La toma de la ciudad ucraniana de Severodonestk por Rusia durante el fin de semana dio lugar a que se hablara de un “cambio de marea”, de una ofensiva rusa a gran escala que pronto tomaría decenas de ciudades en el este de Ucrania. La verdad es mucho más modesta: Rusia, luego de su neta derrota militar inicial en febrero-marzo, cuando pretendió tomar en pocos días toda Ucrania e ingresar en Kiev, fue restringiendo sus objetivos cada vez más, hasta resignarse al extremo oriental de Ucrania. Tomar la citada Severodonestk le costó dos a tres meses de bombardeos y un número indeterminado pero muy alto de hombres y equipos. Básicamente, ahora Rusia solo ambiciona tomar la provincia de Lugansk, que ya estaba ocupada a medias desde 2014. Y luego avanzar sobre la vecina provincia de Donestk, que también estaba parcialmente ocupada antes de la guerra. Este segundo objetivo por ahora aparece lejano.
Según el sitio especializado Revista Ejércitos, hay que comenzar por el análisis del cambio de la cúpula militar a cargo de la guerra en Ucrania. Ocurrió el fin de semana y es el segundo cambio de mandos que ordena Vladimir Putin luego de la derrota inicial. Tras una visita de inspección del ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigu a Ucrania, la primera en lo que va del conflicto, el general Aleksandr Dvórnikov, a quien se había confiado la dirección general de la guerra tras el fracaso inicial, fue echado. Dvórnikov se había hecho fama de implacable comandante en Siria, donde también se ganó denuncias por masivos delitos de lesa humanidad. Putin lo puso al mando de la invasión de Ucrania a fines de marzo. Ahora lo echó por los modestos resultados obtenidos, que empero insumieron cantidades muy altas de hombres y materiales. Lo sustituye Gennady Zhidko, con una biografía parecida a la de Dvórnikov. También hubo cambios más abajo en la cadena de mandos, pero siempre en el nivel de generales. “La noticia puede parecer sorprendente, dado que precisamente el sábado se tomó Severodonetsk, pero si juzgamos los planes rusos originales y las progresivas rebajas en el nivel de ambición, así como las posibles pérdidas de material y equipo en este tiempo, no lo es tanto”, puntualiza Revista Ejércitos. Estos cambios no eliminarán los problemas reales que afronta el ejército ruso: excesiva “atrición” (desgaste, en la jerga militar), escasos avances en relación con los objetivos propuestos y los recursos invertidos.”Un cambio de nombres difícilmente implicará que se superen todos los hándicaps que han lastrado la campaña rusa”, señala Revista Ejércitos.
“Recordemos que en el plazo de cuatro meses Rusia ha pasado de intentar un golpe de decapitación y la toma completa del país a invertir una cantidad enorme de recursos en la ocupación de una pequeña fracción de Ucrania”, agrega la publicación especializada (ver mapa en esta página). Luego de la costosa captura de Severodonestk, el ejército ruso debería apuntar a la zona de Sloviansk-Kramatorsk, en Donestk. Pero estos objetivos por ahora parecen lejanos y podrían exigir meses de operaciones. En lo inmediato Rusia se limitará a tratar de tomar la ciudad vecina de Severodonetsk, Lisichansk. El problema es que tomar esta ciudad consumirá una cantidad de recursos ingentes, en vista de la multitud de posiciones defensivas que se han erigido en sus alrededores. Según imágenes satelitales, los ucranianos se han dedicado a reforzar una densa trama de posiciones defensivas al sur de Lisichansk, mientras que al norte y el oeste la ciudad está protegida por un río de valor estratégico, el Donetsk. Rusia perdió varios batallones blindados al intentar cruzar este río con puentes de pontones.
Dado que el río Donetsk protege el norte y este de Lisichansk, la única vía de avance rusa es desde el sur, lo que llevará a los rusos a las citadas posiciones defensivas ucranianas. Además, cada avance ruso quedará bajo el fuego de la artillería enemiga, que se ubica relativamente a salvo en dirección al oeste, en Bajmut y Sloviansk.
En otros frentes, y más allá de las salvas de misiles que lanzó Rusia (42 durante solo el domingo, sin contar los de este lunes), la situación se mantiene estática. En la decisiva ciudad de Járkov, la segunda urbe de Ucrania y que fue otro de los grandes objetivos frustrados de la ofensiva inicial rusa, la situación permanece estancada y “no parece haber voluntad de ataque por el momento, ni siquiera del lado ucraniano”. En el eje Izium-Liman-Sloviansk prosigue la acumulación de medios rusos, incluidos algunos movimientos de tanques. En el sur, en Jersón y Zaporizia, no se han reportado movimientos, ni combates de importancia.
“Pinzas” que se reducen
De esta forma, Rusia, una vez descartada la captura total y rápida de Ucrania en marzo, pensó en una operación de pinzas a gran escala, que tomara Járkov y bajara hasta Dnipro, sobre el río Dnieper. Desde el sur los rusos tomarían Zaporizia y convergerían en Dnipro. Este ambicioso plan tomaba casi toda Ucrania oriental al este del río Dnieper, al menos hasta la altura de Járkov. Nunca tuvo ni siquiera un amague de realización. Luego se pasó a considerar una “pinza” más modesta, desde el saliente de Izium, al sureste de Járkov y desde una posición a la misma altura en el sur. Esto tampoco fue factible para un ejército ruso que había perdido sus mejores unidades y hombres en la fallida gran ofensiva de febrero-marzo. Los 160 batallones de primera línea que entraron en combate desde el 24 de febrero en cinco ejes de avance fueron desgastados a un grado extremo por la resistencia ucraniana.
Ahora Rusia ha logrado mejorar la coordinación de sus armas, y por ejemplo, su defensa antiaérea ha logrado derribar numerosos drones ucranianos del modelo turco TB-2, que al inicio de la guerra causaron estragos en las columnas rusas.
Pero lo fundamental es que Rusia ya no puede poner en el terreno aquella cantidad de unidades, y mucho menos tan bien equipadas. A esto se suma la muerte de más de 30 mil hombres, y un número impreciso pero mucho más alto de heridos. Bajas preciosas de soldados bien entrenados que no pueden ser sustituidos por conscriptos o soldados de unidades de segunda línea, los únicos disponibles.
Por todo esto, Rusia pasó de una guerra dinámica y con objetivos ambiciosos y distantes que debían alcanzarse con columnas móviles, a un conflicto que recuerda a la Primera Guerra Mundial, con avances mínimos precedidos por interminables bombardeos de artillería. Rusia comenzó a usar esta técnica en la sureña ciudad de Mariupol, que redujo a ruinas; ahora hizo lo mismo con Severodonestk, y está en la misma tarea con Lisichank. Ayer los rusos atacaron esta ciudad con rondas de cohetes, matando a ocho civiles que buscaban agua potable. Son unas victorias pírricas que se celebran sobre montañas de escombros y en ciudades desiertas, de las que casi todos sus habitantes han huido o han muerto bajo las bombas rusas.