El servicio de emergencia dijo que el ataque dejó dos víctimas, pero no dio más detalles, informó la agencia de noticias Europa Press.
Fuerzas rusas han intensificado sus ataques contra localidades de la periferia de la norteña Kiev, sobre todo Bucha, al noroeste de la capital, y contra la autopista que va hacia Zhitomir, hacia el oeste, dijo el gobernador de la región capitalina, Oleksiy Kuleba.
Kuleba dijo que las tropas rusas estaban intentando cortar los accesos a Kiev y destruir sus capacidades logísticas como parte de preparativos para lanzar un gran asalto sobre la ciudad, que el martes fue puesta bajo toque de queda por 36 horas.
“Doce localidades de la periferia de Kiev estaban sin agua y seis sin calefacción”, dijo en un comunicado.
Rusia ocupó la ciudad de Ivankiv, 80 kilómetros al norte de Kiev, y controla la región circundante sobre la frontera con Bielorrusia, dijo Kuleba.
En toda la región de Kiev, “jardines de infantes, museos, iglesias, bloques de departamentos e infraestructura están sufriendo ataques sin fin”, señaló.
El presidente estadounidense Joe Biden confirmó este miércoles una ayuda militar adicional de 800 millones de dólares a Ucrania, lo que significa un paquete “sin precedentes” de 1.000 millones en una semana para ayudar al ejército ucraniano frente a la invasión rusa.
“A petición” del presidente Zelenski “ayudamos a Ucrania a adquirir sistemas de defensa antiaérea adicionales y de más largo alcance”, dijo, especificando que la ayuda incluirá drones. La Otán celebrará una cumbre de emergencia el 24 de marzo en Bruselas con la participación de Biden, pero hasta ahora se ha resistido a las peticiones de Zelenski de que se implique directamente por temor a iniciar la Tercera Guerra Mundial. La ofensiva rusa en Ucrania entra en su tercera semana y el cerco sobre Kiev se estrecha. En el norte de Ucrania, 10 personas que hacían fila para comprar pan murieron en un ataque ruso, según la fiscalía, aunque el Kremlin negó haber estado atrás de esa ofensiva.
Los habitantes de la capital deben respetar un toque de queda hasta este jueves por la mañana y la prensa tampoco tiene autorización para circular: en Kiev “se vive un momento peligroso”, expresaron las autoridades municipales.
En los últimos días se han intensificado los ataques rusos contra blancos civiles en Kiev así como el asedio a la ciudad portuaria de Mariupol, que vive una dramática falta de alimentos, agua y medicamentos. Unos 20 mil habitantes de la ciudad pudieron ser evacuados en los últimos días. Exhaustos y temblorosos, narraron viajes terroríficos, en medio de cadáveres descompuestos tendidos en las calles.
Este miércoles también fue atacada la ciudad ucraniana de Zaporiyia, refugio para personas que huyen de Mariupol y por ahora bastante protegida de los combates.
El conflicto en Ucrania ya forzó a más de tres millones de personas a abandonar el país, la mitad de ellos niños.
La Corte Penal Internacional (CPI), el tribunal con más rango de la ONU, ordenó a Rusia que ponga fin a su ofensiva militar en Ucrania.
Además, en el primer contacto de alto nivel entre Washington y Moscú desde la invasión, el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, habló este miércoles con el general Nikolay Patrushev, a quien dijo que “Rusia debería dejar de atacar las ciudades y pueblos de Ucrania”.
Por ahora, los países occidentales han optado por aislar a Rusia diplomática y económicamente. Es decir, aplicaron duras sanciones que podrían llevar a Moscú a un posible default de su deuda.
Casi de manera simultánea a las palabras de Zelenksi, el presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró en una reunión del gobierno televisada que la operación se desarrolla “con éxito” y comparó la acción de los países occidentales a las persecuciones contra los judíos.
“Occidente dejó caer la máscara de la decencia y comenzó a actuar de manera odiosa. Se imponen paralelismos con los pogromos antisemitas”, dijo el líder ruso y reiteró que no tiene intención de “ocupar” Ucrania.
Putin prometió este miércoles ayudas financieras a los particulares y a las empresas para hacer frente a la avalancha de sanciones y aseguró que la “guerra relámpago” económica contra su país fracasó.
Zelenski: "Vivimos un 11 de septiembre hace tres semanas"
Por su parte, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, volvió a pedir a Occidente y en particular a Estados Unidos una zona de exclusión aérea para poder contrarrestar la invasión rusa, durante un inusual y dramático discurso en tono de súplica ante el Congreso norteamericano por videoconferencia en el que comparó lo que ocurre en su país con los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Antes de dirigirse ante el Congreso estadounidense, Zelenski urgió a sus compatriotas a no desfallecer en su lucha contra las tropas rusas, pero dio a entender que el conflicto terminaría con un acuerdo negociado. “Todas las guerras terminan con un acuerdo”, indicó, refiriéndose a las “difíciles” pero “importantes” negociaciones que continúan entre Kiev y Moscú. “Slava Ukraina” (“Gloria a Ucrania”), afirmó la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, para presentar el discurso, mientras los congresistas se ponían de pie y aplaudían con entusiasmo en cuanto vieron a Zelenski en la pantalla.
Zelenski, quien recibió una ovación de pie de los legisladores, comparó la guerra lanzada por Moscú en Ucrania con el 11-S y el ataque de la aviación japonesa contra la base de Pearl Harbor en 1941. “Nuestro país vive un 11 de septiembre desde hace tres semanas”, sentenció el mandatario ucraniano, quien exigió que “se haga más” por Ucrania, que, enumeró, ya suma “103 niños asesinados”. “Los necesitamos ahora”, suplicó.
“Recuerden Pearl Harbor, recuerden el 11 de septiembre. Han sido atacados desde el cielo, y nosotros también hemos sido atacados desde el cielo durante tres semanas”, recordó, estableciendo comparaciones con históricos ataques en suelo estadounidense. “Necesitamos una zona de exclusión aérea”, insistió en su continuo pero fallido reclamo a la Unión Europea y al mundo para frenar la arremetida aérea de Rusia sobre las ciudades ucranianas, una postura rechazada porque arriesga la posibilidad de que se expanda la guerra.