El pánico se adueñó de los comerciantes del centro de la ciudad ayer al mediodía cuando se corrió la voz de que habría saqueos. Fue sólo uno rumor, amplificado una y mil veces por las redes sociales, que jamás se concretó pero tuvo su efecto real: en un santiamén se bajaron todas las persianas, se suspendió la actividad comercial y hasta la policía se puso en alerta. El tema tomó tal intensidad que el gobernador Antonio Bonfatti tuvo que referirse al hecho. "Un pícaro o pícaros usaron las redes sociales y generaron esto, lamentablemente", indicó.
Lo concreto fue que pasado el mediodía y cuando el rumor se esparcía de boca en boca como reguero de pólvora los agentes de la comisaría segunda tuvieron que apostarse en la esquina de Sarmiento y San Luis para calmar los ánimos. Cuando llegaron, los negocios ya estaban cerrados, la Corriente Clasista Combativa (CCC) pasaba sus últimos momentos frente las oficinas del Ansés y los dueños de los locales no dudaban en asegurar que un centenar de personas llegaría "de un momento a otro" a saquear los locales.
"A mí me dijo una policía que cerrara el negocio porque iban a saquear", decía una señora cuyo local estaba cerrado a cal y canto. Los agentes desmentían la versión. Sin embargo, nadie les creía. "A mí me lo dijo el del local de enfrente", decía la dueña del local de San Luis y Sarmiento, que había bajado las persianas con el personal y algunos clientes adentro para "protegerlos".
Los policías aclararon que ellos llegaron al lugar porque habían recibido una llamada del 911. "No nos llamó ningún comerciante alarmado y aquí no va a pasar nada" repetían. Pero no fue fácil convencer a los comerciantes, que luego de un rato de gran alteración comenzaron a sopesar que tal vez no pasaría nada.
Entonces comenzaron a exigir mayor presencia policial. "¿Se van a quedar acá?", "¿van a venir más policías?", "¿quién nos va a proteger?" preguntaban .
Así, en pocos segundos la calle San Luis se convirtió en el epicentro del pánico, aunque la misma sensación se percibía en locales de la peatonal Córdoba. No parecía un día de semana, porque hasta los puesteros salieron corriendo con bolsos en la mano y la mercadería toda amontonada. Además, ni los bares estaban abiertos y algunos espiaban a través de las persianas totalmente bajas.
El miedo se extendió hasta calle Maipú, donde las joyerías también bajaron las persianas.
Una hora más tarde la calma había retornado lentamente al lugar. Algunos negocios habían vuelto a abrir y funcionaban con normalidad, pero otros abrieron solo la puerta; las rejas y persianas quedaron bajas.
"Son picardías de chicos", insistió Bonfatti, quien en declaraciones a La Ocho descartó que haya tenido algún condimento político. Lo cierto es que la palabra saqueo causó temor.
