vargas.
—¿Cuál es la forma inicial y por qué elegiste esa frase para el título de tu disco?
—Habitualmente cuando se participa en otros proyectos musicales, una idea inicial compositiva se comparte y se modifica entre los integrantes, pero al ser este un disco de solo piano se acerca más a esos momentos de creación o esbozos que pueden ser sostenidos como concepto al momento de replicarlos en estudio, un concierto o en el living de tu casa. En lo que respecta a la música, pero en relación a la frase, está tomada de un libro del escritor Ricardo Piglia “La forma inicial, conversaciones en Princeton”, de editorial Eterna Cadencia, lo estuve leyendo en el transcurso del año pasado cuando decidí realizar una grabación de solo piano y me ha conmovido profundamente.
—¿Por ese motivo aparece el nombre del escritor Ricardo Piglia en las dedicatorias?
—Siempre la lectura y la literatura me acompañan como una suerte de estímulo creativo, no sólo para la música, sino para vivir mejor. Me encontré con este texto particular del autor en donde relaciona a la conversación con la improvisación en el arte, esa fluidez creativa, esa disposición a lo inesperado que habitualmente se llama inspiración. La forma inicial en la narración la relaciona con alguien que necesitó movilizarse de un lugar y regresar para contar una historia, y seguramente mi historia estará reflejada en el disco.
—Se te enrotula como músico de jazz, pero siempre decís que lo tuyo es simplemente música.
—Es importante despojarse a veces de ciertos “pre-juicios” que nos condicionan o no nos permiten acceder a determinadas instancias. En este caso, puede haber muchas personas que nunca han escuchado este tipo de música y tengan cierta reticencia a que sea algo encriptado o inaccesible a sus preferencias. Además, ya tenemos complicaciones al definir qué es jazz. Marilyn Crispell, notable pianista y compositora americana, plantea que el jazz es una forma musical que permite la libertad de expresión y está abierta a los cambios. Se podría agregar que más allá de ciertos elementos de las formas compositivas, herramientas armónicas y rítmicas características, lo nodal está en la improvisación, la capacidad manifiesta en que una idea o una composición nunca sea ejecutada de la misma manera, brindando espontaneidad y sensibilidad.
—¿Qué te inspiró a hacer un disco solo piano?
—Respecto a la decisión de grabar un disco a solo piano hubo varias cuestiones que fueron decantando y me pareció que era el momento. Fui preparando algo de material, estudiando con grandes maestros como Rocío Jiménez López, Mariano Ruggeri y Carlos Casazza, que me han acompañado y han sido muy generosos conmigo. Ya tenía la experiencia de dos discos anteriores en grupo (“Bondades” y “Portugal”, también editados por BlueArt Records ) y me interioricé en los trabajos a solo piano grabados por mis referentes como Keith Jarrett, Paul Bley y John Taylor; y algunos discos de Bobo Stenson. Creo que es también un modo de humilde homenaje hacia ellos.
—El disco es como un viaje con distintas estaciones. Hasta hacés algún guiño a eso con los títulos de algunos temas como “Al final del día” y “Noche”. ¿La música instrumental funciona como fotos de esos paisajes?
—En general los títulos van apareciendo después de la música. Puede haber una relación y un diálogo que otras personas también compartan al momento de la escucha, pero creo que la música puede acompañar otros sentidos perceptivos o estimular a que aparezcan imágenes y sensaciones. El disco es una obra conceptual que te permite hacer una narrativa, a diferencia de escuchar una playlist o un tema aislado, es importante escuchar la integridad para ir descubriendo el recorrido y el entramado entre cada tema y lo que sucede en cada uno.
—En un universo de la instantaneidad donde parece que todo tiene que ser ya o de lo contrario ya fue, hacés un disco de 11 temas instrumentales que invita a detenerte para escuchar y disfrutar. ¿Es un desafío proponer algo así en estos tiempos vertiginosos?
—Es un desafío en principio para mí, en un disco de solo piano uno queda expuesto, a lo bueno y a lo malo. Creo que es un momento muy especial, delicado y complejo; y desde el arte la idea es proponer algo para favorecer la contemplación, el intimismo, la pausa y la sensibilidad. Ojalá sea un aporte para quienes lo escuchen.
—El disco abre con “La salvación de lo bello”. ¿Sentís que hay que salvar lo bello porque la belleza es lo único que nos puede salvar?
—El título también es un homenaje a un destacado pensador y escritor contemporáneo coreano Byung - Chul Han, quien hace una lectura crítica al momento actual sobre cómo se banaliza en lo cotidiano lo estético, en donde nada tiene consistencia ni duración. Y plantea que la belleza excede lo agradable, tiene que ver más con lo que conmueve desde lo genuino, desde lo imperfecto, que posibilite algún movimiento sustancial en la experiencia y que ayude a vincularse con otros.
El psiquiatra que toma la música como “un bálsamo”
Cuando se le pregunta a Pablo Socolsky si la música es un cable a tierra en su profesión de psiquiatra o bien una suerte de bálsamo, responde: “La música me acompaña desde que aprendí a caminar y encontré un piano en mi casa, siempre tuve una atracción especial, recién pude tener un acercamiento serio a la composición y armonía contemporánea cuando vine de Leones a estudiar medicina a Rosario. Desarrollo casi a tiempo completo mi profesión, pero trato de hacerme espacio para estudiar, tocar y escuchar música, esto me permite tener un estado de sensibilidad gratificante. Tomando tus palabras, es un bálsamo y un cable a tierra”.
—¿La música es un lugar ideal adonde recurrir cuando, parafraseando a la película de Ken Russell, estamos todos con los estados alterados?
—Este es un tiempo complejo en donde la pandemia y la emergencia sanitaria irrumpieron de modo traumático en la humanidad.Esto trae consecuencias inmediatas (y seguramente posteriores) en todos, pero afecta en mayor medida a las personas y grupos más vulnerables. Desde quienes pierden a un ser querido o tienen temor de contagiar o contagiarse, los que han perdido el trabajo o no tienen las posibilidades de cubrir las necesidades básicas para vivir, la música y el arte parecerían que no fueran relevantes en este contexto. Pero son herramientas fundamentales que pueden ayudar a convivir y elaborar todo lo que nos toca transitar en lo singular y en lo colectivo, produciendo nuevos elementos que permitan restaurar el tejido simbólico que lo traumático destruye.