El presidente de Brasil, Lula da Silva, decretó la intervención federal de las fuerzas de seguridad de Brasilia tras el asalto de miles de fanáticos simpatizantes de su antecesor Jair Bolsonaro contra las sedes de los tres poderes públicos en la capital brasileña. El alevoso intento golpista conmovió a Brasil y tuvo repercusiones en todo el mundo.Lula, en un mensaje por televisión, advirtió que los “terroristas” que los protagonizaron “pagarán con toda la fuerza de la ley”. El gravísimo hecho ocurrió a una semana de que Lula asumiera su cargo en el escenario asaltado. El presidente señaló la complicidad de la policía de Brasilia, que ya había actuado de manera complaciente con los bolsonaristas el día de su asunción, el 1º de enero. Ayer se vio cómo la policía conversaba y dejaba pasar a los miles de asaltantes, que vandalizaron el Palacio Planalto, sede del Ejecutivo, y los dos edificios lindantes, sedes del Poder Legislativo y del Tribunal Supremo. La agresión, que no registra antecedentes en la historia nacional, recordó el asalto al Capitolio de Washington protagonizado por los fanáticos de Donald Trump el 6 de enero de 2021.
“Decreto la intervención federal en el distrito federal, que se limita al área de la seguridad pública, con el objetivo poner fin al grave comprometimiento del orden público”, leyó Lula en su mensaje televisado. La intervención en Brasilia será hasta el 31 de este mes y su objetivo es poner fin a los actos de violencia en los edificios del poder público.
“Creemos que hubo falta de seguridad y quiero decir que todas las personas que hicieron esto serán encontradas y serán castigadas”, dijo Lula en Araraquara, estado San Pablo, donde estaba de visita por una tragedia de inundaciones. El secretario de Seguridad de Brasilia fue despedido. El gobernador de Brasilia es un bolsonarista. La intervención federal solo alcanza al departamento de Seguridad. “Lamentablemente, los que tenían que hacer la seguridad del distrito federal era la policía militar del distrito federal y no lo hizo; hubo una incompetencia, mala voluntad o mala fe, ustedes vieron las imágenes de cómo los acompañaban” a los manifestantes, comentó Lula. Aseguró que esos uniformados serán “castigados de forma ejemplar” y “no son confiables”.
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“Estos vándalos, que podemos llamar nazis fanáticos, estalinistas fanáticos o mejor fascistas fanáticos, hicieron lo que nunca se hizo en este país”, dijo Lula, visiblemente indignado. Agregó que van a “descubrir quiénes son los financistas de estos vándalos que fueron a Brasilia”, además de asegurar que “todos pagarán con la fuerza de la ley este gesto antidemocrático”.
Lula también responsabilizó a su antecesor, Jair Bolsonaro, a quien llamó “genocida”. “ El estimuló la invasión a los tres poderes siempre que pudo y eso es responsabilidad de él”, dijo Lula sobre Bolsonaro. Bolsonaro abandonó Brasil hacia Estados Unidos dos días antes de fin de año y no se pronunció sobre los actos de vandalismo de sus seguidores durante el día.
Respuesta de Bolsonaro
Bolsonaro finalmente se pronunció cuando ya era de noche. Dijo desde EEUU a través de Twitter que “las manifestaciones pacíficas, en la forma de la ley, son parte de la democracia. Sin embargo, las depredaciones e invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, escapan a la regla.
A lo largo de mi mandato siempre he estado dentro de la Constitución, respetando y defendiendo las leyes, la democracia, y nuestra sagrada libertad.
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Además, repudio las acusaciones, sin pruebas, a mí atribuidas por parte del actual jefe del Ejecutivo de Brasil”.
Lula adelantó que irá a Brasilia a visitar los edificios vandalizados. La turba asaltó las sedes del Congreso, el palacio presidencial del Planalto y la sede del Tribunal Supremo Federal para exigir un golpe de Estado a las fuerzas armadas.
Los manifestantes sortearon las barricadas de seguridad, treparon a los techos, rompieron ventanas e invadieron los tres recintos, los cuales se conectan por la gran Plaza de los Tres Poderes en la capital Brasilia. Algunos pedían la intervención militar para reinstaurar a Bolsonaro en el poder o para destronar a Lula.
Bolsonaro se ha enfrentado repetidamente con los jueces del Supremo Tribunal Federal, y la sala donde sesionan fue destrozada por sus seguidores. Rociaron con extinguidores el interior del edificio del Congreso y saquearon las oficinas del palacio presidencial. Había ventanas rotas en todos los edificios.
La policía lanzó gases lacrimógenos para recuperar el control de los inmuebles. Para la noche ya se había restablecido el control de los tres edificios. Al menos 130 personas fueron detenidas por participar de los actos golpistas, luego de que la policía recuperara el control general de la situación, informó la prensa local. Fuentes de la Policía Civil de Brasilia dijeron que varios ómnibus con detenidos fueron llevados a las comisarías de la capital. Los agentes seguían arrojando gases lacrimógenos para expulsar a los manifestantes que quedaban en el área que rodea a los edificios. Pero con el daño ya hecho, muchos en Brasil se preguntaban cómo la policía había ignorado abundantes advertencias, si no estaba preparada o si era cómplice.